lunes, 7 de diciembre de 2015

Intransigentes compulsivos


Artículo de Luis Marín Sicilia


“Con una obsesión impropia de  gestores públicos, algunos personajes firman pactos sobre laicismo y otras cuestiones que afectan a sentimientos y conciencias de los ciudadanos, con el único afán de poner en un brete a quienes no piensan como ellos”

“En la ciudad flamenca de Brujas se instala en la plaza principal un belén gigante en el que solo falta la figura de Jesús en el pesebre, ya acondicionado para recibirle justamente el día de la Nochebuena”

“¡Y aquí mientras, estos individuos potencian, haciendo el ridículo, "bautizos", "comuniones" y otros eventos con el apellido "civil"!”
 
Incapaces de entender lo que es una sociedad abierta y tolerante, una caterva de nuevos hombres públicos, ascendida a tal rango por los contubernios que se derivan de la utilización arbitraria del voto popular, se ha empeñado en poner en cuestión el respeto a las tradiciones seculares de la nación española.

Asistimos con excesiva frecuencia a una ofensa gratuita al sentimiento mayoritario de  la ciudadanía española, frente ofensivo que se manifiesta con mayor insistencia en las fiestas navideñas que estos días comienzan a celebrarse. Con una obsesión impropia de  gestores públicos, algunos personajes firman pactos sobre laicismo y otras cuestiones que afectan a sentimientos y conciencias de los ciudadanos, con el único afán de poner en un brete a quienes no piensan como ellos.

En contra de lo que pretenden vendernos sobre laicidad como algo opuesto a cualquier sentimiento religioso, alejado incluso de la neutralidad de los poderes públicos sobre el particular, la Constitución española es totalmente respetuosa con la libertad de creencias y religiones, constatando al mismo tiempo un hecho cierto como es el carácter mayoritario de la fe católica entre los españoles.

En sentido inverso al histórico español, estos nuevos inquisidores ignoran que países europeos, no ya aconfesionales, como el nuestro, sino profundamente laicos, viven estos días con masivo apoyo popular y callejero la conmemoración de un hecho histórico que, por mucho que les pese, marcó un hito fundamental en el devenir de la humanidad. Olvidan también que el mensaje que se rememora estos días es un mensaje de paz, de amor y de respeto a los semejantes.

Si viajaran un poco observarían cómo las grandes ciudades europeas se engalanan y conmemoran un hecho trascendental en la historia de la humanidad, al margen de que sus ciudadanos se identifiquen o no con la religión nacida de dicho acontecimiento. Verían como, por ejemplo, en la ciudad flamenca de Brujas se instala en la plaza principal un belén gigante en el que solo falta la figura de Jesús en el pesebre, ya acondicionado para recibirle justamente el día de la Nochebuena.

Si no fueran tan sectarios interpretarían correctamente como se conduce Francia, la nación laica por excelencia, después de los atentados recientes de Paris: un funeral religioso en la Catedral de Notre Dame en memoria de las víctima del horrible atentado yihadista. ¡Y aquí mientras, estos individuos potencian, haciendo el ridículo, "bautizos", "comuniones" y otros eventos con el apellido "civil"!

Que se nieguen ayudas a belenes o exposiciones públicas de índole religiosa es ridículo y afrentoso cuando se pretende justificar diciendo que no todos los españoles son cristianos o católicos. Porque esa regla de tres nos llevaría a no destinar ni un solo euro a ninguna de las variopintas partidas públicas destinadas a distintas manifestaciones, porque no todos somos gays, artistas ni antitaurinos.

Curiosamente, esta conducta compulsiva e intransigente de tantos sectarios metidos a políticos, despierta sentimientos de repulsa en personas cuya práctica religiosa es escasa o nula, pero cuyas raíces se sienten zaheridas ante la falta de respeto a una religión que predica paz, justicia y comprensión, lejos de otros sentimientos inspirados en el odio, el rencor y la venganza.




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