martes, 1 de diciembre de 2015

Cambio de clima y retención de líquido


Artículo de Paco Romero


“Ecologistas, por un lado, clamando por la pervivencia de la tierra y ecologistas, por otro, suspirando por su buchito de agua”


“El apoyo mutuo, la adhesión, el respaldo, la fidelidad, la ayuda, el favor, la solidaridad, bases irrenunciables en los que se fundamenta una nación, fueron alanceados hace mucho tiempo”




La Cumbre del Clima arrancó ayer con objetivos claros: más de 190 países se han dado cita en París -tenía que ser en París- para definir los nuevos objetivos a la hora de combatir las consecuencias del Cambio Climático durante la próxima década. La mayoría ha dado a conocer cuáles serán sus contribuciones, compromisos con los que se alcanzarían los 2,7 ºC de subida de la temperatura terrestre, a todas luces insuficientes y muy lejos de los escasos 2 ºC pretendidos. Todo ello si, finalmente, se confirman los datos de los expertos que auguran una subida de “entre uno y cuatro grados”. ¡Toma comité de eruditos!

En la Ciudad de la Luz, en las manifestaciones previas del domingo, centenares de personas fueron detenidas en diversos altercados cuando grupos violentos trataron de forzar los dispositivos policiales que impedían toda reunión, en virtud del estado de emergencia decretado, mientras se “entretenían” en realizar destrozos, incluidos los lugares en donde se produjeron los atentados.

A la misma hora, entre un millar y dos de manifestantes, según fuentes de la policía y de los organizadores, recorrieron las calles de Guadalajara, en una protesta contra el trasvase Tajo-Segura convocada por la Plataforma Ciudadana de Perjudicados por el Trasvase. Enarbolando pancartas como “No al trasvase” y al grito de “Agua sí, trasvase no” o “Esto no es sequía, esto es saqueo”, culminaron con la lectura de un manifiesto en la Plaza de Santo Domingo.

Hasta aquí los hechos: ecologistas, por un lado, clamando por la pervivencia de la tierra y ecologistas, por otro, suspirando por su buchito de agua. Cosa bien distinta, las reacciones:

En París, tras la detención de más de un centenar de manifestantes, se alzaron al unísono las voces del arco parlamentario, desde el Frente Nacional y los republicanos, que no solo exigieron al gobierno un mayor ejercicio de autoridad por los tropelías cometidas en la Plaza de la República sino también sanciones ejemplares para sus ejecutores, al mismo Partido Socialista en el gobierno, que lamentó los incidentes.

Los líderes políticos de la oposición continúan preguntándose cómo, en pleno estado de emergencia, no se prohibieron las manifestaciones: “Son intolerables estos ecologistas fundamentalistas que profanan lugares de recogimiento”, “La extrema izquierda se limpia los pies sobre nuestros muertos y se frota las manos por la laxitud de nuestros líderes”, “¿Hasta dónde puede la abyección?”. Pero también la izquierda, con comentarios tímidos ha expresado su indignación: “Estamos lejos de batalla verde”, declaró el diputado socialista y ex ecologista Arnaud Leroy. “No lo vamos a consentir”, aseguró Françoise Hollande.

A la convocatoria de La Alcarria se sumaron no sólo los alcaldes de los 22 municipios ribereños de Cuenca y Guadalajara sino una representación de cada uno de los distintos partidos políticos. Entre los asistentes se encontraba el secretario provincial del PP y candidato al Senado, Juan Pablo Sánchez; por el PSOE, las cabezas de lista al Congreso y al Senado, María Luz Rodríguez y Riansares Serrano; José Morales por Ahora Guadalajara, David Llorente por Podemos, y Orlena de Miguel, candidata al Congreso de C's. Los mismos partidos que, en breve, con sus mismas siglas y, quizá -que a nadie le extrañe que puedan ser los mismos- otros representantes, estarán apoyando las manifestaciones que se convoquen “contra la sed” en las cuencas levantinas.

Allí estuvieron, todos, juntos y también revueltos, al ladito de los que solicitan la anulación inmediata del Memorándum y exigen, entre gestos de aprobación y público respaldo de los congregados, “unidad y lucha conjunta en la defensa de los valores sociales, económicos y ambientales de la comarca, por encima de intereses y consideraciones partidistas”. Todo un circunloquio para proclamar que el agua de la autonosuya es de su propiedad y de nadie más y que, por supuesto, ni una gotita para el que muera de sed.

Dos vertientes, dos puestas en escena: por un lado, Francia, donde todos o la gran mayoría aparecen en la fotografía, envueltos en una sola bandera, del lado de la ley, la vigente en cada momento -ahora las dictadas por el estado de emergencia-, apoyando a su gobierno e, incluso, tachándolo de blandito y falto de autoridad con los exaltados; y por otro, La Alcarria infeliz, que bien podía ser cualquier lugar de la vieja España, donde la totalidad de los representantes políticos se retratan, rodeados de banderas multicolores, al lado del populismo, de los discursos facilones, de ecologistas de medio pelo, de la insolidaridad interregional y de la injusticia social.

El apoyo mutuo, la adhesión, el respaldo, la fidelidad, la ayuda, el favor, la solidaridad, bases irrenunciables en los que se fundamenta una nación, fueron alanceados hace mucho tiempo.

La política de trasvases firmó su certificado de defunción el mismo día en que el vallisoletano derogó el Plan Hidrológico Nacional. Mucho antes había comenzado el desmembramiento de la nación, amamantando con biberones adulterados un fingido amor por nacionalidades y regiones que la mayoría sospechaban inexistentes, fomentando un sentimiento de pertenencia artificial que solo ha servido para enfrentarnos con el vecino de la linde: A Andalucía con Extremadura, por el Guadalquivir; a La Mancha con Valencia y Murcia, a Aragón y a Cataluña con Castilla y otra vez con Valencia. Y eso solo con motivo de la pretendida “retención del líquido elemento”. Si le arrimamos otras cuestiones… tenemos el lío que tenemos.


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