lunes, 15 de octubre de 2018

Yo tengo un sueño


Artículo de Antonio Barreda


Yo tengo un sueño. Que los andaluces nos libremos en las urnas de los largos 38 años de años de hierro de gobierno del Psoe en Andalucía. La hidra es tan inmensa que ya no basta con cortarle la cabeza. Solo hay que darse una vuelta por las entrañas de la región para ver el hambre y la sed recorrer la sangre de muchos de nosotros, abandonados a las puertas de un Parlamento que no escucha la voz de su propio pueblo. De un gobierno que nos ha encerrado a todos en la pobreza de un mapa que llamaron Andalucía.

Nunca cortaron las cadenas medievales que subyugaban la carne de mi pueblo, ni cortaron la edad feudal en la que lo encerraron desde hace veinte siglos, ni cortaron la larga cuerda donde amarraron su libertad. Nada es más doloroso que tener un amo impuesto que te deprecia aunque dice gobernar en tu nombre. Que dice tener tu mismo linaje, pero solo lo usa para llegar a la silla desde donde nos gobierna a todos. Los años de la libertad, de las banderas libertarias ondeando en las calles de mi pueblo, han pasado. Solo era la imagen usada para llegar a palacio con la voz de otro. Para llenar de mentiras los libros de historia.

Los ríos de mi patria bajan de las montañas llenos de pena y de miedo. Ven a las madres llorar en las casas y la abuela mentir sobre el pasado. Ya no hay alegría en las eras. Ni en los lagares se canta la canción de la cosecha. Todos guardan luto y persiguen a los que predican la libertad, a los que enseñan la verdad en las tardes de este otoño caluroso. Sus lenguas deben ser silenciadas. Y su palabra proscrita. Nada debe llegar de la verdad a las casas, ni a las calles donde Mariana Pineda buscaba la libertad.

Una vez subí solo hasta un balcón alto para ver el hontanar donde empezaba el horizonte de mi patria a ser un sueño. Pero el sueño despertó y se hizo tierra despoblada y aire de cañaveral. Escalé por las orillas del balcón aferrándome a la vía donde la noche me nombra. Pero la noche terminaba en los parlamentos y era fría, y sus labios estaban sin una luna que los iluminaran. Paseé por el filo del balcón y vi los días de mi pueblo deshabitados, llenos de ecos sin sentido. Porque habían robado la memoria de mi pueblo.

Mi pueblo ya no baja al río. Sigue pasando hambre en el monte. Allí duerme la conciencia, anestesiada por la gobernante del palacio de San Telmo. No volverá la sonrisa del niño a pasear por sus calles porque llora eternamente, llora desconsolado cuando ve a su madre llegar tarde con las manos vacías y el cuerpo roto. La viuda esconde el dolor de su alma entre el luto de su casa. Cada día es una lucha que hoy se ha vuelto ya eterna para poder llegar al último día del mes.

Los antiguos héroes no traen ninguna esperanza. Han robado la memoria de todos para que olviden los nombres, para que solo se cuente la realidad que viene publicitada con dinero público desde el palacio. La historia se reescribe con nuevos argumentos, con nuevos hechos y nuevas banderas. Nadie conoce a nadie. Todos callan. Y la palabra se oxida en las bocas de los que una vez gritaron autonomía y libertad. De los que pedían amnistía a los que perseguían los hombres de gris.

Hoy el rostro del esclavo es el mismo del latifundio medieval. Han devuelto el miedo a hablar por los jardines de la libertad. Nadie habla, todos callan. La mujer del olivar mira desconsolada a su hijo. No podrá enseñarle a alzar la voz como una vez lo hicieron sus antepasados. La garganta del minero está seca, y la del marinero escondida en los puertos en una eterna espera. La subvención es hoy el maná que se derrama para acallar todas las conciencias. 

Hoy yacen en las cunetas la mirada dulce de los niños, que se han cansado de jugar a la libertad. Solo se ven las heridas del hambre llenar de lágrimas su sonrisa, mientras las calles donde sus hermanos jugaron se llenan de los cauces por donde habita el olvido. No volverá el pasado a levantar lo que una vez fue el Sur. Ni a traer a la historia amarrada con un hilo de la voz de lo que fue mi pueblo.

En mi patria ya no hay caminos que recorrer. Todo está apagado y cubierto de silencio institucional. Han oscurecido los días por donde venían nuestros padres, han borrado todas y cada una de las pintadas donde se reclamaba la libertad. Mientras el viento de levante viene de una costa herida en toda su extensión y observa en silencio como una soledad errante reparte hoy pobreza por todos los pueblos y acuna en sus brazos a todos los olvidados que una vez fueron pueblo.

Mi patria vive ajena a una revolución que recorrió las calles de Europa, que tarda ya más de dos siglos en llegar al Sur. Esconde aun el ansia que tiene todo hombre de ser libre, y los aleja de la batalla que deben ganar. De levantarse una mañana y tomar conciencia de lo que son, de cómo les han obligado a vivir. Y deben amamantar a los hijos de los antiguos libertos con la idea de que son libres e iguales. Que hay otra forma de gobernar, y otra forma de no sentirse súbditos del parlamento gobernado desde el palacio de San Telmo.




5 comentarios:

  1. Maravillosamente relatada esa pena..., ese sueño, D. Antonio. Suscribo cada palabra suya.

    ¿Seremos capaces los andaluces de impulsar un cambio para nuestra tierra y su gente? Ya queda menos para verlo. Yo, desgraciadamente, perdí la confianza en 2012. Los andaluces votamos cambio, pero siempre hay ansiados de poder que se unen al PSOE para prolongar nuestra agonía. Y, luego, van de regeneradores y limpios, ¿verdad IU y C's?

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  2. Nos quedan 46 dias para intentar que haya un cambio. Vamos a intentarlo

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  3. siga soñando. Nunca desde 2012 había el Psoe cogido a la oposición con el pie tan cambiado como ahora. Y si no es Cs, será podemos la que apuntale esa mano de hierro.
    Son 60 diputados los que han mantenido siempre el cortijo desde 1978, no el Psoe. Y las cuentas siguen saliendo.

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  4. Cada vez somos más quienes gritamos justicia y libertad. Gracias por tus palabras.

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