sábado, 1 de octubre de 2016

La crisis del PSOE es la crisis del Estado


Artículo de Manu Ramos


No hago la afirmación del título porque considere, como dicen algunos cursis, que el PSOE sea un “bien de Estado”. Como partido financiado por todos los españoles (como el PP o Podemos) el partido que parece que dirige Pedro Sánchez es un órgano del Estado. Como la policía, como los bomberos, como cualquier funcionario. Los partidos políticos en España son organizaciones que nacen y mueren en el Estado, al calor del dinero que reciben por el mero hecho de existir. Así, una persona de derechas paga la sanidad de uno de izquierdas del mismo modo que una persona de izquierdas paga el partido de una persona de derechas. Porque en España es lo mismo la salud que el poder.
Un partido estatal puede desaparecer. Véase el caso de UCD, por ejemplo. No obstante, aunque las siglas dejaron de estar vigentes, se pudo ver más tarde a muchos dirigentes de esa organización en otros partidos. Hay especialistas en cambiar de partido a partido (como diría el Cholo Simeone) y así permanecer décadas como un funcionario de la política. Es lo que tiene que tengamos un sistema electoral no representativo, que los que están en la política lo hacen gracias a el blindaje que dan las listas: listas del congreso, del senado, de comités, de órganos directivos, listas cremallera, listas de parlamentos autonómicos, de órganos consultivos... Todo atado y bien atado como quería Franco. Si se está a bien con el jefe y se tiene información valiosa, se puede incluso ser expulsado de un cargo pero recolocado en otro, como el actual dimisionario del comité federal del PSOE, Tomás Gómez. ¿Esta persona no había sido apartada de su cargo por sospechas de corrupción? ¿cómo es que seguía en el mayor órgano de la dirección del partido?

Por supuesto, de esta crisis del PSOE dejará secuelas pero muchos atacados y vilipendiados hoy tendrán su carguito en tiempos futuros. El mismo Pedro Sánchez, si es apartado como se prevé que lo sea, no se rendirá sin más. Ha demostrado una testarudez digna de la mula más pertinaz. Sin embargo, la brecha más importante no ha sido ocasionada por carácter de Sánchez sino por la trayectoria del régimen de partidos actual. La fragmentación política no sólo se ve en la aparición de diferentes partidos sino que se produce también dentro de los partidos. Una roca tan dura como el régimen del 78 no se convierte en arena de forma instantánea. Primero las rajas parten la roca en dos, luego en 3, en 5, en 8, en 13...


El PSOE sufre por el fin del consenso

Existía un acuerdo (Pactos de la Moncloa) que ponía en práctica la traición a los españoles tras la muerte de Franco. El poder se repartió entre los franquistas y los neofranquistas (la oposición vendida) sin que decidieran los españoles, que estaban y están acostumbrados a no tener libertad política. Esta “democracia que tanto trabajo nos ha costado” consiste en un papelito el cual fue ratificado en 1978 y que sólo tenía dos opciones: sí o no. La gente entendía que o venía algo distinto o seguía el régimen de Franco, y votó que sí al papelito sin leerlo ni comprenderlo. Se votó como viejo que firma una preferente.
Los españoles, por ignorancia, corrupción o desidia, han seguido con la estafa casi cuarenta años hasta que algunos han empezado a molestarse por la tanta corrupción generalizada. El 15 de mayo de 2011 muchos salieron a la calle. Han aparecido muchos ingenuos que creen que esto se puede cambiar desde dentro y los aprovechados han fundado partidos para vender ese producto a los citados ingenuos. Pero esto plantea un serio problema al consenso existente. Aquello del 78 fue un acuerdo entre los franquistas, el PSOE y los comunistas de entonces. Ahora los hijos ya no quieren ese acuerdo. Borrel acaba de decir que muchos de los hijos de socialistas están en Podemos. Por tanto aquel acuerdo tácito de que PP y PSOE se iban a llevar bien ha quedado desdibujado. Han entrado más comensales en la mesa.
Este panorama ha alterado lo que se esperaba del comportamiento de los órganos del Estado, los partidos. Ahora tienen que encontrar otro equilibrio que, junto con este sistema electoral, les permita llevarse bien entre ellos. La pugna dentro del PSOE es por ver hacia dónde se posiciona el partido, es decir, en manos de quién cae. Tiene que haber otro consenso dentro del propio partido, tiene que volver la paz (de los cementerios) a la organización.
Así es el régimen de partidos, todo depende de ellos. Si tuviéramos representantes sería tan fácil como cambiar de representante, pero cambiar a un partido entero es complicado. Sobre todo si tiene sus raíces incrustadas hasta lo más profundo del presupuesto público. Si un partido sufre y ese partido tiene el tamaño del PSOE, entonces sufre todo el Estado. El vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, simplemente deseó lo mejoral PSOE, cuando es su rival político. Aunque aparentemente toda esta situación beneficie al PP, si el PSOE cae definitivamente será la desaparición completa del consenso del 78. Habrá que inventar otro si se quiere mantener la mentira.
Y habrá otro consenso, seguro. Pero será tan precario y la situación histórica es tan diferente que ya no se puede estafar con la misma técnica que al viejo con las preferentes. Tendrán que inventar algo más sofisticado. Pero, discúlpenme, no veo yo a los actores políticos actuales muy sofisticados que digamos.

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