miércoles, 18 de julio de 2018

Suicídese usted si quiere


Artículo de Fran Bo

Volvió a aparecer en la escena pública el barón del PSOE de Castilla-La Mancha, hombre polémico con un pasado tan turbio como el de cualquiera que haya ocupado el cargo de presidente de una comunidad autónoma, José Bono, quien acuñara en televisión la expresión "corrupción decente", ¿corrupción honrada y recta? No sé si recta, pero sí directa al bolsillo de quienes saquean las arcas públicas a través de las multiplicadas instituciones del Estado (las autonomías y los municipios, los feudos de los partidos).

No hay que ser muy brillante para percatarse de que en España solo hemos visto la punta del iceberg de la corrupción. En el programa Demos la palabra (DEMOS TV) he tenido la oportunidad de conocer cómo funcionan las instituciones autonómicas gracias al testimonio de funcionarios públicos que se han atrevido a denunciar casos de corrupción de la Junta de Andalucía. La gallina de los huevos de oro es la contratación y la subcontratación, pero no leerán ni una palabra sobre este asunto en los grandes medios de prensa escrita, no digamos en la radio o en la televisión, siempre al servicio de uno u otro partido. Porque los partidos reparten contratos, y los contratos son la forma legal de repartirse el botín. ¡Cuántas veces hemos escuchado que una obra pública se ha excedido del presupuesto original en una gran suma de dinero! ¿Quién vigila la contratación? Nadie. Porque sin contrapoder con garantía constitucional, es decir, sin separación de poderes, solo los héroes se atreven a denunciar los casos de corrupción. Jesús Candel, Jaime González, Luis Escribano y tantos otros, con ellos se manifiesta la decencia, la honradez y la rectitud.

Durante los últimos años José Bono quedó en barbecho, debido seguramente al escándalo del abultado patrimonio familiar que acumuló durante su carrera política. Pero la llegada al poder, casi por azar, de Pedro Sánchez, quien lanzara un órdago, sin tener las mejores cartas, aprovechando la sentencia del caso Gürtel, ha provocado que los barones salgan de sus cuevas en busca de notoriedad e influencia. ¿Quién no quiere un cargo? ¿Quién no quiere un contrato de un amigo? Ya lo dijo Alfonso Guerra: "el que se mueva no sale en la foto". Pero el que se queda en la caverna tampoco. El PSOE vuelve al gobierno y lo hace con el populismo al que nos tiene acostumbrados, eutanasia, aborto, feminismo ideológico, franquismo y federalismo.

En una España que padece una de las peores crisis políticas, sociales y económicas de su historia, la agenda de Sánchez consiste en exhumar el cadáver de Francisco Franco y promover el federalismo. Nos quejábamos de la tibieza del cobarde de Mariano Rajoy (otro indecente por este y más motivos), pero la traición llega al extremo con el socialismo del "no es no" mientras me interese. Mover una lápida y unos huesos parece más fácil que destruir una nación de cientos de años para que unos nuevos Estados se declaren naciones con el objeto de que luego se federen. Eso no se lo cree nadie.

Sin embargo, mucho más grave es la solución que propuso José Bono, con quien empecé y termino este artículo, cuando en el programa La Sexta Noche afirmó que sobre el derecho a decidir se debía consultar a todos los españoles, no solo a los catalanes. ¿Acaso se puede preguntar a los españoles que nacieron, vivieron y murieron como tales? ¿Se puede consultar a los españoles que nacen o mueren cada minuto que pasa? ¡La nación es un hecho de existencia que no se puede someter a referendo! ¡La nación no se vota!, ¡se defiende!

Que quien fuera Ministro de Defensa proponga votar el suicidio nacional... Suicídese usted si quiere, pero deje a la nación tranquila. Si es que puede estarlo bajo el yugo del Estado de partidos que la traiciona, la arruina y la enfrenta.


(Publicado el 12 de julio de 2018 en El Crítico)


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