viernes, 12 de febrero de 2016

La soledad del perroflauta


Artículo de Eduardo Maestre

Con 69 diputados y un 20.6% de los votos, la fuerza reaccionaria conocida como Podemos aparenta ser el tercer partido importante del Congreso de los Diputados. Y digo aparenta porque, si analizamos con algún detenimiento su situación, podemos (aquí, sí!) ver otra cosa.

Lo primero que se advierte es que no es una sola fraternidad política, sino cuatro. Los 69 escaños se organizan del siguiente modo: 42 de Podemos propiamente dicho; 12 de En comú podem, catalanes; 9 de Compromís-Podemos, valencianos, y 6 de En Marea, gallegos. Estos 27 escaños últimos, todos ellos compuestos por radicales de extrema izquierda, como los 42 de Podemos, pero separatistas.

En comú podem es la marca nacional de Barcelona en Comú, el partido regido firmemente por Ada Colau, la alcaldesa superstar de la ciudad condal. Lo lidera Xavier Doménech, nacionalista de pro y personaje que no se esfuerza demasiado en aparecer como independiente de los criterios de Iglesias
porque, efectivamente, lo es.

Compromís, que es una coalición de grupos más pequeños, está liderada también por una mujer, Mónica Oltra, y quien lo dirige en el Parlamento español es Joan Baldoví.

En Marea es un crisol de fuerzas gallegas de extrema izquierda en el que destacan el partido ultranacionalista Anova, del inefable Beirás, y EU (la Izquierda Unida gallega), amén de las distintas mareas que ya controlaban algunos ayuntamientos en Galicia. Su responsable para las Cortes es Antón Gómez.

Ya ven ustedes: Doménech, Baldoví y Gómez son tan líderes de sus grupos en el Parlamento nacional como el mismísimo Pablo Iglesias lo es en Podemos; tienen una encomienda de sus "jefes" (Colau, Oltra y Beirás) y a ellas/ellos se deben. Iglesias tiene que acordar con estos elementos cada uno de los movimientos que decida hacer. El madrileño, pues, tiene un débito nacionalista adquirido con ellos, una hipoteca separatista, una servidumbre "territorial" que, de ser obviada o transgredida, dejaría a Iglesias, ipso facto, con sólo 42 diputados de los 69: un 40% menos!

Esta espada de Damocles nacionalista va a pender durante toda esta legislatura sobre Podemos; haya pacto o no lo haya; se repitan o no las elecciones. Porque Podemos, el Podemos que han creado entre Pablo Iglesias y los grupos Mediaset y Atresmedia (Cuatro TV y La Sexta, respectiva y fundamentalmente) sólo cuenta con 42 escaños, prácticamente los mismos que el exiguo grupo del yerno perfecto, Albert Rivera. Y esos 42 escaños no provienen de separatas catalanes, gallegos o valencianos, sino de un heterogéneo electorado compuesto básicamente por gente joven muy desinformada, por universitarios, por parados de larga duración no adscritos a las mamandurrias socialistas, por amas de casa asqueadas de corrupción; aunque también por profesionales laborales no avisados, amén de comunistas residuales irredentos, muchos votantes tránsfugas de Bildu, algunos falangistas melancólicos, ciertas danzarinas del vientre y todos los perroflautas ortodoxos, titiriteros o no.

Estos votantes de Podemos nada tienen que ver con las mareas, los compromís o las adacolaus. Es más: salvo el reducto perroflautístico, que es una ilustre minoría, el resto de su espectro de votantes es claramente refractario al separatismo. Por ello, algunos conocidos míos que sorprendentemente han votado a Podemos en las europeas, en las andaluzas y por supuesto en las generales, me han manifestado hace poco que no entienden ni comparten esta súbita servidumbre hacia esos 27 nacionalistas sobrevenidos de los que no habían siquiera oído hablar hasta dos días antes de las elecciones!

Gente de Jerez, de Algeciras, de Sevilla; malagueñas salerosas; cordobeses de pro; serranas de Aracena; algún gaditano de Puerta Tierra y más de un madrileño cañí que sé de buena tinta que han votado a Podemos coinciden en que, visto lo visto, se pensarían volver a votar a éstos en caso de que se repitieran las elecciones. Y todo por qué? Pues por este espectáculo de sumisión a los nacionalismos que conforman el excesivamente heterogéneo grupo en apariencia liderado por el ultrarreaccionario Pablo Iglesias.

A mi juicio, y siendo tan sólo un espectador más del entremés que a diario se desarrolla en los pasillos del Congreso, la actitud, el lenguaje y las formas que desde hace dos semanas viene desplegando como unas alas gigantescas el sobreactuante Pablo Iglesias responde a un error de cálculo del dominante aristócrata de la Complutense. El astuto Iglesias, imitando al astuto Ulises, ha logrado meter un enorme caballo de madera dentro de la Troya socialista; este caballo gigantesco no es otra cosa que un concepto: la urgencia de gobernar. Curiosamente, dentro de ese caballo descomunal no hay ni soldados ni espadas ni lanzas, sino sólo una semilla: la semilla de la discordia, instalada, germinada y floreciendo, ya sin pausa, en el corazón cansado de un partido desnutrido, deshidratado y confuso como es hoy el PSOE tras los espantos de Zapatero, la desarticulada inacción de Rubalcaba y el prodigioso cretinismo de Sánchez.

Pero Iglesias no ha calibrado el verdadero alcance de su liderazgo. Apoyado por dos cadenas de televisión de ámbito nacional las 24 horas del día durante casi dos años, olvida que esos dos poderosos medios de difusión que como dos púlpitos ardientes despachan cada día a sus fieles la cotidiana arenga paulina no están financiados por el Gobierno de Irán ni por los adoradores de Chávez, sino por quienes crean los espacios virtuales mediáticos en los que se desenvuelve la política en España (como dije antes, Mediaset y Atresmedia), gobernados a su vez por las blancas manos de los socialdemócratas del PP y de los socialdemócratas del PSOE.

Cuatro TV, por ejemplo, del grupo Mediaset, gobernada con mano de hierro por Juan Luis Cebrián, está a la espera de que este perfecto imbécil de Pedro Sánchez fracase en su intento de formar un Gobierno imposible. Ya ha manifestado el gurú socialista, tanto en sus editoriales de El País como en cuantas entrevistas ha aparecido, que no se puede pactar con Podemos. En el momento en que Sánchez tire la toalla -que la tirará, sin remisión- y su cabeza caiga en el cesto que habrá al pie de la guillotina que supondrá para él el proceso de primarias socialistas, el aparato mediático de Mediaset se pondrá en marcha para destruir al mismo que ha ayudado a encumbrar a diario; es decir: a Pablo Iglesias. Poco a poco dejará de aparecer en la cadena, y luego será ejecutado y su cadáver arrojado al abismo. Todo ello, antes de la repetición de las elecciones.

Si de las primarias socialistas emerge una figura de consenso (o sea: con capacidad para prostituir su ideario), alguien que garantice un probable pacto de Gobierno a dos o tres bandas tras la repetición de las elecciones (por ejemplo, una ultraconservadora como sin duda es Susana Díaz), el grupo Atresmedia, con La Sexta como bandera, abandonará a su puta suerte a los errejones, los monederos, las colaus y las carmenas, dedicándose con toda la potencia de su enorme aparato mediático a reventar a Pablo Iglesias y a quien lo trujo. De repente, los periódicos digitales comenzarán a publicar los documentos que atestigüen la financiación de la cúpula de Podemos por los regímenes iraní y venezolano; todo ello previa campaña informativa que hable de los horrores del Gobierno iraní, de las masacres, de las mutilaciones, de la pesadilla de sus cárceles; una campaña que desarrollará por fin el espanto del bolivarianismo, del leninismo y del estalinismo, campaña que irá destinada al mismo público que cada día almuerza y cena con un podemita predicando desde el púlpito televisivo. Podemos y Pablo Iglesias, como repentinos vampiros sorprendidos por el amanecer en campo abierto, retrocederán, cubriéndose los ojos, al sitio de donde jamás debieron salir: los pasillos y la cafetería de ese vertedero de la inteligencia que es la Complutense. Y dentro de un par de años todos ellos tendrán que pagar para follar.

O es que creen ustedes que los bancos españoles y europeos, que son los accionistas mayoritarios de estos grupos mediáticos, van a permitir que una pandilla de leninistas les joda el negocio? No, hombre! Por favor! Ciertamente, la criatura se les ha ido de las manos; el monstruo que han creado ha decidido escaparse por las calles de la isla escocesa causando estragos, pero con seguridad los bancos, a través de sus socios, los dueños de los mass-media, van a restablecer el orden. No lo duden.

Pese a todo, y porque antes de la más que probable repetición de elecciones no daría tiempo a hundirlo completamente, Podemos aún podría conseguir suficientes escaños como para hacerse oír y montar sus numeritos emocionales y sus performances en el Congreso, pero ni de lejos repetirá la cifra de 42 escaños más los 27 de las mareas y los compromisos. Es más: no descarten ustedes que estos tres grupos radicales nacionalistas de extrema izquierda vinculados a Podemos desaparezcan del Parlamento español o queden reducidos a algo residual -como lo es ahora Izquierda Unida- si es que han de repetirse las elecciones; porque, en su arrogancia, creerán que presentándose desvinculados del núcleo de los de la Complu (…Huy, los de Madrid! Qué asco!) podrán obtener al fin grupo propio en el Congreso (aquello que les prometió el telepredicador y que luego no pudo satisfacer), e, irremisiblemente, se la pegarán en las urnas.

En definitiva: intuyo que, una vez descuartizado el monigote Sánchez por las propias bacantes socialistas, el totalitario Pablo Iglesias, crecido como un soufflé en el horno de los grandes holdings mediáticos españoles y con la misma consistencia ideológica que tiene cualquier soufflé, va a comenzar un camino de espinas del que no va a poder recuperarse jamás; al menos, políticamente. Porque Iglesias no está calibrando bien el golpe mortal que puede asestarle el Partido Popular a través de sus esbirros mediáticos si se repiten las elecciones. El PP; el mismo PP que lo ha sacado de la tiniebla complutense para azuzarlo como un espantajo que avergonzara y dañase seriamente al PSOE (objetivo conseguido, por cierto!) va a ser quien, acorralado por su deplorable hemorragia valenciana -sacada a la luz precisamente en estos meses de impás sin Gobierno- busque asegurarse un sitio en la próxima legislatura, sea ésta bipartita o tripartita. Y para ello necesita al PSOE. Pero, claro: no al de Pedro Sánchez!

Así que, para resumir toda esta suerte de conjeturas (porque, la verdad, sólo son conjeturas), diré que la única posibilidad que tiene Iglesias de entrar alguna vez en un Gobierno nacional se basa en tres supuestos: 1) que no pacten Sánchez, Rivera y Rajoy; 2) que no se repitan las elecciones, y 3) en caso de ir a nuevas elecciones, que no hayan decapitado aún al cretino de Sánchez, que es el único suicida con quien podría acceder a gobernar en comandita. Sólo así podrá obtener la Vicepresidencia que exigió y las carteras ministeriales que todo Robespierre necesita para controlar al pueblo.

De otro modo, no sólo no gobernará jamás, sino que tras la debacle postelectoral que podría sufrir dentro de unos meses, y en sus noches de sábanas baratas y pijama de Alcampo, sentirá un dolor indefinido, un frío mineral que le punzará el corazón y le hará despertar empapado de ese sudor que sólo se destila en las malas vigilias; el asténico Iglesias experimentará un dolor intenso y sordo que, antes o después, acabará reconociendo: el dolor que sólo produce la soledad del perroflauta.






1 comentario:

  1. Eduardo : genial !!! Que pena que supueran , en su precipitacion, lo buen suegro que habrias sido para el yerno perfecto. Siempre lo lamentamos

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