domingo, 14 de febrero de 2016

Quién teme a Theodor Fritsch?


Artículo de Rafa González


Qué coñazo resulta escribir sobre Podemos. Es como las arenas movedizas: cuando tratas de salvarte, mientras más cables, manotazos y palos das para escapar, más rápido te hundes, sin que los demás puedan hacer nada.

Hoy en España quien critica a Podemos frente a uno de sus simpatizantes, suele obtener el resultado opuesto al esperado: lo anima a simpatizar más aún con el movimiento, porque el crítico con Podemos, supuestamente, no quiere que la casta abandone el poder. Qué nivel, Maribel. Como tan bien describió el tuitero Philmore A. Mellows, ''los votantes de Podemos se dividen en dos: aquellos a los que se la suda bastante que el partido esté financiado por Venezuela e Irán, y aquellos a los que se la suda aún más''.

Pero para afrontar un debate crítico serio sobre el partido Podemos, además de una población informada y madura, es necesario partir del hecho de que en España llevamos algún tiempo cometiendo todos, sin excepción, un error de base. Cuando hablamos de Podemos pensamos en Pablo Iglesias, Errejón, Bescansa, el circulito blanco sobre morado, la renta básica universal o el Kichi. Y Podemos no es solo eso. Del mismo modo que el nazismo no fue solo Hitler (técnicamente un hombre sin aptitudes o intereses algunos, quitando la comunicación, según todos sus biógrafos), ni Goebbels, ni Dachau, Ana Frank o La Vida es Bella.

Si en España iniciáramos los debates yendo a la raíz de las cosas, como hacen los alemanes, entenderíamos mucho mejor esas cosas. El nazismo no habría existido si antes no se hubiera llegado en Alemania a una hiperinflación y unas tasas de desempleo tercermunistas e impropias en uno de los países que más temprano entraron en la ilustración, aportando la mayoría de premios internacionales de ciencia, economía, matemáticas, etc. Pero sobre todo, el nazismo no habría tomado jamás el Poder en Alemania si una élite de intelectuales, preeminentemente profesores de Universidad y escritores, no hubieran esparcido la semilla del antisemitismo con tanta profusión a lo largo de los siglos XIX y XX. Quizá el ideólogo más importante en este grupo de agitadores fue Theodor Fritsch, editor nacido en 1852 y al que los nazis dedicaron una estatua en Berlín en la que se aprecia a un robusto germano destrozando la cabeza de un monstruoso judío con un martillo (Hammer, martillo en alemán, fue el nombre de su principal revista). 

El movimiento Podemos, que no olvidemos nunca tomó en un país muy futbolero su nombre del legendario eslogan de la cadena Cuatro para la Eurocopa de fútbol de 2008, que España acabó efectivamente pudiendo ganar, ha llegado adonde está por esa mezcla exacta entre crisis económica brutal y apología de la violencia, cuyo último episodio (pero seguramente NO final) tuvo lugar hace algunos días con el espectáculo, nunca mejor dicho, de la apología del terrorismo de ETA en el mismísimo ayuntamiento de Madrid, ciudad que no hace mucho (cuando los bilduetarras no se sentaban en los Parlamentos) era capital y foco de las bombas y tiros por la espalda por parte de etarras, muchos de los cuales hoy andan sueltos por la calle.

Theodor Fritsch tenía una misión en la vida, que reveló resumiéndola alto y claro en una reunión celebrada en 1884: ''La misión de la gente (die Menschen) de pisar a los judíos''. Apología de la violencia, pero también odio al enemigo. En el caso de Podemos, su misión no es otra que la de acabar no sólo con la derecha liberal, sino con cualquiera de los valores que ésta pueda abanderar. Por eso, no se extrañen ustedes cuando oyen a Pablo Iglesias decir que ''Ciudadanos no es cambio, es recambio''. Es decir, regeneración sólo si la efectúa Podemos, porque el resto de los nuevos son lo mismo de antes: no es que haya una derecha corrupta, es que la derecha tiene que ser corrupta, la corrupción es inherente a la derecha o al liberalismo. Y todavía hay ilusos que votan a Podemos, como muchos amigos del servidor que esto escribe, pensando que su activo más importante es que pide acabar con el PP y el PSOE. Cuando lo único que busca es fagocitarlos e impedir la entrada de nuevos competidores -una práctica muy monopolista, que apesta a capitalismo rancio, por otra parte.

El venenoso Fritsch quiso poner en práctica su misión de acabar con los judíos lo más rápido posible, y para ello buscó aliados por todo el Imperio. Dio con el periodista de Hamburg Wilhelm Marr, Guillermo Marr pa los amigos, quien había publicado La victoria de los judíos sobre los germanos, libelo que abrió los ojos a Fritsch. Éste apoyó a Marr en la organización de la Antisemitenliga, que no necesita traducción, un movimiento que inició la Rassenkampf o lucha de razas. Como la lucha de clases que pregona el infausto concejal de Hacienda de Madrid, Carlos Sánchez Mato.

Pero Fritsch sabía que no llegaba a la gente. Tenía que escribir con un lenguaje más fácil de entender para el populacho, ocupado en sus quehaceres diarios. El ideólogo quería, al igual que ya hizo el predicador Hartwig von Hundt-Radowsky con su Espejo judío de 1819, ''die blöde Masse rankriegen (llegar a la masa tonta)''. Así que Fritsch sacó su primer libelo, Altdeutsch-Antisemitische Kernsprüche, o Frases Clave de Viejo Alemán-Antisemitas, seguido de unas cuartillas publicadas a partir de 1883 bajo el nombre de Brennende Fragen, o Cuestiones candentes. Imagínense de lo que hubiera sido capaz Theodor Fritsch en su época si hubiera contado con medios de comunicación audiovisuales, aquellos de los que se acabaría sirviendo otro genio de la comunicación como fue Joseph Goebbels. 

Existe el convencimiento entre varios amigos míos de que Podemos surgió espontáneamente, tan espontáneamente, les suelo decir, como hace años pensamos que fue el asalto a las sedes del PP en marzo de 2004 o el escrache a UPyD y Rosa Díez en 2010, eventos patéticos, ambos, en los que acabamos descubriendo a Pablo Iglesias, si no como instigador, al menos como interesado asistente. No sé si lo sabrán ustedes, pero el primer medio de comunicación en el que apareció Pablo Iglesias fue Intereconomía, televisión en la que trabajé de 2008 a 2009 y famosa entonces por llevar a sus tertulias normalmente a cuatro invitados, uno de los cuales solía tener la ideología contraria al resto para aportar el morbo necesario del programa, sin el cual muchos telespectadores se aburrirían. Pablo Iglesias comunicaba bien. Como Fritsch. Como Goebbels. Cuando solo salía en Intereconomía, una vez lo dijo abiertamente: ''Yo soy comunista'' (está en Youtube, pueden acceder al vídeo). Pero luego lo llamaron a Onda Cero y otros medios, y el lobo empezó a tirar de su piel artificial de cordero para cubrirse.

Fue una tarde calurosa del verano de 2013 cuando, bicheando con mi móvil, accedí al vídeo en Youtube titulado ''Pablo Iglesias llama bufón del régimen a Sánchez-Dragó''. Por una de esas cosas inexplicables de los logaritmos de Youtube, por las que la página te recomienda vídeos que pueden interesarte, abrí el vídeo, atraído por el nombre de ese tal Pablo Iglesias, que se llamaba como el fundador del PSOE, y por Sánchez-Dragó, figura a la que admiro desde mis primeros años en Madrid y a la que es un placer escuchar en la radio. El debate fue interesante. Sánchez-Dragó respondía como siempre, ofuscado, alterado y sin pelos en la lengua, mientras que Pablo Iglesias encandilaba mis aún inadvertidos oídos con un lenguaje más suave, articulando decenas y decenas de palabras biensonantes y acertadas sin atragantarse ni una sola vez durante toda la entrevista. Mi mente analítica me hizo preguntarme por primera vez cómo había llegado Onda Cero a invitar a este desconocido profesor.

Luego lo supe. Más allá del interés de Intereconomía por revivir sus pobres cuotas de pantalla en un año en el que la plantilla llevaba meses sin cobrar, los demás medios habían descubierto a todo un líder, al menos comunicativo, que podría aportar la credibilidad que el PSOE había perdido en las elecciones de 2011 para las próximas dos décadas. En otras palabras, La Sexta, Cuatro y demás medios satélites habían dado con una mina de oro para animar a un electorado que en España siempre fue muy superior al de derechas, un electorado que ahora veía esperanza, no tanto en conseguir un país mejor como en acabar, como digo, con esa derecha.

Al igual que Podemos tomó los platós de prácticamente todas las televisiones (La Sexta y Cuatro en quiebra) en 2013, pero muy especialmente a partir de 2014, Fritsch se hizo en 1885 con los derechos de la editorial Schmeitzner, en bancarrota, para sacar la publicación Antisemitische Correspondenz, o Correspondencia Antisemita, que llevó a la editorial a convertirse en centro de coordinación del movimiento en toda Alemania. Con el bibliotecario Otto Böckel, Theodor Fritsch acabaría fundando la Unión Antisemita Alemana, el fundamento para una Alianza Germánica contra los judíos.

España se prepara para una alianza parecida. Y si no es ahora, tengan ustedes la certeza de que, sin el maduro análisis necesario, sin atender a las raíces ni cortarlas, los Fritsch españoles nos colarán este movimiento violento y populista como muy tarde en las próximas elecciones.



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