lunes, 5 de septiembre de 2016

España en la encrucijada


Artículo de Antonio Barreda


Estoy viendo en España el fenómeno de la manipulación de las masas

El escenario político cada vez se parece más a la España y a la Europa de los años 30


La manipulación política de las masas

Desde hace años estoy viendo en España el fenómeno de la manipulación de las masas a través de una propaganda política que repite conceptos y estructuras de comunicación que llevaron al poder a los peores personajes que ha conocido Europa. La crisis económica ha traído a efecto las viejas ideologías actualizadas de izquierda y derecha. En los años 30 el fascismo supo manipular las masas en su beneficio. Uno de los primeros en estudiar la manipulación de las masas fue Wilhelm Reich en su libro la psicología del fascismo, publicado en 1933. Reich, sociólogo, psicoanalista y comunista, uno de los primeros colaboradores de Sigmund Freud y coetáneo de la llegada de los nazis al poder, explicaba que el apoyo masivo al nazismo habría sido consecuencia de la represión sexual propia de un modelo de familia autoritario muy extendido entre las clases medias y entre gran parte de los trabajadores. 

Para Reich, los partidos de izquierda habrían fracasado ante Hitler porque no supieron trabajar las condiciones subjetivas de los obreros alemanes, mientras que los nazis sí supieron conectar y movilizar la estructura psíquica del proletariado y las clases medias mediante una propaganda muy eficaz. La situación era desesperada en una Alemania asfixiada por el pago de las reparaciones de guerra y una crisis del 29 que cabalgaba desbocada por sus calles. Y fue una propaganda eficaz la que conectó con las masas obreras y con una clase media que temía al capitalismo. Una de las citas más célebres de Hitler es que las masas son afeminadas y estúpidas y solo la emoción y el odio puede mantenerlas bajo control. Así, para Reich mientras la izquierda intentaba conectar con las masas alemanas a través del lenguaje obrero y de la realidad económica, los nazis supieron conectar con la estructura psíquica del proletariado desplazando a toda la izquierda.

Por el otro lado, Stalin y los marxistas soviéticos lograron grandes avances en la manipulación de las masas a través de la propaganda y de los conceptos de Marx sobre la alienación de las masas. Y todo ello como resultado del control total tanto del Estado como de todos los resortes del poder. Su gran enemigo político Trostki fue el primero en denunciar los movimientos de Stalin por hacerse con el poder y las purgas que trajeron luego. Pero solo encontró el exilio y la muerte. La manipulación de las masas a través del engaño colectivo del líder tuvo en Stalin al gran maestro.

La llegada de su sucesor Khrushchev al poder y su discurso secreto al XX congreso del PCUS donde denunciaba que las prácticas totalitarias de Stalin son el mejor ejemplo de la maquinaria de control de las masas. Khrushchev denunció en el discurso que “Stalin inventó el concepto de «enemigo del pueblo». Este término hizo automáticamente innecesario que los errores ideológicos de los hombres expresados en una controversia se comprobasen; este término hizo posible que se usaran los más crueles métodos de represión, violándose así todas las normas de la legalidad revolucionaria, cada vez que alguien estaba en desacuerdo con Stalin o que se sospechara en él una intención hostil o debido simplemente a que tenía una mala reputación. Este concepto de «enemigo del pueblo», finalmente, eliminó todas las posibilidades de que se desarrollaran luchas ideológicas o de que alguien pudiese dar a conocer su punto de vista respecto a cualquier problema, aunque ellos fuesen meramente de carácter práctico. En general y en realidad, la única prueba de culpabilidad valedera era la confesión y ella se usaba contra todas las normas de la legalidad, por cuanto se ha podido demostrar posteriormente que esas confesiones se obtenían presionando por medios físicos al acusado. Esto condujo a abiertas violaciones de la legalidad revolucionaria, y al hecho de que muchas personas enteramente inocentes, que antes habían defendido la línea del Partido, se transformaran en víctimas.”


La nueva estrategia de comunicación

Los grandes pensadores de la comunicación han visto un instrumento de manipulación de las masas en los medios de comunicación. Chomski elaboró 10 estrategias de manipulación a través de los medios, como la estrategia de la distracción, crear problemas y después ofrecer soluciones o mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Pero ha sido la llegada de las nuevas tecnologías y las redes sociales las que verdaderamente han ampliado el campo de acción de las estrategias de comunicación sobre las masas. La movilización del 11-M a través de SMS en todas las ciudades y la concentración frente a las sedes del PP el día de reflexión fue capaz de derribar a un gobierno al día siguiente. El papel de los medios, que iba muy por delante del gobierno, y los inmensos errores de comunicación del propio gobierno lo llevaron a la oposición. Errores de comunicación que aún no han sido capaces de corregir y que aún conserva y arrastra el PP de hoy.

Hoy hay evoluciones actualizadas del debate derecha izquierda del pensamiento político como en la Europa de los años 30. La derecha se ha ido transformado en neoliberal o neocon para sus detractores, y lo peor es que no ha hecho absolutamente nada ni para mitigar este mensaje ni para paliar sus consecuencias. Una derecha en España que reivindicaba el centro como valor y que ha dado a día de hoy la espalda a esa referencia. Por otro lado, la socialdemocracia, que creció con fuerza en la Europa de mitad de siglo XX, tampoco ha sido capaz de articular una solución política a una crisis económica que la pilló por sorpresa en el gobierno y que convirtió a Rodríguez Zapatero en el peor presidente de la democracia española. Nunca nadie destruyó tanto en el modelo económico ni en empleo en tan poco tiempo. Y cedieron el testigo de un modelo agotado por falta de liderazgo y de ideas. Rubalcaba fue una transición hacia lo desconocido, con un Pedro Sánchez perdido entre el dilema de la silla y el sueldo o el paro y la defenestración.

El punto de inflexión en la izquierda llegó con un PSOE agotado, sin liderazgo fuerte, y con la calle perdida. La llegada al poder de un PP con una mayoría absoluta lo dejaba tocado. Acorralado en la calle, muy tocado en su referente como gobierno y con una falta de iniciativa parlamentaria galopante, intentó movilizar a las masas, con mensajes muy bien construidos para que calaran en el subconsciente de las clases medias como los conceptos de recortes en todas sus extensiones: sanidad, educación, destrucción del estado de bienestar, de los medios de transportes… Y el viejo uso de los sindicatos apéndices para crear un estado de movilización permanente. Nacen así la marea blanca de la sanidad o la marea verde de la educación. Pero no contaron con que estos movimientos no estaban ya controlados ni por su militancia, ni por sus simpatizantes, ni siquiera por sus votantes, sino que estaban siendo controlados por algo nuevo que se estaba gestando.


Los nuevos movimientos políticos

Previamente, todos y cada uno de los errores de la democracia española hizo crecer un movimiento de masas nuevo antes de las municipales de 2011, el de los indignados que tomaron las principales plazas del país. El propio PSOE intentó desde el primer minuto capitalizar este movimiento y fue rechazado por él. Entre ellos encontré, curiosamente, a hijos de cargos del partido en el gobierno y sindicales que se manifestaban contra sus padres, mientras ellos mismos habían crecido en la opulencia y en las bondades del régimen. Y el régimen siempre los había mimado y los había acunado en cunas de oro.

Tras las elecciones municipales se fueron diluyendo estos movimientos pero quedaba una gota de sangre que debía convertirlos o en una asamblea popular o en un partido político. La opción política fue muy estudiada por los líderes de los que hoy es Podemos, con una estrategia de comunicación muy avanzada y de control de masas. Empezaron por aparecer en medios de poca repercusión mediática para logar dar el salto a los grandes medios televisivos y de prensa. Fueron los primeros en usar las plataformas de redes sociales de forma masiva para difundir el mensaje y sus ideas. Y han conseguido aglutinar a su alrededor a todas las mareas que se gestaron en las calles como la educativa o la de la sanidad. Además, han ido evolucionando y adaptando el mensaje desde un comunismo primitivo hasta una posición más socialdemócrata. Eso les trajo problemas con uno de sus principales componentes: los anticapitalistas que habían evolucionado desde el Movimiento Comunista y la antigua LCR. Y esos problemas aún no han sido resueltos, sobre todo en Andalucía donde, además, no dominan la calle contra las políticas de la Junta. A esto se le une la falta importante de cohesión territorial en algunas comunidades como Galicia, Cataluña o Valencia que puede hacer saltar todo ese proyecto por los aires muy pronto.

A la vez crecía otro movimiento nuevo en Cataluña conocido como Ciudadanos que dio el salto a la política nacional en las elecciones generales de 2015 tras las municipales y autonómicas de Andalucía, y que se comió a UPyD. Un movimiento que se sabe de dónde viene, pero que no se sabe a dónde va. Su gran logro es que supieron conectar mediática y políticamente a través de un discurso nuevo con una masa importante de votantes que ya no se identificaban con el tradicional centro-derecha que representaba el PP, y que, además, venía a dar un modelo conciliador entre los dos principales partidos en el poder desde la llegada de la democracia.  Aunque es indiscutible que le persigue y le perseguirá la sensación de sustentar a Susana Díaz en Andalucía con un cheque en blanco y sin mucho ruido frente a una dureza de condiciones al gobierno de Cristina Cifuentes.
  
Todo este conjunto de hechos hace que el escenario político de hoy sea muy preocupante porque se va pareciendo políticamente cada vez más a la España y a la Europa de los años 30. Posiciones cada vez más antagónicas ideológicas y económicamente que se autoexcluyen de un debate o de un acuerdo con el contrario. Todos contra todos. Y eso solo trae siempre conflictos irresolubles que derivan en múltiples problemas para los ciudadanos.

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