jueves, 10 de noviembre de 2016

Un beso para sellar el populismo


Artículo de Luis Escribano


¿Populista Trump? Pasen y vean lo que hay en Andalucía…

Dejando a un margen el populismo de IU-Podemos, en Andalucía es el PSOE el máximo exponente del “populismo de corte rociero”, al que se ha unido lamentablemente Ciudadanos

El aumento del gasto público no se traduce necesariamente en mejores servicios públicos: puede incrementar la ineficiencia, la deuda y generar una subida de impuestos y tasas

El Sr. Marín debería teñir el Presupuesto andaluz de 2017 no del color naranja que nos vende, sino del que deja el sudor de la frente
 

Ayer miércoles saltaba la noticia del triunfo de Trump en las elecciones presidenciales en USA, y muchos se echaban las manos a la cabeza por el éxito de lo que denominan “populismo”, alertando del “apocalipsis” que traerá este resultado. El problema es que ese análisis se realiza en demasiadas ocasiones con los esquemas de nuestro sistema político, otras veces de forma muy interesada o manipulando la información.

En USA, son tantos los contrapesos y controles instituidos en los poderes estatales, que ni siquiera Trump podría actuar con la libertad que tiene un presidente del gobierno en España (analicen el poder que otorga y el alcance de cualquier Real Decreto-Ley del Ejecutivo español). ¿O acaso el presidente saliente Obama ha podido implementar todos sus programas sin obstáculos en el Congreso? La democracia en USA no será absolutamente perfecta, pero por algo asombró a Tocqueville, como sorprende a muchos expertos que lo han estudiado.

En mi opinión, lo que sería muy grave es que un partido populista alcanzara en España una mayoría cualificada en las Cortes Generales y presidiera el Gobierno. ¡Eso sí que podría ser nuestro hundimiento! Dicho partido podría incluso reconfigurar a su gusto el contenido de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución. Y es que nuestro defectuoso sistema político no cuenta con una clara diferenciación de los poderes, con los adecuados contrapesos y controles, ni con un régimen electoral apropiado. ¡Ojalá contara nuestro sistema político con muchos de los elementos de la democracia norteamericana!

Creo que a nadie escapa que, en el régimen político estadounidense, cualquier congresista republicano podría votar en contra de las medidas que proponga Trump si estas contradijeran el compromiso adquirido por el congresista con sus votantes (siendo del mismo partido republicano), o incluso la Corte Suprema podría frenarle alguna cuestión desmedida sin problema alguno (los jueces nombrados en la Corte Suprema sirven de por vida y sólo pueden ser destituidos por el Congreso mediante un proceso de impugnación; hasta ahora ninguno ha sido destituido).

En España, con el régimen electoral de listas cerradas elaboradas por las facciones del partido de turno, ¿qué diputado se atreve a contradecir lo que diga “su” Presidente? El que ose hacerlo dejará de disfrutar de la cuota de poder que tuviera y de nómina pública, como mínimo. Y del Poder Judicial español, politizado hasta extremos poco decentes (ingreso en la carrera judicial –turnos-, traspaso de jueces entre poderes, recursos en manos del Ejecutivo, etc.), ¿qué se puede esperar?

Pero lo asombroso del tema es que se alarmen los medios de comunicación y algunos políticos por el “populismo” de Trump en USA (ya tendremos tiempo de evaluar su verdadero alcance), sin alarmarse por el “populismo de corte rociero” que llevamos sufriendo en Andalucía con el PSOE desde hace años, al que desgraciadamente se ha unido Ciudadanos. Tras observar y analizar la campaña que ha iniciado este último, vendiendo los “logros” conseguidos en el proyecto de Presupuesto de 2017 para Andalucía, no puedo dejar de expresar mi indignación, y alertar del “populismo naranja” que destila dicho partido en esta Comunidad.

Estos son algunos de los mensajes que ha lanzado en las redes sociales:

“Ciudadanos Andalucía ha demostrado que se pueden bajar los impuestos y tener más y mejores servicios públicos. Con propuestas viables y sensatas, la senda naranja ha permitido reducir la presión fiscal en #Andalucía y revertir el signo de los recortes. Habrá más recursos para Sanidad, Educación, Dependencia y Justicia. La #PolíticaÚtil de Ciudadanos con el #AcuerdoCsAndalucía”.

Juan Marín: “Ciudadanos ha teñido de naranja como nunca los presupuestos para que #Andalucía siga creciendo. Ciudadanos Andalucía ha demostrado con esta forma de trabajar de forma seria que es posible bajar los impuestos en Andalucía y crecer el gasto en bienestar social para los andaluces, como #Sanidad, #Educación, #Justicia o #Dependencia”.

En el presente artículo se muestran algunas de las imágenes con las que vende el logro de aumentar el gasto público en cientos millones de euros para Sanidad, Educación, Justicia, Servicios Sociales, Autónomos, etc.

¿Quién puede tragarse tan aberrante propaganda? El mensaje, con un mínimo análisis, no se sostiene si se conoce bien como funciona la Junta de Andalucía, y esto lo dice un servidor con conocimiento de causa, pues desde 1990 llevo trabajando en la Administración andaluza.

¿De qué sirve gastar miles de millones de euros en materias como Sanidad, Educación, Dependencia, etc., si no se controla la eficiencia en la gestión? Yo les aseguro que en la Junta de Andalucía casi nadie mide de forma adecuada la calidad del servicio, su eficiencia, si la gestión del gasto público se ajusta a la legalidad, si el personal que presta las funciones es el que corresponde legalmente, si se utilizan criterios objetivos, y un largo etcétera que sonrojaría a cualquier administración pública que se precie un mínimo.
 
A bote pronto, se me ocurren algunas preguntas:

¿Posee la Junta de Andalucía la organización óptima para alcanzar un grado de eficiencia adecuado? No, no la tiene. Para comprobarlo, no hay más que leer los artículo publicados en este medio, o los múltiples informes publicados por la Cámara de Cuentas, y eso a pesar de que estos últimos están excesivamente “tamizados” por la “political establishment”.

¿Interviene o no personal cualificado para la producción de los servicios públicos? ¿Es el personal directivo que dirige los servicios públicos andaluces, incluyendo los altos cargos, el adecuado para conseguir la máxima eficiencia en el gasto público? ¿Impera la meritocracia en las organizaciones públicas andaluzas o el nepotismo? Les aseguro que lo habitual es esto último. A pesar de que existe una plantilla con muchos funcionarios cualificados, se encuentran muy desmoralizados por la pésima gestión del personal en la Junta de Andalucía.

¿Es baja o alta la productividad del personal que presta los servicios? Cuando la productividad es baja, se procura aumentar los recursos humanos, siendo ineficiente el gasto. Y con la desmoralización del personal funcionario, machacado hasta extremos indecentes por la nefasta gestión de recursos humanos en la Junta, irremediablemente tiende a ser baja.

¿Y si los recursos materiales, ya sean tangibles o intangibles, como las sedes administrativas, las condiciones ambientales, los consumibles, aplicaciones informáticas, etcétera, no son los apropiados para la eficiente gestión de los servicios?  Como ejemplo tienen el funcionamiento de los Juzgados, cuyos recursos materiales y parte de los recursos humanos dependen de la Junta de Andalucía.

Y así podría extenderme páginas y páginas, para acabar preguntando lo siguiente: ¿quién controla todas estas múltiples variables en la Junta de Andalucía? Este es el meollo de la cuestión: es de tal grado la mediocridad de los órganos directivos de la Administración General de la Junta como en la administración paralela, que nadie se preocupa de ello. Y Ciudadanos hace creer a los andaluces que con más gasto público se solucionan los problemas. Parece que Ciudadanos, de tanto reunirse con el PSOE, se ha contagiado de dicha mediocridad.

Gasto público, eficacia, eficiencia y calidad de los servicios públicos

Un aumento del gasto público implica una disminución del gasto en otras materias (si es así, debería aclararse en cuales, cuantificándolas), y/o la disposición de ingresos superiores (¿aumento de impuestos y tasas?). Si no se producen esos ingresos, aumentaría la deuda pública para poder financiar ese aumento del gasto.

El gasto público no debe incurrir en gastos innecesarios y debe ser sostenible en el tiempo, es decir, es exigible una racionalidad, evitando una pésima gestión y el despilfarro de recursos, tanto humanos y materiales como de capital.

Por ello, en vez de más gasto, se debe hablar de eficiencia en el gasto: obtener el máximo y adecuado nivel de producción de servicios públicos de calidad con los mínimos recursos posibles. En ningún caso debe confundirse con la eficacia, que mide el grado de cumplimiento de los objetivos propuestos.

Y ojo, que la calidad y nivel de producción de los servicios no consiste sólo en atender a un número de pacientes por hora, o en contar con el máximo número de centros educativos y número de profesores, o en tener muchos hospitales, o en aprobar al máximo número de alumnos posibles sin que hayan adquirido los conocimientos necesarios, o en evaluar las solicitudes para ayudas a la dependencia en el menor tiempo posible, o simplemente en tratar con mucha simpatía al ciudadano en una oficina administrativa. Hay otras muchas variables a tener en cuenta cuando se trata de servicios públicos, como la información que se procura a los administrados, la formación del personal, su adecuada cualificación para prestar el servicio, contar con los recursos adecuados para ello, cumplir con el principio de legalidad, uso de criterios objetivos, transparencia y motivación de las decisiones, garantía de protección de datos de carácter personal, y un larguísimo etcétera.

Quiero resaltar en la prestación de los servicios la colosal importancia que tiene el cumplimiento de las leyes, reglamentos, procedimientos administrativos  y demás instrumentos jurídicos necesarios para evitar arbitrariedades en las Administraciones. Si no fuera así, resulta que dichos servicios se prestarían con saltos en las listas de espera de pacientes, con información privilegiada para conseguir contrataciones públicas, concesiones de ayudas de Dependencia sin cumplir los requisitos legales, con normas manifiestamente ilegales, etcétera.  

Sin embargo, en la Junta de Andalucía sólo importa la cantidad de expedientes que se tramitan y se resuelven, sin valorar la eficiencia; o el número de inspecciones que se realizan sin importar el cómo se hacen; o el dinero que se reparte entre la ciudadanía, sin entrar a valorar si se cumplen o no los objetivos, y eso cuando existe alguno, pues en muchas ocasiones se reparte mucho dinero sin haber establecido ni objetivos ni indicadores apropiados. Un ejemplo claro lo hemos tenido con la formación para el empleo.

Pero todo eso, al regenerador partido de Ciudadanos no le interesa, porque esa información no vende para obtener votos. Ciudadanos convierte la política, como hacen también otros partidos políticos, en puro marketing, vendiendo aumento de gasto como un logro, vendiendo que la contratación de más personal es la panacea en la prestación de los servicios, y todo a cambio de conseguir votos de muchos ciudadanos que ignoran como funciona la Administración, y cuales son las variables que intervienen en la prestación de los servicios públicos.

Mucho de ese dinero que dice Ciudadanos haber conseguido de aumento en los presupuestos para mejorar los servicios irá a parar a la prescindible e ineficiente Administración paralela de la Junta, a pagar más nóminas del personal enchufado por el PSOE andaluz, donde el gasto se realiza sin el debido control. Pero luchar contra eso implica un trabajo y un esfuerzo al que el partido Ciudadanos renunció en su lamentable acuerdo con el régimen clientelar del PSOE, al que parece haberle cogido gusto para desgracia de los andaluces.

El Sr. Marín debería teñir el Presupuesto andaluz no del color naranja que nos vende, sino del color que deja el sudor de la frente. 


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