domingo, 5 de julio de 2015

Quasares del Mediterráneo


La palabra quasar es un acrónimo del término inglés quasi stellar source (fuente casi estelar), y se refiere a los cuerpos celestes que no son estrellas pero que a mitad del siglo XX fueron percibidas por los astrónomos como tales. La gran luminosidad que emitían llenaba la curiosidad de los científicos, que tras años de estudio fueron sorprendidos al descubrir que, pese a sus grandes cantidades de radiación, se trataba de objetos en realidad más alejados que cualquiera de los entonces conocidos. Eran nada menos que galaxias con un núcleo especialmente luminoso, mucho más que el conjunto de todas las estrellas residentes en tales galaxias, y que se debía a la existencia de un agujero negro supermasivo que tragaba gas, polvo y estrellas como un director general de trabajo de la Junta hoy tragaría pastillas en el asiento de cualquier coche oficial.



Grecia ha vuelto a las cabeceras de la prensa europea y mundial, como hace cinco años. La cuna de la democracia ha abandonado los aburridos breves de los periódicos para ocupar unas portadas que, según este humilde servidor, no merece. O quizá si merezca, pero compartidas con Andalucía en honor al dinero desaparecido. Me explico: si hoy Grecia acapara las portadas de los medios de comunicación y Andalucía sigue en el olvido incluso en la propia España, no se debe a la aportación extraordinaria de Grecia a la filosofía, a la Democracia o al progreso de la Humanidad. Simplemente, la sociedad helena disfruta de la soberanía de un Estado, unas fronteras; y los estados siempre han despertado en otras naciones más interés que las regiones. Y es que si Andalucía fuera un Estado, hace años que habríamos incordiado a la Unión Europea mucho antes que Grecia. En Andalucía no es que maquillaran las cuentas, es que derramamos el bote entero de rímel. Y aún está sin limpiar.

Pero, por favor, que nadie piense que quiero quitar méritos a Grecia. Merecen tener los focos sobre su sociedad y su gobierno. Si algo han tenido en común Andalucía y Grecia en las últimas décadas, ha sido que el mundo entero ha contemplado estos románticos territorios europeos como dos quasares que irradiaban algo más que energía: felicidad, bienestar, la buena vida en definitiva. ''La luz con el tiempo dentro'' es la frase de Juan Ramón Jiménez con que Moguer recuerda al poeta a la entrada del pueblo. En realidad esa luz contenía algo peor que el tiempo: el letargo.

Tuvo que llegar la crisis financiera de 2008 para que los 'expertos' acabaran descubriendo que, en realidad, la luz que emanaba de Grecia era la de un gran agujero negro succionando miles de millones de euros de todos los europeos. Según el periódico alemán Heilbronner Stimme (La Voz de Heilbronn, de tendencia socialdemócrata), desde el año 2010 Grecia ha recibido de sus socios europeos 380.000 millones de euros (40% del PIB español), repartidos en dos programas de rescate, compra masiva de deuda por parte del Banco Central Europeo y una quita -nadie le recuerda esto a Syriza?- a su deuda. A esto hay que sumar -agárrense a la silla- 100.000 millones de euros que el país heleno ha recibido de Fondos Agrarios y Estructurales de la UE desde la entrada del país en 1981 a la Comunidad Europea. De nada sirvió que la organización anticapitalista Attac criticara en 2013 que el 77% de las ayudas fueran directamente a los bancos. En realidad, son los bancos los instrumentos con los que el Estado griego ha estado financiando las jubilaciones a los 45 años y el cachondeo de la paguita a ciegos que no lo eran en islas perdidas del Egeo. Todo muy familiar para cualquier andaluz.

El propio ex ministro de Hacienda heleno, Stefanos Manos, uno de los pocos liberales que hay en Grecia (caben en un tuk-tuk), dijo que ''el dinero fue bombeado a una burocracia hinchada, salarios altos para empleados del sector público, en prejubilaciones. Antes de cada elección, los partidos prometían cargos a sus seguidores, y han creado miles de ellos después de ganar''.

Al no tener Andalucía una estructura de Estado (pero comportarse como tal: lean a Luis Escribano), los andaluces pasamos desapercibidos para el resto de la humanidad. Los rescates a la Junta los despacha el gobierno nacional a golpe de talonario y el resto de Europa sigue contemplando Andalucía como una estrella más, con mucho encanto y mucho Sol. El problema es que cualquier día los alemanes despertarán y se darán cuenta del agujero negro que acabó con los fondos europeos. Nos acordaremos entonces de Azarquiel, el famoso astrónomo de Al-Andalus que descubrió la Azafea y las Tablas Toledanas, con las que se atrevió a medir el apogeo solar con dos segundos de error. Quizá vuelva a servirnos para medir nuestro ocaso.


http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Rafa%20G.%20Garc%C3%ADa%20de%20Cos%C3%ADo

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