lunes, 9 de julio de 2018

Susana camina hacia las elecciones en Andalucía


Artículo de Antonio Barreda


La reina de las columnas de Triana ha consultado los viejos augures y ha visto que la larga marcha que emprendió hacia Madrid ha terminado en Despeñaperros. El camino que parte de la tierra de los dos ríos acababa en la Medina Azahara que hoy es San Telmo, en el palacio donde se urden las conspiraciones de la que salen heridos todos los andaluces. Ella es la heredera de un trono aciago que fue abandonado por los príncipes que hoy están siendo juzgados, y que fue ungida con el óleo de un partido donde se eligen a los sucesores como los visigodos elegían a sus reyes.

Los contadores de historia llevan ya escritas toneladas de páginas de loas y de alabanzas allí donde la publicidad institucional lo inunda todo, donde los hechos son narrados y contados como si de héroes legendarios se tratara. Como si la gloria de Hércules gobernara en las columnas del Sur de Europa. Todo gira en el honor de la Dama del Sur. Todos caminan detrás como súbditos de una reina que los alimenta con el soma de la omertá.

Dice que ya no hay hambre en las calles del Sur, ni que los niños corren descalzos por los montes. La señora blanca ha traído el maná público y lo riega con el sudor de las familias que quedaron abandonadas a su suerte tras el 2008, anegadas en una orilla donde el barro se tragaba el deseo y la necesidad, en un río de vidas que corrían hacia el mar de la tranquilidad, allí donde las madres acunan a sus hijos y los acuestan con vasos de leche mezclados con mucha agua. El hambre ahora baja al río.

Es allí donde se anega el afán de salir de cientos de años de ser un ilota entre los campos labrados y de vivir en las gañanías que nos construyeron durante la dictadura en los barrios. Allí donde se señala el nombre del amo que vino tras la edad oscura de la guerra y cuyo nombre hoy está prohibido mientras arrancan sus títulos y sus falsos ídolos de la piedra donde reposaban como figuras etéreas. La herida permanente en la memoria es regada hoy con los recuerdos de los que ya no están para reclamar su herencia, para reclamar las profundas noches de la clandestinidad.

En su nombre robaron toda su memoria, robaron la historia de la sangre derramada y de las viejas víctimas que se perdieron en la larga oscuridad del antiguo régimen para justificar su reinado, y para señalar a los que no siguen sus profecías recitadas en un larga letanía, allí donde aquellos que no siguen a sus profetas son acusados de blasfemia. La Santa Inquisición ha vuelto  para juzgarnos a todos con las togas oxidadas de los falsos sacerdotes que corrían detrás del nuevo Lutero.

Se ha perdido la ilusión del 28 del mes de febrero. Un espíritu que ha sido enterrado tras los muros del parlamento. Sacado su cadáver y paseado por las calles de Andalucía en su nombre, en nuestro nombre. En un sínodo donde se pervierte todo lo que representaba la ilusión milenaria de todo un pueblo. En las plazas enseñan el nuevo testamento que hay que seguir con fe ciega o el inquisidor general del reino te señalará con su largo dedo para indicar a la turba donde hay un falso converso.

La reina del Sur está meditando cuándo llamará para que filas interminables de andaluces voten de nuevo. Sus voceros lo anuncian por las calles y llaman a una oración en la que la señora del Sur obra el milagro de los panes y los peces. La felicidad eterna llega de su mano como hija de un Gerión que vuelve tras siglos de guerra. La lucha de clases está anestesiada en los cortijos mediante el pago de un tributo por días trabajados y la reforma agraria fue la mentira con la que adormecieron a los pueblos.

Ahora mira por los angostos valles de secano y sabe que gana. Sabe que 47 de sus nobles la acompañarán en una procesión por la bancada de los que gobiernan en nombre del pueblo. Su principal oposición tiene a un rey pasmado mirando por una ventana ciega. Son los mismos que se llevan arrancándose los ojos desde la huida del valido Arenas. Ahora tienen un líder que no es más que un príncipe nini, un eco de un dios menor sordo a todas las plegarias. Son los mismos que llevan cuarenta largos años huyendo de su propia historia, renegando de los recuerdos en blanco y negro que los amenazan.

El nodo del rey pasmado no ofrece sino derrota y huidas sin sentido, guerra civil y escuchar a una minoría que no gobierna desde la revolución francesa. La noche más oscura se ciñe sobre el nini que nunca aspiró a conquistar San Telmo, a gobernar en el nombre de los que le abandonaron cuando llegó a su sede regional. Pero el pueblo ni olvida ni perdona que nunca se acordara de ellos. De un pueblo que fue perdiendo derechos a base de decretos y de reformas que terminaron por llenar de pobres las calles, que aunque hoy trabajen siguen encadenados a la pobreza. 

Y la reina de las columnas de Triana sonríe cuando ve llegar a los mismos que cuando partió hace casi cuatro años. Vende que su pueblo ya no sufre derrota, ni recortes, ni sufrimiento, que está en la California del Sur. Pero su pueblo sufre. Su pueblo está encarcelado entre el monte y el río, y está abandonado y lejos del palacio donde yace la dama que lo gobierna. Sorda a todas las demandas de quienes reclaman sus derechos. La memoria del pueblo recuerda todos los nombres de quién le marca en la carne el destino que florece del nuevo señorito que hoy ocupa los despachos y los coches oficiales.





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