viernes, 6 de marzo de 2015

Los políticos son cosa nuestra



Las cuentas de la corrupción en Andalucía son inconmensurables para el entendimiento de una persona normal. Los números de detenidos, de millones de euros, de fraudes, de contratos, de comisiones... escapan a una idea aproximada pues no tienen nada que ver con la vida cotidiana del ciudadano medio. El rosario de detenidos esta semana en el “Caso Edu” va mucho más allá de los cinco misterios en los que canónicamente se compone esa oración. Una oración que es perpetua penitencia, ahora que se va acercando poco a poco la Semana del Dolor y la Pasión. Los andaluces
estamos en estación de penitencia todo el año. La cuestión es saber si por nuestros pecados o por los pecados de los demás.

Pasando por encima de la manida y paradójica frase de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, creo que de este valle de lágrimas debemos salir con algunas lecciones aprendidas. La primera de ellas, y yo creo que en gran medida se está incorporando en España, es que no se puede dejar a los políticos sin vigilancia. Aún así, con los nuevos partidos se está haciendo la vista gorda sin criterio alguno porque la esperanza de cambiar unos por otros hace no ser críticos con los que dicen dos o tres buenas palabras y (aún) no han robado. El político va a abusar de su poder en cuanto tenga ocasión ¡no seamos ingenuos! Caer en la confianza, la aparente moralidad, la atracción sentimental o el eslogan del político es estar abocados a otro fracaso. Es, otra vez, esperar que el pequeño dictador sea bueno con nosotros.

El lunes vi una de esas manifestaciones, ahora conocidos como escraches, delante de una caja de ahorros. Miembros de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) muy bien organizados con sus camisetas y pancartas gritaban consignas contra los banqueros. Probablemente apoyaban a algún infeliz que veía su hipoteca peligrar y la entidad bancaria estaba del otro extremo de la cuerda de la que pendía. Me parece estupendo que la sociedad civil, sin subvenciones estatales, se organice contra lo que cree que debe organizarse, pero siempre me escama que estos escraches abunden tan poco contra los políticos.

El acto de gritar a un político tiene dos inconvenientes para los cobardes de España. Primero, puede ser de tu partido, y eso es anatema. No entendemos que los partidos son nuestros enemigos cuando están en el Estado y organizados por listas. Por tanto muchos sólo critican a políticos de los partidos que no son el suyo. Segundo problema, el político tiene su cargo por una votación de los españoles. Es decir, su cargo directa o indirectamente está respaldado por quien vota pues el mero hecho de votar en este régimen de partidos refrenda su estructura de poder. Por tanto si se critica a un político sólo se podrá llegar a la superficie, nunca a la raíz del problema: la falta de representación y de control. Por mucho que uno diga consignas en contra de las medidas o la misma corrupción de un responsable del Estado, no será más que una pataleta de un adolescente ante el mundo.

Estos dos problemas fundamentales llevan a la inacción frente a la clase política, el verdadero nombre de la llamada “casta”. Ese escrache hecho el lunes frente a una caja de ahorros mientras por la “Operación Edu” se detenían más de 100 personas dentro de un fraude de cientos de millones de euros deja ver una diferencia notable. No queremos ver nuestra responsabilidad, la clase política es como Franco, no se hablaba de ella pues vivimos la dictadura de partidos. Pero nosotros tenemos la fuerza para cambiarlo. Somos la sociedad civil y sólo la defensa de nuestra representación política podrá, quizá, sacarnos del hoyo en el que nos tienen metidos estos sátrapas. Aprendamos esta primera y fundamental lección.






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