lunes, 23 de febrero de 2015

Sin perdón



Sergio Calle Llorens
La idea de que Venezuela es un país democrático, una nación con libertades, es una de las más grandes idioteces que se han podido formular. Hoy, los que ayer afirmaban semejante chorrada callan ante el encarcelamiento del alcalde de Caracas por parte del régimen bolivariano del señor Maduro. Una noticia que me pilló, por cierto, contemplando la Sierra de Tejera Almijara toda
cubierta de nieve rosada, un color que compite en invierno con el azul del mediterráneo. En cualquier caso, sea usted del color que sea, la verdad es que ya no hay duda alguna: Venezuela es un cochambroso país cuyos representantes patrios responden a la marca electoral de Podemos.
Monedero daba explicaciones sobre sus cuentas casi a la misma hora que el regidor caraqueño era maltratado por la policía política de Maduro. El español afirmaba que todo era un montaje, pero no presentó ni una prueba. Ni un papel. Nada con lo que poder defenderle. Lo único que hizo fue contradecir su primera versión en la que había ganado 425.000 euros como asesor particular. Ahora, en cambio, afirma que el contrato se hizo con su empresa Caja de Resistencia Motiva2. Sin embargo, por aquello de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo manteca, esa sociedad no existía, ya que el trabajo fue realizado en 2010 y no en 2013, que es la fecha en la que se crea.  Otro dato interesante es el de la suma tan elevada que le pagaron por no ser experto en la materia por la que, cuenta, fue remunerado tan generosamente. Todo lo que hizo el personaje fue acusar al gobierno de Rajoy de practicar con su persona una caza de brujas. Otra historia delirante como los continuos golpes de Estado que se preparan para derrocar a la República Bananera de Venezuela, sin que Maduro haya podido demostrar nada que no sea su estilo goriloide. Lo único que les queda es decir que todo es culpa de Franco.
De todas formas, si aceptamos que ese dinero se ha cobrado por asesorar sobre economía o para crear, según contaron, una moneda de la que nadie ha oído, los resultados son un auténtico desastre porque, entre otras cosas, en Venezuela el salario mínimo es de 22 euros y los supermercados están como las cabezas de los votantes socialistas en Andalucía: vacíos. En verdad, todo apunta a una financiación de un partido español por un régimen dictatorial y corrupto que ampara a los asesinos de ETA. Y con ello, ya es motivo suficiente para  no votar a esta pandilla de incapaces.
Creo llegado el momento para que toda esta legión de papanatas que ha defendido lo indefendible nos pidan perdón, y de rodillas, por declararse defensores de la democracia apoyando a la dictadura Venezolana. Turiferarios que siguen callando ante los crímenes de Maduro y sus huestes bolivarianas. No espero que lo hagan, porque sus cabezas de chorlito únicamente son capaces de albergar odio y más odio. Por eso su comprensión con ETA. De ahí sus querencias por las dictaduras.
La crisis moral e intelectual que sufre España ha creado monstruos como el populismo bolivariano. Ese que encarcela opositores. Esa ideología que, en virtud del magnífico apotegma que dentro de cien años estaremos sin hambre, acuerdan hacer desaparecer los alimentos de primera necesidad de las tiendas. Para apartarnos de la cartilla de racionamiento hemos de recuperar la tensión perdida. Aunar fuerzas. Apostar por el liberalismo y tener fe, inmensas cantidades de fe porque somos mejores, mucho más inteligentes y llevamos grabado en el corazón el amor a la patria. Sí, la patria, esa palabra que ha desterrado del vocabulario la izquierda española cuyo primer mandamiento consiste en amar a los mamarrachos por encima de todas las cosas. No podemos ni debemos permitir que esa chusma convierta España en Venezulo. Hay que ganarles y no esperar que nos pidan perdón, sino no perdonarles ni una. Nos va la vida en ello.



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