viernes, 20 de marzo de 2015

La gota Diraya





Queridos mortales:

Estamos en capilla… El próximo día 22 vamos a votar o botar, eso ya dependerá de si seguimos contentos con lo que tenemos. Dentro de los castigos que ha mandado mi padre para mi destierro está una citación como primera vocal para la mesa de mi colegio electoral. Estoy que me da algo, no se qué ponerme… ya os contaré.

Hoy sigo con mi manía por desentrañar los “Misterios de la Su Sanidá”, con ese desconocido que es el DIRAYA. A la mayoría de la gente le preguntas por el Diraya y te contesta que es “eso de la Pantoja y el Cachuli”. Pues no, el Diraya es el “fantástico” programa de ordenador que el SAS instauró hace ya 10 años en las consultas de sus médicos.

El Diraya es la “Gota Malaya” en el día a día de los pobres galenos (Malaya, es irónico…) La Gota Malaya o Gota China es un método de tortura que consiste en dejar caer una gota de agua sobre la frente del torturado de manera ininterrumpida. Al que sufría la tortura acababa dándole un paro cardíaco: pues eso les pasa a los doctores.

El SAS se gastó una pasta gansa entre instaurar el programita y cursos de formación para los usuarios. Pasta gansa de esa que estamos tan acostumbrados que ya ni nos escandaliza. Que en estos tiempos dices 500 millones de euros y ya nos parece poco.

Y ¿para qué sirve la Gota Malaya que es el Diraya, aparte de para torturar al médico? En principio la idea no es mala: todas las historias clínicas de los pacientes, informatizadas; la receta electrónica (adiós a la asignatura de Farmacia de Lectura de Jeroglíficos), eficacia, rapidezzzzzz, eficienciaaaaa, modernidaaaadddd, yuhuuuuuu (aquí póngase énfasis en plan José Luis Moreno). La realidad, una auténtica Caca de la Vaca; esta vez, informática.


El sistema se cuelga cada dos por tres, y hay que reiniciarlo, y tardas en hacer una receta lo mismo que tardarías en hacer 5 ó 6 a mano.


No solo eso: a la hora de recetar, el malhaya del Diraya pone al médico trabas para recetar lo que quiere. Por ejemplo: el pobre doctor quiere recetar algo y no quiere poner principio activo, sino la marca... eeeeeeerroooooor! El Diraya le dice que ni “mijita”. El galeno insiste entonces, porque él ha jurado por Hipócrates y porque le sale de sus vocaciones; el Diraya le contesta: “¿Quiere usted seguir siento un malote y recetar lo que no le dejan?”; el doctor insiste, es un jabato; el Diraya le advierte entonces: "Mire usted que eso está muy feo y y que, además, le va a afectar a su sueldo y vamos a mandar un listado con sus recetas a sus compañeros para que sepan lo mal que se porta usted con la sacrosanta sanidad andaluza, y sus compañeros se lo van a echar en cara porque afecta a su salario variable" ; y el doctor, que es un valiente y tiene mas paciencia que el Santo Job, insiste y, tras cuatro o cinco pantallitas amenazadoras consigue recetar el fármaco que quiere.

Todo esto, por supuesto, en un tiempo ínfimo, que es el que el médico tiene para atender a su paciente. Conclusión, que el médico acaba recetando lo que el Diraya le deja, no lo que considera oportuno. Y lo que el Diraya permite es lo que está dentro de las directrices del SAS.

El Sindicato Médico Andaluz no hace mas que remitir continuas quejas sobre el programita de marras, pero ¿quién es el guapo que lo retira después de mas de 500 millones de euros gastados a lo largo de estos años para su implantación?

Así que, queridos mortales, miren de otra manera a su médico cuando les reciba en su consulta con cara de ajo, porque está recibiendo la tortura de la Gota Diraya.

Hay algo que me revienta sobremanera; esto es algo que lleva 10 años pasando: el tema de ambulancias Tenorio es de hace más de un año; la extorsión que sufren los médicos para ahorrar a costa de sus principios y de la salud de los andaluces, de hace más de 10 años; las subastas de fármacos, más de 3 años. Y ahora, a pocos días de las elecciones, es cuando empieza a publicitarse, cuando médicos, farmacéuticos, ATS, etc, llevan años quejándose.

Es más: si se pregunta, como yo he preguntado al andaluz de a pie, qué es lo que sabe, le viene de nuevas. Eso sí, todos recuerdan que cuando el demonio de Aznar sacó el Medicamentazo, San Manolito Chaves, el de la Pícola Testa, no permitió que el pueblo andaluz careciera de esos fármacos. En aquella época, Manolito, en su suprema magnanimidad, sacó un recetario aparte para que los médicos andaluces pudieran recetar las pastillas que Aznar había quitado “del seguro”. Claro, que lo que nunca explicó es que, por cada taco de recetas que daba para que el médico pudiera prescribir los fármacos excluidos, quitaba a ese mismo médico un taco de los de las recetas normales. ¡Tócate el bolo, Manolo!

Abran los ojos, queridos mortales, lean, infórmense, no se dejen llevar por los cantos de sirenas que nos tienen desde hace más de 30 años recluidos en su isla particular, como al bobo de Ulises. 
Por cierto, la isla de las sirenas está ubicada entre Nápoles y Sicilia: pura mafia, como la que nos gobierna. Votad y Botad, y que parezca un accidente…



1 comentario:

  1. Un solo comentario estimada Higea, no es la "gota" malaya sin la "bota" malaya. No tendría mayor importancia, al fin y al cabo se trata de dos torturas orientales, si no fuese por el individuo que dio origen a la confusión: el origen de todos nuestros males, el mismísimo Mister X: http://blogs.lavozdegalicia.es/lamiradaenlalengua/2013/03/23/la-gota-malaya/

    Item más, la susodicha bota hasta conjuga perfectamente con nuestro desiderátum: HAY QUE BOTARLOS, ¡ya!

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