martes, 2 de junio de 2015

Comentarios breves: Pactar ¿Para qué?



La euforia populista derivada de una lectura parcial de los resultados electorales del 24M puede cegar a algunos ávidos de poder y llevar a otros a un despeñadero similar al que provocó el populismo griego en el socialismo del país heleno. Por una parte, hay que saber identificar al populismo, el cual se caracteriza por ejercer un férreo control de la Economía por el Estado y provocar un gasto público muy elevado, un déficit galopante y una baja inversión productiva. Y por otra hay que contraponer lo que se decía antes a lo que ahora -en los balbuceos de pactos que se realizan- se propone.

Antes de hacerse con el poder los populistas hablan de regeneración, puertas giratorias y luchas contra la corrupción, pero a medida que, vía pactos o investiduras, se acercan al mismo, no acometen ni proponen con claridad la primera e imprescindible medida anticorrupción: la independencia de todas las instancias jurisdiccionales y de control así como la necesaria e ineludible profesionalización e independencia de la función pública, siguiendo el modelo de la Administración francesa.

Y es que con unos jueces independientes, en su selección y en su promoción, con unos órganos de control e intervención ajenos al poder político, con unos medios públicos de comunicación profesionalizados y con una Administración servida por funcionarios independientes, la mayor parte de los casos de corrupción no hubieran sido posibles. Por ello llama la atención que los viejos y los nuevos políticos, que pactan para tocar poder, no hayan puesto sobre la mesa medidas tan diáfanas y claras como, por ejemplo, no interferir en el nombramiento de profesionales al servicio de los medios públicos de comunicación, ni en los órganos de intervención y control del erario público, ni de los tribunales de cuentas ni del poder judicial, promoviendo las reformas que para ello sean necesarias. O aun peor, que todavía no hayan proclamado sin ambages de ningún tipo, su defensa de una Administración cuya función pública sea servida por profesionales seleccionados bajo los principios de publicidad, mérito y capacidad y cuya promoción sea estrictamente profesional hasta el rango de director general. ¿Están los partidos pactando esto o más bien se están frotando las manos sobre a cuantos de los suyos van a colocar en la Administración?



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