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miércoles, 17 de enero de 2018

OPA hostil al PP




Artículo de Manuel Vicente


La publicación en una semana de dos encuestas que colocan a Ciudadanos como partido más votado supone el inicio de la OPA hostil lanzada contra el Partido Popular, a quien los poderes fácticos han retirado su apoyo por variadas razones. Lo que algunos denominan “el Ibex35” ha dictado sentencia condenatoria contra el PP y ha decidido redoblar su apuesta por Albert Rivera como el hombre que debe dotar a España de la estabilidad que hoy en día no tiene. Por mucho que desde el PP se apele al crecimiento económico y a la creación de empleo, no puede considerarse estable a un país que vive en riesgo permanente de desmembración y en el que miles de empresas tienen que trasladar su sede social por temor a quedarse fuera del amparo del euro. El dinero es muy miedoso y el PP no le tranquiliza.
La segunda fase de la 'operación Albert Rivera' se va a desarrollar sin piedad contra un Mariano Rajoy muy desgastado no sólo por los resultados de Cataluña sino también por su propia falta de pulso, debido a su carácter y a los muchos años de ejercicio político al frente de un partido al que ha dejado sin banquillo. Ni el Partido Popular, mancillado por la gravedad de sus corrupciones y sus causas judiciales, ni ninguno de sus dirigentes -Soraya Sáenz de Santamaría, Núñez Feijoo, Dolores de Cospedal, etc- transmiten a los poderes económicos la confianza que les aporta Albert Rivera y Ciudadanos.

La primera fase de la operación, desarrollada en tiempo récord en 2015, fue todo un éxito al limitar el impacto de Podemos, brazo político del 15-M; evitar una coalición de PSOE con Pablo Iglesias; y, como efecto colateral y nunca como objetivo central, 'jubilar' a una dirigente política molesta como Rosa Díez. Desde que el PP perdió la mayoría absoluta en las elecciones de diciembre de 2015 todo ha sido inestabilidad política en España, incluyendo la primera repetición electoral de esta etapa democrática, el desafío catalán, la aplicación del artículo 155… y, para colmo, sin perspectivas de finalización mientras el Partido Popular siga siendo el más votado. El poder financiero, por tanto, ha decidido que el próximo inquilino de La Moncloa tiene que ser Albert Rivera y ha empezado a desplegar todos sus instrumentos para que los españoles de a pie, hastiados de la política y cansados de tanta inestabilidad, asuman su liderazgo como algo naturalmente inevitable. 

En las dos encuestas publicadas en los principales periódicos de referencia tanto de la izquierda (El País) como de la derecha (ABC) se destaca a Ciudadanos como partido ganador y a Albert Rivera como único dirigente político que recibe el aprobado de los encuestados, recibiendo loas que le hacen protagonista de un acontecimiento histórico del nivel de la aplastante victoria socialista de 1982. El hecho de que tanto el artífice de aquel hito, Felipe González (PSOE), como su sucesor, José María Aznar (PP) ensalcen la figura del líder de Ciudadanos es un aditamento más, y no baladí, para configurar su carisma ante una sociedad que gusta de tener destacados referentes en los que depositar sus esperanzas de futuro.

Una vez visto el primer capítulo de esta película, y sin ánimo de hacer futurología, no resultaría extraño que viéramos en el futuro inmediato determinados trasvases de dirigentes, más o menos relevantes, desde el PP hacia Ciudadanos (un grupo menor de alcaldes jiennenses ya lo han hecho), a la vez que periodistas de renombre y medios de comunicación con mucho predicamento se deshacen en elogios hacia el nuevo salvador de la patria. Salvo escándalo mayúsculo, todos los focos nacionales van a girar hacia Albert Rivera mientras en el PSOE y en Podemos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, continúan desnortados; y en el PP, Mariano Rajoy duda, como siempre, entre abrir el melón sucesorio o permanecer al frente de su partido. Y en este caso, si adelantar las elecciones al no poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado, o bien mantener la atonía hasta agotar la legislatura. 

En cualquier caso, no será Mariano Rajoy el dueño de los tiempos. En este caso, la legislatura quedará agotada cuando Albert Rivera decida que es momento de precipitar acontecimientos. Quizá sea cuando Ciudadanos vuelva a desplegar aquella monumentalmente exagerada foto de su líder en la fachada de su sede. 




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