viernes, 7 de agosto de 2015

Susánida ciceroniana

Artículo de Cornelia Cinna


  • La cesárea de Susánida
  • El abrepuertas del hijo de la presidente, como agnomen.


En la larga travesía andaluza hacía la nadería política y el blablerío gubernamental, se ha producido la aparición larvada del presidente sustituto: Manuel Jiménez Barrios, alias o praenomen Chiqui -que no Kichi-. El decisivo mandatario se ha estrenado insustancialmente como dirigente de la intrépida nave andaluza, que más bien es un buque fantasma, porque no hay medidas significativas en el último Consejeo de Gobierno, sólo nombramientos. Será la calor.

La sustitución previsible se ha debido, como por todos es sabido, a que hace una semana y un día, Susánida tuvo a su primogénito en un hospital público con atención privada. Ampliamente se ha comentado  la famosa remodelación de la planta, justo cuando la Superlativa iba a ser madre. Casualidades no tan casuales que podrían ser causales.

Como las calores aprietan, la mayoría está de vacaciones -menos los de esta revista digital- y no estamos para sesudeces, vamos a hacer un artículo al hilo anecdotario de esta feliz noticia para los Moriche-Díaz, nueva pero vieja saga socialista.


Lex Caesarea


Por un lado, me llama mucho la atención el hecho de que, cumpliendo su gestación a mitad de agosto, se haya adelantado la intervención dos semanas. No tiene sentido salvo que haya sido in vitro y estas gestaciones suelen tener 37 semanas. Por otro, se ha publicado que el alumbramiento fue por cesárea, falsa etimología que la relaciona con mi marido, César. Un epónimo, a todas luces incierto.

Llegados a este punto, tengo que aclarar que en absoluto, mi amantísimo nació por cesárea porque conocí a mi suegra. Si no me creen, los documentos historiográficos, como el de Suetonio, dan fe de que Aurelia Cotta vivió muchísimos años después del parto de su hijo.

Plinio aseguraba que se trataba de un antepasado suyo el que nació por un corte, "caesum" en el vientre de su madre. Otros se decantan por el origen de la palabra etrusca, sin mayor connotación o simplemente, se desconoce.

Pero yo, que estuve allí,  os puedo decir que la ley regia precedió en siglos a mi caro marido y no tiene nada que ver con el dictator.  Así, muchos siglos antes - VII a.c- se promulgó la Lex Caesarea, de referencia en el Digesto, remontándose a los primeros reyes de Roma, concretamente a Numa Pompilio, que prohibía enterrar a una mujer embarazada, salvo que le sacaran al feto antes.  Es decir, tenía doble función: salvar la vida del niño y el alma de la madre.


El texto es: D. 11, 8, 2 (Marcell. 28 dig.): "Negat lex regia mulierem, quae praegnas mortua sit, humari, antequam partus ei excidatur: qui contra fecerit, spem animantis cum gravida peremisse videtur." De no haber sido así, uno de cada ocho niños hubiese muerto. Ley de obligado cumplimiento.


Cicero Susánida


Volvamos al tema que nos ocupa. Al recién nacido hijo de la presidente de la Junta de Andalucía lo llamaban sus propios padres "Chicharito". No he encontrado en sitio alguno, noticias sobre el nombre real del infante afortunado. Lo que sí podemos garantizar es que no se llamará Gaspar, ni Manuel ni José Antonio. El nombre de la criatura es alto secreto autonómico, por lo visto. Lo que no sabe es que "Chicharito" será un cognomen que lo acompañará siempre, acuñado por sus progenitores.

La primera vez que lo escuché, me acordé de Cicerón cuyo nombre completo era Marcus Tullius Cicero. Praenomen, nomen y cognomen, o sea, nombre, apellido de la tribu y patronímico de la familia. Datos que extrapolados a la criatura del pan debajo del brazo, sería, X Moliche Díaz, alias "Chicharito".

Cicerón, al que conocí en mi reencarnación corneliana y que pertenecía electoralmente a mi misma tribu, no le importaba nada su mote, Garbanzo, sino todo lo contrario, se enorgullecía de él. Posteriormente la palabra "cicer" de la tercera declinación se palatalizó en ch, dando chícharo. Parece ser que no es un vocablo indoeuropeo. Los entendidos lo ven más como léxico viajero de sustrato, ie, de las lenguas prerrománicas, pasando al latín como préstamo lingüístico.

En esa época el reparto de garbanzos o cualquier alimento aseguraba el clientelismo, como ahora el  antiguo PER que le han cambiado el nombre, las pensiones no contributivas, las ayudas asistenciales a las familias, subvenciones, incentivos a empresas, etc.

Como testigo puedo asegurar que para nada tenía Cicerón, como dicen, una verruga en su protuberancia nasal. El mote, según Plutarco, le venía de un antepasado suyo, que sí la tuvo y quedó como sobrenombre de la familia. Otros lo explican como un símil de la calvicie familiar, más calvo que un garbanzo. Hecho coincidente, mas no necesario.

Pues no, el que tenía razón era Plinio, porque su gens o tribu se dedicó al cultivo de tal legumbre, como Fabius. De análogo modo a estos apelativos,  en nuestra cultura tenemos Herrero, Carbonero, Tejedor o Zapatero, de tan infausto recuerdo.

Dicho lo cual, el cognomen o sobrenombre se utilizaba para diferenciarse de la gens, la tribu, ya por sus características físicas -Cincinnatus, de cabello rizado, Grassus gordo; Flaccus, de orejas caídas, Claudio, el cojo, Balbo, el tartamudo, Catulo, el cachorro-, rasgos personales -Sesquiculo, tonto y medio-, origen de la hazaña,  Africanus, etc.


Detalles personales


Mi amado César tenía como praenomen Gaius, nomen Iulius y Caesar de apodo, caesaries, cabellera, peludo -cuando era casi calvo-. Esta es la explicación más extendida, sin embargo incierta. Otra cosa es que por similitud fonética, la usarán como chanza sus adversarios.

La verdad es que el cognomen le vino heredado y, como se ha dicho en el primer párrafo, hace referencia al nacimiento de un antepasado suyo del siglo III a.C., que nació por un corte en el vientre materno. A él, no obstante, le gustaba más otra variante, elefante " caesi"-voz púnica-, por un antepasado que cazó uno y de hecho, Gaius hizo acuñar monedas con ese animal. Véase la ilustración de este artículo.

Otros curiosos apodos son Suetonio, el tranquilo, Rufus, el pelirrojo, Calígula, el sandalitas o botitas, Léntulo, el muy lento o huevón, Escévola, zurdo. Estrabón, bizco, Ovidio Nasón, el napia, Varrón, tarugo, o Lépido, siendo bastante cafre, significa todo lo contrario, amable, simpático, modo irónico. Nadie ha estudiado tanto el sentido del humor romano, como mi admirada Mary Beard.


Mi añorado padre se llamaba Lucio Cornelio Cinna, el cenizo, cuatro veces cónsul. Era normal que nos llamáramos las romanas como la gens o tribu de nuestros padres en femenino: Julia -hija de Julio-, Pompeya -hija de Pompeyo- como Livia Drusilla era hija de Marcus Livius Drusus. Y si había dos hijas, Maior o Minor, en caso de más, se usaban los ordinales. Por ello, me llamo Cornelia Cinna Minor, aunque también me llamaban Cinnilla, un diminutivo.

Asimismo, dentro de un mismo clan o tribu existían distintas subfamilias,, v. gr. los Cornelios Escipión, los Cornelios Sila -de nariz pequeña-, que tanto me hicieron sufrir, y nosotros, los Cornelios Cinna, como la misma variedad que familias socialistas...


Finalmente, además de lo referido, había algunos que tenían un cuarto nombre, el agnomen o renombre, de carácter honorífico: Atticus, Asiaticus. Así se entiende el del Africano de mi primo lejano Scipión, el que sirve de bastón; u otros como Máximo, Magno, etc. El cognomen sí se heredaba pero el agnomen no.

Nada, cuando el hijo de la presidente sea mayor, que le cuente el cuento de Cenicienta y Garbancito, tirando del anecdotario filológico clásico. Nunca falla cuando se es latina, claro.



Coda: Chicharito- su cognomen- puede que se llame José María, como su padre y su abuelo José, de la gens socialista de los susánidas y como agnomen, el hijo de la presidente, para toda su vida. Lejos quedará el nieto del fontanero.


http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Cornelia%20Cinna

2 comentarios:

  1. Que bien os lo pasaréis en casa!!! Que cachondeito más sano!!! Enhorabuena por el artículo

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  2. Que bien os lo pasaréis en casa!!! Que cachondeito más sano!!! Enhorabuena por el artículo

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