domingo, 23 de octubre de 2016

Si yo fuera dirigente de Podemos


Artículo de Rafa G. García de Cosío


Se han parado ustedes a analizar el éxito de Juan Ramón Rallo en televisión? Los telespectadores de La Sexta lo adoran. Los liberales, porque disfrutan de sus claros argumentos contra la intervención del estado; y los socialistas (de todos los partidos, como diría Solschenizyn), porque es el gran azote contra los falsos liberales del archienemigo PP. Por eso no deja de aparecer en La Sexta. 

 El caso de Rallo es totalmente contrario al de los dirigentes de Podemos. España ha sido durante muchos años, y sigue siendo, un país donde se critica al otro por lo que dice ser, por su superficie, y no por cómo actúa en realidad, por su esencia. Siguiendo esta senda, el partido Podemos basó su existencia en los ataques al PP, sin analizar profundamente si éste partido es realmente tan conservador o liberal como sus miembros creen. No lo es. Así que con esta estrategia, el partido de Pablo Iglesias ha recolectado solo el apoyo de la sociedad más radical o impulsiva.

Si yo fuera dirigente -o líder- de Podemos, no lo dudaría ni un segundo, y actuaría como Juan Ramón Rallo: el objetivo número uno no sería el PP -teóricamente oponentes ideológicos-, sino el mismo PSOE. Pero no por medio de escraches, como esta semana a Felipe González y hace algunas semanas más en el comité federal de pandereta en Ferraz. Si yo fuera líder de Podemos, y encima pretendo que mi partido se parezca a un movimiento nórdico-escandinavo, no permitiría jamás que mis filas se comportaran como aprendices de lo que promovió el PSOE el 13 de marzo de 2004 (ahora prueban su propia medicina). Si fuera líder o dirigente de Podemos, en definitiva, me preocuparía sobre todo recobrar la cordura y la decencia en la izquierda española.

HARTAZGO ANDALUZ

Podemos ignora a las decenas de miles de andaluces que no votan desde hace años al PSOE en la Comunidad Autónoma pero sí lo hacen en elecciones nacionales o europeas. El gran error ocurrió hace algunas semanas, cuando Pablo Iglesias gritó a los cuatro vientos que el PP era el partido más corrupto de la historia de la Democracia. Una boutade, todo un resbalón. El partido más corrupto de la Democracia es el PSOE, si nos ponemos a hablar en serio y con datos en la mano como los que cada semana nos deja aquí nuestro valiosísimo amigo Luis Escribano (esperemos que nunca tire la toalla en sus pesquisas).

No sé si soy el único que lo piensa, pero un Podemos de verdad volcado en una socialdemocracia ejemplar y virtuosa habría llegado hoy más lejos que esta amalgama de sans-coulots con el mismo destino que Izquierda Unida a principios del milenio. Han cansado, mareado y engañado a muchos votantes ilusos. Es una pena para ellos. Pero sobre todo para Andalucía y toda España.


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