lunes, 2 de noviembre de 2015

En un mes dos historias


Artículo de Carolina Rodríguez-Cariño


Vivimos a un ritmo frenético el día a día. Estamos imbuidos en nuestra vida cotidiana que va desde el trabajo a la casa, pasando por lo que nos acontece en ese entorno cercano, local y nacional. He de confesar, como antes me habréis leído, que el mío cruza el Atlántico y viaja a mi Caribe natal.
 
Estos días creo que viajamos entre encuestas. Y muy seguramente según nuestras querencias y cercanías, nos gustarán más unas que otras. Más aquellas cercanas a Enero o éstas próximas a las elecciones generales del 20 de diciembre, cuando estaremos entre “belenes”, si los izquierdistas de vino y caviar lo permiten, turrones y en mi caso, hallacas y pan de jamón. Pero pendientes de un período sin duda, histórico para muchos.

Probablemente, de todas las fechas y acontecimientos políticos que he vivido en estos casi 11 años en la península, éste siento que es el que nos podría marcar más de cara al futuro, inmediato y a largo plazo. Y es que lo que se decide es mucho.

Ciertamente estamos llenos de errores del pasado, lo que nos marca. La corrupción a todos los niveles llega a asquearnos, pero en cierta forma nos ha puesto de cara a la política, que habíamos, y me incluyo, dejado a unos señores que han “olvidado convenientemente” que son nuestros empleados. Y eso, desde el presidente del Gobierno hacia abajo. Los elegimos como administradores del Estado, que es de todos y cada uno de nosotros. Donde las leyes son las que marcan la pauta a seguir. Pero hasta eso nos hemos saltado.

Creo que no deja de sorprendernos, y pienso que por fortuna no perdemos esa capacidad, ante no solo la corrupción sino la impunidad con que ella ocurre. Y es que en la hermosa región donde vivo, Cataluña, cada día las páginas de diarios y redes sociales están plenas de acontecimientos cuyas cifras superan nuestra imaginación. Pero lo más grotescamente asombroso, es que con todo ello, sigan en la calle los autores de semejantes hechos, desfalcos, cobros, comisiones y un larguísimo etcétera. Paralelamente y con una tranquilidad pasmosa el “Govern” se declare insolvente para afrontar la deuda con las farmacias, mientras han usado el dinero (y a manos llenas) en promover la secesión (que no independencia), insistiendo vehementemente como los seguidores de esas sectas religiosas que “Espanya ens roba”. Con sus “telas” amarillas y estrelladas, con un “prusés” que le recuerdo, pagamos todos, sí Usted que me lee lejos de mi casa y de esta servidora, estemos o no de acuerdo con él, y que ambos estemos conscientes que el delito de “sedición” existe, porque sí, que van contra la ley, pero nada pasa.

Cataluña sin duda es una muestra más de todo cuanto ha ocurrido en España durante los últimos 30 años de democracia. Pero no es la única región donde la impunidad es la regla. Sino, pueden buscar los diferentes artículos que publican un día sí, y otro también, mis compañeros de este blog-diario-digital, sobre Andalucía. Y no tengo atisbo de duda que todo ello será decisivo en esta nueva contienda electoral.

Si bien lo que llena los diarios toca temas variopintos, que van desde la pre-campaña hasta los probables pactos que pudieran sucederse luego del 20D, nadie pone en tela de juicio que su voto pueda ser “usado” de forma fraudulenta. En España nadie duda que la votación es fiable. Que incluso el voto por correo es absolutamente respetado.

Entretanto, las discusiones entre los venezolanos en mi país giran en torno a la participación o no en las próximas elecciones del 6D, cuando se eligen los nuevos representantes a la Asamblea Nacional, antiguo Congreso de la República, otrora de Venezuela, y desde la constitución de 2002 con el “primer nombre” de Bolivariana. Que no hace tanto nos cambiaron el nombre, si lo pensamos bien. Muchos son los que llaman a que la votación sea masiva, a fin de garantizar el menor porcentaje de fraude, sí sí, como lo lee, fraude. Porque Usted verá, el árbitro, llamado Consejo Nacional Electoral (CNE), imparcial, lo que se dice “imparcial”, poco. A decir verdad, nada. Y ahora que lo pienso quizás su nombre sea otro y tenga algo como “Popular” en medio, como casi todo en el país de lo posible.

La historia es corta, pero difícil de entender para quien no está acostumbrado a estos “teleles”. Todos los poderes en la Venezuela chavista son nombrados por el gobierno, desde el Fiscal de la República, el Defensor del Pueblo (o del puesto), hasta los jueces del Tribunal Supremo, incluyendo sin duda alguna, los “rectores” del CNE. Para más inri, las elecciones son casi en su totalidad vía digital, a través de una pantalla con un software manejado también por el CNE. Así pues la oposición, quien va cada día más desunida, tiene en primer lugar que convencer a un electorado que no cree en unas votaciones limpias ni en ellos mismos, que participen. Aparte de pedir el voto por cada candidato. Porque no sé si muchos recuerdan que existe un cable submarino que se instaló para contactar a Cuba y Venezuela, lo que luego se hizo vía satélite, con lo cual, no pongo en duda que mucho de lo que allí se decida se haga también por “otras vías”, como se ha hecho antes. Vamos, que lo tienen crudo, y mucho. Ojo, y que no se dude que habrá, como siempre, veedores internacionales, que hemos tenido invitados a diversos personajes, como a Juan Carlos Monedero, el mismo de los 9 millones de euros, y a Gaspar Llamazares, quien decía que había que apoyar al régimen de Hugo Chávez para el referéndum revocatorio de 2004.  

Mientras en España nos asombran los hechos de corrupción, la impunidad, los programas electorales posibles o imposibles, si existen o no. En mi país intentan convencer un electorado que debe pasar horas en colas, literalmente llueva, truena o relampaguee, según el día de la semana y de acuerdo a su documento de identidad para poder adquirir productos de primera necesidad, tanto alimenticios como medicamentos, si es que los hay, con una inflación que ya se ha instalado, aunque Usted no lo crea, en los tres dígitos, cosas de la revolución bonita…  

Si hemos tenidos meses previos algo moviditos, los días que vienen creo que estaremos en medio de un tsunami. Así que señores, como dicen en mi tierra: ¡A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo!


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