miércoles, 20 de septiembre de 2017

Todos los políticos son iguales, o no


Artículo de Manuel Vicente


La demagogia, las ambiciones desmedidas, la deslealtad, las traiciones, las patrañas, todas esas maldades que proliferan en la política concebida como poder se superan al presenciar grandes gestos como el protagonizado por la parlamentaria autonómica Mari Carmen Prieto, quien forma parte del pequeño grupo de personas que entiende la política como servicio público.

Como cada verano desde hace algunos años emerge guadianesco el debate sobre las dietas que los miembros del Parlamento de Andalucía cobran en el mes de agosto en el que no hay actividad política y, por tanto, no se hacen merecedores de recibir tal compensación económica, cuyo propósito es satisfacer los gastos que supone la acción parlamentaria para quien la ejerce. La aplastante lógica de que, si no hay acción parlamentaria, no hay gastos y, por tanto, no hay motivo de compensación es entendida por cualquier mortal andaluz. Sin embargo, la mayoría de nuestros parlamentarios autonómicos se niegan a entenderlo, sabedores de que la dinámica social olvidará anualmente esta polémica conforme se vaya acercando a la orilla del mar donde todo se desvanece.

La brisa veraniega malagueña no ha hecho mella en la memoria de Mari Carmen Prieto, quien al llegar el mes de septiembre y percibir las dietas que convenientemente le ha abonado el Parlamento de Andalucía las ha donado de manera inmediata, cumpliendo así con el compromiso público adquirido antes de las vacaciones. Esos emolumentos -de indudable legalidad pero de cuestionadísima legitimidad y nula moralidad- han encontrado un mejor destino, según su buen saber y entender, en manos de una persona que se está viendo injustamente acosada por haber denunciado en los tribunales las posibles prácticas irregulares cometidas en el sindicato UGT con fondos públicos.

Mari Carmen Prieto ha decidido que el dinero percibido por un concepto que no merece tiene una mejor utilidad defendiendo judicialmente a Roberto Macías, a quien ningún partido político está amparando a pesar de su contribución a la defensa del dinero público y a pesar de que todos ellos proclaman con fruición su empeño en acabar con la galopante corrupción que atenaza a Andalucía, y en general a toda España. El gesto de la parlamentaria no adscrita, quien abandonó las filas de Ciudadanos poco antes de ser expulsada, tiene aún más valor por cuanto coincide en el tiempo con una nueva queja ante el juez del funcionario de la Junta de Andalucía que descubrió irregularidades en los cursos de formación sufragados con fondos procedentes de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos. Teodoro Montes ha vuelto a denunciar el acoso laboral que soporta, uniéndose a larga lista de denunciantes de corrupción que sufren escarnio privado mientras en público los sosias del Gobierno andaluz, PSOE y Ciudadanos, presumen de Consejo de Transparencia y Oficina Anticorrupción sin credibilidad ninguna.

Con un solo gesto y desde su condición de no adscrita, Mari Carmen Prieto ha dejado en evidencia a los otros 108 miembros del Parlamento andaluz y a sus cinco respectivas formaciones políticas. PSOE, PP, Ciudadanos e Izquierda Unida han dado múltiples excusas para que sus representantes no prescindan de más de 1.000 euros que les han venido bastante bien para pasar sus vacaciones de verano sin que se les haya caído la cara de vergüenza. La cúpula andaluza de Podemos anunció antes del asueto estival su renuncia a dichos emolumentos sin que hasta el momento de escribir estas letras se tenga conocimiento del destino que le hayan podido dar, aunque, en honor a la verdad, quien suscribe tiene serias dudas de la honestidad de unos trileros expertos en retorcer argumentos y legalidades.

Este caso de las dietas inmorales puede ser un argumento que refuerce aún más a aquellos ciudadanos férreamente convencidos de que la actividad política está reservada para gente sin escrúpulos movidos únicamente por ansias de poder y privilegios. Y a buen seguro que no les faltará razón. No obstante, algunos románticos aún creemos que hay espacio para gente como Mari Carmen Prieto, que no todo está perdido y que merece la pena intentarlo aunque sólo sea para calmar a nuestras conciencias.



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