viernes, 15 de enero de 2016

El atraco del Siglo!

Artículo de Eduardo Maestre

Imaginen ustedes, lectores curtidos en toda suerte de sucesos, que unos ladrones perfectamente organizados se reunieran para atracar el Banco de España. Esto no requiere mucho esfuerzo de la imaginación, ciertamente; pero y si esa reunión la celebraran en público? Y si los ladrones se concitaran en las distintas televisiones de una región española para presentarse como el jefe de la banda y sus ayudantes de confianza? Liberen su mente e imaginen que el capo dijera en esas entrevistas "estos dos son mi mano derecha y mi mano izquierda, y ésos de ahí se van a encargar de traer las cuerdas, los garfios, los sopletes y la dinamita -caso de que hiciera falta".


Fuercen un poco más su imaginación y visualicen a estos ladrones de tintes exhibicionistas apareciendo en los telediarios nacionales diariamente; rodeados de micrófonos y pequeñas grabadoras, y asaeteados a preguntas por los periodistas: "Cómo piensan ustedes atracar el Banco de España?" "¿Es cierto que Manolo el Buitre les va a ayudar a subir la pared que da a la espalda de la avenida?" "Qué tipo de soplete industrial van a utilizar ustedes para abrir la caja fuerte?" Y, a todo esto, que el jefe de la banda respondiera, poniendo orden entre los micros que a su alrededor revolotearan como satélites "Así es: nos disponemos a atracar el Banco de España en un par de semanas"; "sí: Manolito el Buitre se ha prestado muy amablemente a entrenarnos para escalar paredes lisas y evitar las cámaras de vigilancia"; "pues mire usted: estamos en conversaciones con una industria escocesa para aumentar la energía calorífica del soplete que nos están fabricando y que utilizaremos -sin duda- para reventar la caja fuerte del Banco de España. Muchas gracias".

Los programas de debate televisivos y radiofónicos, comentando el atraco a diario, contarían con periodistas especializados y con experiencia en estas lides que pondrían el grito en el cielo: "A mí me parece delirante que avisen de que van a atracar el Banco de España; que cuenten cómo lo van a hacer; que digan la fecha y la hora... y que el Gobernador del Banco no haya denunciado todavía el hecho a la Policía!" Y tendría toda la razón! Pero, claro, también habría profesionales de la información que pusieran en tela de juicio la oportunidad de tomar medidas ante el anuncio del jefe de la banda: "Hombre! Están avisando porque saben que pueden hacerlo! Mientras no se lleve a cabo el delito, no hay nada que temer! Por avisar de que se va a atracar no pueden detenerte!" Incluso otros periodistas, probablemente educados en la oscuridad y el miedo, defendieran el derecho inalienable a atracar bancos. Y ya, por añadidura, reforzarían esta tesis alegando que hay ciudadanos españoles que cuentan con características específicas desde su nacimiento, cualidades infusas que les permiten estar por encima de la Ley.

Sé que estoy forzándoles a un ejercicio surrealista que, ya desde el primer párrafo, se salió de los corrales en los que la Realidad circunscribe los hechos que pueden ser imaginados sin temor a perder los visos de llegar a ser factibles, pero háganme el favor de apretar más el acelerador: imaginen que va llegando la fecha del atraco, anunciada a bombo y platillo en todos y cada uno de los medios de comunicación nacionales e internacionales, y los ladrones se plantan en Cibeles acompañados de una docena de furgonetas y rodeados por un sinfín de periodistas para dar un paseo triunfal por la calle de Alcalá antes de comenzar a escalar una de las paredes del Banco de España a plena luz del día. Imaginen que Manolito el Buitre, habiendo cumplido como perfecto entrenador de robo con escalo, dirigiera a los asaltantes a voces, desde el suelo y con un megáfono: “Pepe: tensa la cuerda! Tensa la cuerda, que te la pegas!” “Cuidao, Carmen; que ahí hay una cámara de vigilancia! Échate al lado izquierdo!”

Simultáneamente, el jefe de la banda, asaltado por los periodistas, justificaría como un derecho adquirido la perpetración del mayor robo del siglo. Sí: imagínenlo ustedes! Mientras el atraco se desarrollaba ante los ojos de todos, el jefe de los chorizos se explayaría ante la prensa, sin miedo alguno a las filas de policías que, desde la acera de enfrente, no tendrían más remedio que contemplar la escena mordiéndose los nudillos por no recibir una orden que sin duda pondría fin de inmediato a un atraco que, perpetrado a plena luz del día y avisado desde hace semanas, iba a conseguir quebrar las arcas de todos los españoles y destrozar las bolsas europeas.

…Parece de locos, eh?

Pues eso es, exactamente, lo que está ocurriendo en Cataluña desde hace tres años: aprovechando el momento dramático causado por una grave crisis financiera internacional, particularmente dura en nuestro país, una banda de forajidos, cuya locura ha sido alimentada durante treinta años por un nacionalismo irredento, ha considerado que tiene derecho a atracar el Fort Knox español, la reserva de oro de los españoles, que no es otra cosa que nuestra Soberanía! 

Sabiendo como saben, especialmente aquéllos que viven desde hace décadas de la Administración española (desde Pujol y su familia de ladrones hasta Artur Mas y todos sus secuaces), que la secesión es imposible, ilegal, anticonstitucional y destructiva; sabiendo que como nación independiente no van a tener cabida en Europa hasta que concluya la próxima Glaciación; conociendo como conocen el Código Penal, el Derecho Administrativo, el Derecho Internacional y las Leyes del Mercado, han dedicado miles de millones de euros provenientes del resto de los españoles, durante años, a la tarea de urdir una disposición mental y anímica fundamentada exclusivamente en el odio y en un difuso sentimiento de injusticia; disposición mental que ha desembocado, inevitablemente, en la certeza iluminada e indiscutible de que es urgente y es democrático atracar la reserva de oro de todos los españoles, reventarnos la Soberanía, destruir el tejido social, cultural, económico y hasta vital y llevarse doce furgonetas, llenas hasta las trancas de nuestro concepto de Nación, para guardarlo sin darle uso en la oscuridad y el olvido de sus cuevas neolíticas!

Porque, no lo duden ustedes, la parodia de actividad parlamentaria que está desarrollándose en esa desgraciada región española, abandonada a su suerte durante décadas por todos los Gobiernos que desde el 78 han sido; dejada de la mano del Estado a causa de una urdimbre de complejos y manierismos políticos incomprensibles ha llegado a su punto crítico. Esa parte de España que es Cataluña, condenada por culpa de estos insalvables complejos a caer en las manos del nacionalismo, tomó una deriva hace tres años de la que difícilmente podrá librarse el conjunto de los españoles sin graves tumultos o quizás algo peor; porque hemos permitido durante más de 30 años que una parte importantísima de nuestra nación fuera dirigida hacia el abismo; sin trabas. Es más: algunos irresponsables han alentando este rumbo, como hizo José Luis Rodríguez Zapatero, o han permitido que la fiesta se convierta en orgía, como ha hecho Mariano Rajoy Brey!

Ahora, el nacionalismo (que no es otra cosa que el origen de enfrentamientos sin fin entre vecinos y hermanos, la génesis del desgarro irreparable entre los miembros de una misma familia, el motivo de los más deplorables atrasos históricos, el peor de los cánceres políticos, el mayor delito de Estado, la causa de las guerras más terribles) ha asaltado uno de los Parlamentos españoles: el catalán. Porque, no lo olvidemos, el Parlamento catalán es Parlamento porque es español. La manifiestamente mejorable Constitución Española del 78, que distribuye el Estado español en Autonomías con sedes parlamentarias independientes es la que dotó a Cataluña de la red legal, administrativa y política sin la cual jamás de los jamases podrían los catalanes disfrutar de un Parlamento en el que prohibir (por ejemplo) la Fiesta Nacional!

Pues bien, en este marco parlamentario otorgado soberanamente por todos los españoles es donde se ha escenificado la paródica investidura del domingo por la noche de ese Harry Potter adulto y despojado de magia que es el nuevo y repentino President de la Generalitat catalana: el tal Carles Puigdemont i Casamajó (enseguía iba a ser investido President si se llamara Diego Álvarez de Madariaga!). Y cuando digo paródica investidura, lo hago con la conciencia de haber vivido una parodia, una suerte de ilegalidades encadenadas, tan alejadas de la realidad constitucional española y europea que por momentos me recordó a los juicios que hacíamos en casa de mi abuela el batiburrillo de primos tras las comidas familiares: mi prima Mercedes y yo solíamos repartirnos los papeles de fiscal y de abogado defensor, respectivamente, y allí mismo juzgábamos a alguno de nuestros primos más pequeños, pobres víctimas propiciatorias que se acababan aburriendo de las parrafadas en contra y pro reo que mi prima y yo largábamos sin límite. Pura parodia de la Ley! Puro juego infantil! 

Sin embargo, lo que ahora nos espera no es un juego de niños. Porque lo han conseguido! Lo han hecho. El atraco está consumado. Y que conste: avisando de ello desde hace años; poniendo fechas; presentando al jefe de los atracadores; distribuyendo el trabajo de escalar, forzar las puertas, anular las cámaras de seguridad, disponer el soplete y reventar la caja fuerte. Lo han realizado a las claras: comentando en público a todas horas por dónde pensaban escalar, cuántas furgonetas necesitarían para atracar el Banco de España, y a qué hora y por dónde.

Lo dije hace años en los vídeos que grabé al respecto: “quien, pudiendo impedirlo, permita que este atraco prospere hasta consumarse, es corresponsable del delito; es cómplice”. A mi juicio, y sin perder de vista que los atracadores de mi soberanía son los clanes pancatalanistas separatistas, el Gobierno del PP -con su Presidente a la cabeza- es el responsable in vigilando de lo que ocurra a partir de ahora en Cataluña. Porque cuando se hizo aquella uve gigantesca, o esa bandera cuatribarrada con cientos de miles de golpistas desfilando al más puro estilo norcoreano, o ese referéndum con urnas de cartón, con las proclamas que acompañaron toda esta fiesta, que eran de traca, el Gobierno español no estaba en funciones, sino con una mayoría absoluta que ya quisiera cualquier partido para gobernar! Y todas estas locuras, ilegales a todas luces, no se atajaron con la Ley, alimentando de este modo el sentimiento de impunidad con el que hoy campan por sus respetos y se orinan en la unidad de mi nación estos gafapastas venidos (y nunca mejor dicho) a más.

No sólo Occidente se enfrenta al terror medieval, al horror gore del fundamentalismo islamista, sino al resurgimiento en su víscera cordial, Europa, del espanto nacionalista, cuya máxima se resume en dos axiomas: 1) “yo soy superior a ti” y 2) “voy a eliminarte para no tener que constatar que el primer axioma es falso”. Las dos formas de eliminación que siempre utiliza el nacionalismo son: la separación y el desgarro del Estado del que se separan, o el genocidio sistemático de la población que molesta a la vista. Las dos grandes guerras mundiales comenzaron por cuestiones de nacionalismo puro; las de los Balcanes, nacionalismos encadenados también. Y siempre ha sido Europa la que ha entregado los millones de cadáveres, el espanto, el dolor, el quebranto y la depresión de las posguerras. El caso de Cataluña se asienta, de momento, en el primer modo: la secesión. Pero no olvidemos que la mayoría de la población catalana no quiere separarse de España, y que, si este atraco no se detiene ya, podríamos perfectamente asistir a la aplicación, por parte de estos iluminados, de la seconda maniera de aplicar los axiomas nacionalistas: la muerte física del otro.

Así que no lo duden ustedes: estamos ante el atraco del Siglo. Ya ha comenzado. Sólo les queda esconder las furgonetas en sus cuevas nacionalistas, en donde nuestra soberanía robada se pudrirá para siempre jamás. Y no habremos hecho nada por impedirlo!







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