domingo, 15 de marzo de 2015

Maíllo, el cerdo que quiere ser general


La frasecita se puede ver escrita en muchos debates de Internet: ''hay que ser gilipollas para ser obrero y de derechas''. Pedro Castro, el inefable ex alcalde de Getafe, dio vida sonora al aserto de marras en aquellos días de gloria de 2008 cuando se preguntó ''por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha''.

La cuestión, sin duda existencial para muchos sedicentes izquierdistas españoles, pareció perder importancia con los años, hasta que a principios de esta semana el candidato de Izquierda Unida a la Junta de Andalucía, Antonio Maíllo, volvió a recordar al personal que la duda no está resuelta. Eso sí, esta vez Maíllo no habló de obreros (tampoco de butaneros), y en el debate de candidatos para las elecciones andaluzas reformuló el gran e interminable resquemor progresista de la siguiente manera: ''Señor Moreno Bonilla, cómo puede usted ser de derechas siendo hijo de inmigrantes?''.

Estos prejuicios ideológicos son una clara señal de la falta de dinamismo, frescor y esperanza en una sociedad moderna, y por tanto van contra los propios principios del progreso; pues si es verdad que teóricamente la izquierda, desde sus orígenes en la Convención de la Revolución Francesa, busca revolver las estructuras de la sociedad para garantizar la igualdad de oportunidades con independencia del origen o estrato social, resulta irónico que al inmigrante -y no digamos a su vástago-, al obrero, al barrendero o al jornalero, se les asigne permanentemente la pertenencia a la izquierda. Y es que, con esta manera de entender y clasificar el mundo, la izquierda acepta (y fomenta) el determinismo que hace poco más de 200 años prometía destruir.

En realidad, se trata de todo un negocio para los partidos que se declaran de izquierdas, pues es una manera de asegurarse de que el pobre o el obrero confíen constantemente en la redención que les ofrecen a costa de seguir siendo pobres y obreros, para así garantizarse el voto.

Maíllo sabe esto, pero le da igual. Cuentan en la federación andaluza de los comunistas que incluso estuvo a punto de pasar un casting para la película de Robocop, porque tiene la cara tan dura que los productores de Hollywood se ahorraban hasta el equipamiento. Una prueba de esta falta de pudor fue cuando, mirando a Bonilla y Díaz, aseguró que ''desde el primer minuto hasta el último'' de los tres años de coalición de IU con el PSOE había habido ''corrupción cero'' (sic). Y esto lo dijo minutos después de reclamarles a los dos principales candidatos que pidieran perdón por robar en sus respectivos partidos. ¡Más madera!

Sin embargo, no todo fueron contradicciones y manidos lugares comunes en el Auftritt de Maíllo en Canal Sur. También hubo momentos para la risa. Por ejemplo, cuando pidió una Andalucía donde los jóvenes no tuvieran ganas de salirse. Así, en reflexivo.

La actitud del candidato comunista recuerda la de Napoleón, el cerdo dictador y antagonista de la obra de George Orwell Rebelión en la Granja. En la novela, los animales sometidos fueron precisamente perdiendo poco a poco libertad para salirse de la granja, siempre en nombre del bien común. Los acólitos de Napoleón llegaron incluso a rellenar el granero con arena para disimular la falta de recursos. Mientras tanto, el cochino dueño del cortijo iba adquiriendo poco a poco los andares y gestos del granjero al que habían expulsado al principio.

En este primer debate entre candidatos andaluces, Maíllo aparecía sin corbata, presentándose como una persona ''de izquierdas de toda la vida''; pero, aunque los andaluces hayan alcanzado un grado de desinformación nunca visto, no son tan tontos como para dejarse sorprender, como en la novela de Orwell, por un Maíllo vestido de general, fumando puros, bebiendo y riendo con los "saqueadores" a los que, en realidad, nunca dejó de admirar.

2 comentarios:

  1. Yo recomiendo encarecidamente la lectura de Rebelión en la Granja, de George Orwell, que se puede descargar fácilmente de Internet y que se lee en una tarde. Que envidia me dan loa anglosajones, ellos comprendieron hace 60 años lo que en los pueblos latinos estamos comprendiendo ahora, y no todos, ni mucho menos, que tanto el socialismo como el comunismo son una gran estafa al pueblo, son enemigos del progreso, sólo generan miseria y desigualdad, porque todo se lo queda el partido y sus élites, destruyen la democracia.

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  2. Muchas hracias por tu comentario. En efecto, este libro explica muchas cosas que nos suceden hoy. Un saludo

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