lunes, 8 de febrero de 2016

El partido de la Ciudadanía


Artículo de Mara Mago


Ciudadanos, el partido de la Ciudadanía, se dicen. Perteneciente al Grupo Demócrata-Liberal Europeo, afirman. Un proyecto civil para transformar este país, no para romperlo, anuncian. Ciudadanos propone la unión de todos los que defienden la igualdad, la libertad, la unión, la solidaridad. De entrada, nada nuevo bajo el sol. Una invitación fácil de seguir. Una apuesta por la regeneración democrática e institucional, por una reforma fiscal a favor de la clase media y la lucha contra el fraude, por un pacto nacional por la Educación. Por la innovación, la ciencia, la cultura, bla,bla,bla,bla,bla,bla…….
 
Ciudadanos se define mejor por lo que no quiere:

- ‘’No queremos ni inmovilismo ni decadencia, pero tampoco populismo ni venganza. Queremos Justicia. Queremos un país mejor para nuestros hijos y para los que viven con nosotros. Ciudadanos es parte de la ola de cambio que ha arrasado en 2015 para que España sea un país del siglo XXI’’.

Todo esto y mucho más lo afirma de un tirón su líder, el joven Alberto Rivera, en el vídeo de presentación que el partido tiene colgado en su página web oficial.

Asegura Rivera, con su habitual locuacidad, que hace 8 años Ciudadanos fue pionero en diagnosticar que este país empezaba a estar podrido de corrupción y en defender la unidad de todos los españoles, frente a la amenaza del independentismo catalán y vasco. 

Ciudadanos es hijo de Internet. Nació de una plataforma civil, de un manifiesto en las redes sociales que empezó a aglutinar a mucha gente. Hoy, es el único partido que podría articular  un gran acuerdo nacional para permitir restañar las heridas del pasado y abrir la puerta al futuro. Así lo cuenta su máximo líder y fundador.

Ciudadanos sin esperanza

Ya quisiéramos nosotros, los sufridos y decepcionados ciudadanos de a pie, albergar alguna esperanza en este sentido. No sólo respecto al partido de Alberto Rivera, sino respecto a cualquiera de las organizaciones políticas representadas a día de hoy en la sede donde reside la Soberanía popular. Cualquiera de esas cuya portavocía principal está siendo ejercida por esos personajes mediáticos que llevan un mes entreteniendo al personal en su ir y venir infructuoso desde el Congreso a la Zarzuela y vuelta a empezar. Puro teatro, parafernalia, postureo, puesta en escena. Para salir corriendo o echarse a llorar. Tragicomedia moderna, mala, carente de la gracia clásica. Como la gala 2016 de los Goya del cine español. Otra vez pura incongruencia. Divina y mezquina. Radiante y melodramática. Relegando a segundo plano el arte de la cinematografía para erigir en estrella de la noche una figura emergente que parecía reencarnación física de Rubalcaba, -con pajarita-, travestido para el evento de Ceniciento vallecano a Príncipe de la Farándula. Cultura le llaman ellos.    

Vuelta a la desconfianza  

Perdón por la digresión. Retorno al tema principal, el partido de la Ciudadanía y la desconfianza que provoca, especialmente, por estos lares de la Sicilia española, dada su indefendible actuación en el Parlamento de Andalucía desde el inicio de la X Legislatura en junio de 2015. También llamada de la desfachatez más absoluta.

Ciudadanos ha permitido en cada sesión parlamentaria que se celebra en el edificio del viejo Hospital sevillano de la Sangre que se le escape a chorros la coherencia. No les bastó apoyar al partido de los 40 años de corrupción para investir a Susana Díaz. Si no que, para prestar un mejor servicio al régimen socialista, los 9 jinetes de la regeneración democrática ciudadana se han convertido en muleta, comodín, voceros o quitavergüenzas. Lo que haga falta, según convenga en cada momento, a quienes sirven. El Ciudadano Marín ejerce de mayordomo perfecto. Limpia, brilla y da esplendor. Aunque la infección sigue dentro, contaminando todo lo que toca.

Mientras en Andalucía permite que marche a ralentí o que permanezca inactiva desde hace dos meses la comisión de investigación sobre el fraude en los cursos de Formación para los parados, -3.000 millones de euros extraviados-, en Madrid, el Ciudadano Aguado exige al Gobierno regional presidido por la popular Cristina Cifuentes, una auditoría general  “para diagnosticar qué se ha hecho con el dinero de los madrileños”.   

Alguna vez el Partido de la Ciudadanía tendrá que explicar por qué no trata con el mismo respeto a los ciudadanos andaluces y madrileños. Alguna vez, tendrá que aclarar por qué utiliza distinto rasero en sus exigencias a gobiernos autonómicos de distinto signo político. ¿Por qué aplica mano de hierro contra la corrupción popular y guante de seda contra el expolio andaluz? Que sigue, y sigue, y sigue, lastrando toda posibilidad de progreso. Y su reino no tiene fin.

Antes de que en los despachos se mercadee nuestro futuro entre cuatro avispados y dos grupos mediáticos que supieron colocarse cuando vieron venir el sutnami, la Ciudadanía debería conocer por qué la explosión mediática sobre la corrupción popular valenciana en las últimas semanas, mientras se sigue silenciando la fuente inagotable de malversación de fondos públicos que es la Junta de Andalucía y las administraciones locales gobernadas por el partido de Pedro Sánchez. ¿Qué pretenden a la par jueces, medios desinformativos, periodistas de la secta,  políticos y los poderes fácticos que manejan los hilos? ¿A dónde pretenden llevarnos? ¿Por qué sigue esfumado Rajoy y todo su equipo sin presentar batalla?

P.D.-
Tarea recomendada para obtener alguna respuesta a las cuestiones planteadas:  
Visualización de la entrevista a Juan Carlos Girauta, el hombre comisionado por Ciudadanos para negociar la formación del próximo gobierno de España.



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