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martes, 19 de septiembre de 2017

El arte del equilibrio


Artículo de Enrique Rodríguez


Es fácil de entender, y no porque lo diga yo, que la libertad y la seguridad en el mantenimiento de un Estado de derecho, están obligadas a mantener un equilibrio.

A todos nos gusta tener libertad, pero aceptamos, que debemos de ceder parte de la misma, para poder disfrutar de la otra parte que nos queda.

La parte que cedemos al Estado para configurar un sistema democrático, es para que existan mínimas garantías de convivencia, en un Estado que llamamos de bienestar, bajo el amparo de la ley. Una ley que dota al Estado de  herramientas para proteger la democracia, la que hemos elegido como mejor gobierno.

Decía Montesquieu, un señor que entendía mucho de esto, “No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes con la apariencia de justicia”.

Eso que decía este buen hombre, es lo que ocurre ahora y desde hace mucho tiempo en el parlamento de Cataluña; se transfiguró este y los gobiernos designados por éste, en una pandilla de secuestradores de la ley, donde haciendo uso y abuso de los poderes transferidos, han campado a sus anchas, sin que nadie les parase los pies, un buen ejemplo de tiranía dentro de un Estado de derecho, situación que resulta absurda, irracional e inadmisible hasta más no poder, pero real como la vida misma.

Decían los Griegos, que cuando las leyes son buenas benefician a la comunidad política siempre que los hombres las respeten y las apliquen, pero ante la evidencia de que éstas no se respetaban, la respuesta era contar con hombres buenos, ya que éstos además de actuar correctamente en cada uno de sus actos, respetaban la ley. Y yo añado, que los delegados por el pueblo, (teóricamente, esos hombres buenos), tienen el deber de que sean aplicadas.

No sé si pasara en otros países, pero creo que en España hay políticos que no tienen claro algunos conceptos fundamentales que son imprescindibles para poder mantener y fomentar la democracia, esta, apoyada en la constitución, sostiene entre otros objetivos respaldar la unidad de el País y la de sus ciudadanos; aquí ocurre todo lo contrario se fomenta la desunión y el cainismo; muchos no tienen claro los conceptos de Estado, Nación, separación de poderes etc. Tenemos un congreso lleno de contradicciones con respecto a lo fundamental, que parece pretender llenar de confusión el espectro político español. Con esta espiral de contradicciones es difícil tener claro cuando y como se debe de administrar la legalidad.

La ética del buen gobierno, obliga a devolver la confianza al ciudadano, que espera que sus elegidos, sepan tutelar las leyes convenidas.

Los complejos afectan a las conductas, disminuyendo la eficacia y me huelo que España es un País lleno de complejos políticos.




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