martes, 14 de julio de 2015

Estado de Bienestar y Estado fallido


Artículo de Luis Marín Sicilia

En una maratoniana sesión los jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo han tendido, una vez más, la mano salvadora a Grecia, no sin antes imponerle unas condiciones mucho más duras que las rechazadas en referéndum. La paciencia se agota cuando se abusa de la solidaridad, y los socios del país heleno no están dispuestos a que los griegos sigan atando los perros con longaniza mientras sus convecinos no cesan de ajustarse el cinturón para superar la diabólica crisis. Después de dieciocho horas de intensas gestiones, desde las 15 horas del domingo hasta las 9 horas del lunes, el tercer rescate a Grecia lleva unas exigencias que, ante los reiterados incumplimientos helenos, tienen que ser avaladas con un fondo de activos griegos a depositar en Luxemburgo, por un montante de 50.000 millones de euros. Nadie quiere la salida de Grecia del euro, pero nadie está dispuesto a que siga poniendo en riesgo la propia virtualidad de la moneda común incumpliendo la normativa del club al que pertenece.

Todo lo acontecido debe servir de aviso a navegantes ante quienes quieren hacernos comulgar con ruedas de molino, confundiendo democracia con demagogia, términos ambos surgidos de la Grecia clásica que poco tiene que ver con la otomana actual. Halagar y prometer lo que no se puede cumplir, para alcanzar el poder, es demagogia y, por desgracia, España, y no digamos Andalucía, es un semillero de mediocres políticos, que no serían capaces ni siquiera de gestionar una tienda de ultramarinos, pero que, desde su demagogia, se enseñorean como adalides de un cambio que, salvo el de la vestimenta, solo se manifiesta en su apetitosa mudanza de estatus social y económico. Solo los totalitarismos, de izquierdas o de derechas, han utilizado la fórmula refrendataria para sustituir a la acción política propia de las democracias representativas. Porque, por mucho que el nuevo líder del populismo español se empeñe, con sus brazos en jarras cual nuevo pistolero del Oeste, el pueblo griego no dio ninguna lección a Europa porque jamás un referéndum puede ser un instrumento político partidista.

La realidad es que actualmente, si no fuera por la asistencia de sus socios europeos, Grecia sería un Estado fallido. Y un Estado fallido es lo más alejado que existe de un Estado de Bienestar. Cuando no existen registros creíbles del número de jubilados, ni padrones ni datos sobre negocios, ni un registro catastral que sirva de base para una política fiscal razonable, pese a haber financiado la Unión Europea, ¡por tres veces!, la organización de un catastro inmobiliario, o cuando los inspectores de Hacienda son perseguidos por los vecinos, o el número de funcionarios se amplia caprichosamente al gusto de los políticos de turno, las atenciones propias de un Estado de Bienestar son imposibles, salvo que se esté esquilmando a los trabajadores de otros Estados socios que financian con sus impuestos tales despropósitos. Conviene tomar nota de a donde nos llevan los populismos, y no por meter miedo sino por ser responsable a la hora de elegir a quienes nos van a representar y administrar los bienes comunes. Basta conque nos fijemos en los nuevos ayuntamientos de Madrid, Barcelona o Cádiz para entenderlo.

También a nivel autonómico habría que extraer algunas lecturas, porque Andalucía, pese a las decenas de miles de millones de euros que ha recibido de la Unión Europea no ha conseguido salir del furgón de cola de las regiones europeas. Alguna culpa tendrá de ello la formación política que ha monopolizado el poder... y sus colaboradores necesarios, esos partidos-bastones en que se ha apoyado el PSOE en sus momentos de debilidad y que lo han rescatado mientras ellos se hundían. Promesas incumplidas aquí tenemos de todos los colores: camas de hospitales, sueldos de amas de casa, múltiples modernizaciones convertidas en retrocesos y un largo etcétera pavimentan la realidad andaluza que solamente alumbra la evidencia de una sociedad secuestrada por el intervencionismo de la Junta socialista con sus agencias, fundaciones y chiringuitos “ad hoc” para ocupar ideológica y sectariamente todos los segmentos sociales. Para ello le basta con anular la independencia de la función pública montando un entramado paralelo, aislar a los funcionarios díscolos, comprar la paz social con riego de ayudas y subsidios, repartir prebendas a sindicatos y organizaciones empresariales y mover la “longa mano” en los órganos de gobierno de la judicatura para quitarse de en medio a los jueces incómodos, es decir, y lamentándolo, a los jueces independientes.

Los países serios, y mas aún, la Unión Europea en la que existe el mayor nivel del llamado Estado de bienestar, ese que garantiza una sanidad y educación universal, ha tomado nota y estará vigilante de los abusos de quienes utilizan la demagogia y el sectarismo para mantener una clientela que les garantice la permanencia ilimitada en el poder. Los abusos en una zona de la UE pueden provocar una crisis general por el llamado efecto mariposa. Según la “teoría del caos”, que tiene su origen en el proverbio chino de que “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, si en un sistema, como el de la Unión Europea, se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación podrá generarse un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Por ende, quienes por acción u omisión sean cómplices del abuso de la solidaridad y de los principios básicos de las democracias representativas, que son de largo las únicas, con sus defectos, que garantizan el progreso y el bienestar de la sociedad, serán responsables del daño emergente que con tales abusos ocasionen a las generaciones venideras.




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