martes, 26 de enero de 2016

Si hay que ir se va, pero ir pa ná... es tontería


Artículo de Paco Romero


El pasado viernes, el presidente del Gobierno en funciones puso la pelota en el tejado de Sánchez que aprovechó la ocasión para hacer mutis por el foro y dar por finiquitado un fin de semana para el que había anunciado conversaciones definitivas en pos de formar gobierno con Podemos.


La decisión de Pablo Iglesias de ofrecer a su partenaire un gobierno prefabricado -anunciada con toda la intención de dinamitar el proceso de conversaciones por la que suspira el líder socialista, lo que abocaría a la repetición de elecciones que dieran la puntilla al partido fundado por el otro Pablo Iglesias- puso en bandeja la renuncia de Mariano Rajoy a someterse a una sesión de investidura en la que quedaría patente su incapacidad numérica para ser reelegido.

Aún hoy, desde diversos sectores y principalmente desde los cercanos al histórico partido de Ferraz, se califica la maniobra del presidente en funciones como una burla al Estado de derecho. Nada más lejos de la realidad: es la primera vez que un presidenciable llega a la audiencia regia sin posibilidad alguna de obtener el respaldo de la cámara baja y es hora de recordar -en términos jurídicos- que una sesión de investidura tras unas elecciones generales, en virtud del artículo 99 de la Constitución, en nada se compadece con la moción de censura de los artículos 113 y 114, la cual obliga a la inclusión de un candidato a la Presidencia del Gobierno que sale nombrado ipso facto tras la derrota del censurado. Esa es la fórmula con la que se ha fantaseado no solo en las cuatro últimas semanas sino durante los postreros cuatro años, pero que no ha podido hacer efectiva simplemente por la tozudez de la aritmética parlamentaria, la misma que ahora obliga a Rajoy, al modo Cruz y Raya, a afirmar que “si hay que ir se va, pero ir pa ná... es tontería”.


Todo ello en detrimento del meridiano mandato de las urnas que no ha sido otro que se produzca un definitivo entente entre las tres formaciones aún dispuestas a gestar una Segunda Transición que sea capaz de recauchutar las múltiples grietas de la Primera, como viene denunciándose en este diario, pero idónea también para proyectar a España, si se logran soterrar definitivamente los conflictos del pasado, a un futuro prometedor durante otros siete lustros de paz y avances. En sus manos está. Rajoy dio el viernes un primer paso atrás y todo apunta a que, llegado el caso, no será el último en pos del interés general, gesto que, también, se espera del secretario general socialista.


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