viernes, 9 de diciembre de 2016

Je suis Luis Escribano


Artículo de Antonio Barreda


El cese de nuestro editor y amigo Luis Escribano de la jefatura de servicio esconde las verdaderas entrañas del régimen constituido en la Junta de Andalucía por el partido único que la lleva gobernando casi 40 años: la confusión de lo público y del partido como una sola cosa, la confusión de gobernar para algunos y en beneficio de algunos. Y, sobre todo, el hecho de que usen a su antojo los medios materiales y humanos de la Junta de Andalucía sin tener en consideración que hay más de 8 millones de andaluces sobre los que hay que gobernar equitativamente. No puede haber diferencias entre un ciudadano de la ciudad y un ciudadano del ámbito rural, ni entre uno de la costa y otro de las sierras andaluzas.

“El dinero público no es de nadie”, dijo la exministra y exconsejera socialista Carmen Calvo. Pues el dinero público es de todos y cada uno de los ciudadanos que han pagado sus impuestos para generarlo, y estos ciudadanos han elegido un partido para el gobierno con el fin de que lo gestione de forma eficiente y ecuánime para todos. Y ese gobernar sin cumplir las normas para favorecer a algunos en función de afinidad territorial y afinidad ideológica es por donde Luis no pasaba. Y porque un funcionario mira por “lo público” de manera pulcra, equitativa, sea de donde sea el ciudadano, sin importarle lo más mínimo quién o qué gobierna en ese municipio. Lo contrario era y es poner en tela de juicio la equidad del funcionario público en las ayudas o subvenciones en función de intereses partidistas.

Lo peor es que Luis llevaba años ejerciendo esa jefatura de servicio de forma inmaculada, de manera pulcra y leal desde septiembre de 2012. Y solo tres horas después de que el director general le pidiera explicaciones por la denegación de las subvenciones solicitadas por la localidad de Albuñol, gobernada por el PSOE, es cesado. Tres horas antes había gestionado el servicio con altas dosis de eficacia y eficiencia, y tres horas después fue eliminado de la organización. Y “como es un PLD no tengo que dar explicaciones”, dijo la Junta a un medio con esa chulería que les ha caracterizado desde la llegada al poder. Ahora queda por ver si esa subvención para Albuñol sigue para adelante o no tras el cese. Estaremos atentos.

Pero no te preocupes Luis, todos los que hemos sentido el peso del poder del régimen sobre nuestras carnes hemos descubierto que hay personajes de tercera fila que son los que quieren hacer méritos ante sus amos, son los que quieren llenar de cabezas el cesto sin pararse a pensar si eran de los suyos o de los tuyos. Yo lo sufrí en verano del 2015 en cuanto reingresé en la Junta tras una excedencia. Recuerdo perfectamente los comportamientos y los gestos del régimen. Esas ganas de hacer daño por orden de quien no tiene rostro. De todo ello tengo pruebas por escrito y registradas. Algún día saldrán a la luz y se contarán.

Si hubiera o hubiese una carrera profesional digna en la Junta de Andalucía donde se ocuparan por funcionarios los puestos de trabajo hasta el nivel de director general a través de concursos públicos, no ocurrirían estos hechos. Las jefaturas de servicio se ocuparían por concurso de méritos y no habría forma de colocar a nadie “a dedo”. Nadie podría ser cesado por poner reparos a los documentos. ¿O ya se nos ha olvidado el caso ERE donde el interventor general hizo varios reparos a la forma de partir y repartir el dinero público a empresas y personas, y aun así siguieron repartiéndose?

Los que llevamos denunciando el régimen desde hace muchos años somos, irremediablemente, laminados, tarden más o tarden menos. Somos conscientes de ello, pero no nos da miedo, ni tampoco nos enmudecerán. No quebrarán nuestra voz ni nuestra esperanza en una Andalucía mejor. No oscurecerán nuestras palabras con castigos ni con amedrentamientos, no nos callarán jamás, pase lo que pase y le pese a quién le pese. Estamos ejerciendo un escrupuloso ejercicio de responsabilidad para con los andaluces en su conjunto. Y esos son valores superiores.

Los que estamos castigados dentro del régimen hemos aprendido a que tenemos muy pocos amigos dentro y también fuera. Los que decían ser amigos dejaron de estar ahí en cuanto atravesabas las puertas del infierno, y esos que creíamos que eran amigos de verdad -no los afines “políticos”- pero nos dejaron en la estacada en cuanto pudieron, en cuanto vieron que ya nos les interesaba seguir más en nuestro camino, que no podían usarte más, y lo peor de todo es que lo hicieron en la justificación de que el malo eres tú. Luego llegó esa inmensa soledad del corredor de fondo a estar contigo, a formar parte de tu vida. Pero estaban equivocados. Esa soledad nos hace más fuertes, nos carga de razones para seguir luchando y denunciando todo lo que pasa en Andalucía. Y, sobre todo, para saber quiénes son los amigos y los que están contigo. A todos los tengo apuntados, a “lo Pepe Caballos”.

El régimen tiene muchos elementos para ningunear al empleado público, y muchos cómplices que les siguen el juego. Y digo cómplices porque incluyo a los que callan, a los que consienten, a los que no dicen no a la voz de su amo. En Andalucía hemos asistido a la construcción de un régimen. Y muchos son coautores de esa construcción, sobre todo una prensa adicta que ha construido un muro de silencio alrededor de él. De lo que no se informa no existe. Lo que no se habla no consta. Y eso ha dado lugar a una Andalucía donde se ha expandido el poder de un régimen que va ya por la tercera generación. Y de su construcción sé algo, hay dos libros: “La tela de araña andaluza I. Hilos de un régimen” y “La Tela de araña andaluza II. El poder de un régimen”. Léanlos. Están gratis en Internet. Búsquenlos y lean, lean y lean.

Por ello, todos los que creemos en la libertad, en la democracia, en que la palabra libre y la libertad de expresión son uno de los bienes más preciados del hombre, debemos ser hoy, más que nunca, Luis Escribano. Y gritar en las puertas de San Telmo: ¡Je suis Luis Escribano!

En honor a Tip y Coll y riendo por no llorar: ¡comencemos… “commençons”!

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