martes, 8 de marzo de 2016

“Excolarizar” encolerizando

Artículo de Paco Romero

“Cierto es que el mejor escribano echa un borrón; incluso, al más preclaro lingüista se le escapa un error ortográfico o dos gramaticales”




La web de la Junta de Andalucía, retrata el perfil de la joven Delegada Territorial de Educación en Córdoba, Esther Ruiz:

“Nacida en Aguilar de la Frontera (Córdoba) en 1982, es licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Córdoba y maestra de Educación Musical, de Primaria y de Pedagogía Terapéutica. Sus estudios se completan con el título en Grado Profesional de violín y piano.

Funcionaria del Cuerpo de Maestros desde 2003, su trayectoria laboral se ha desarrollado, principalmente, en la educación. Ruiz Córdoba ha sido directora y profesora de la escuela de Música municipal de Los Blázquez (Córdoba) durante el curso 2008/09 y ha impartido distintos cursos relacionados con la enseñanza.

Es miembro del Consejo Andaluz de Universidades por el Parlamento de Andalucía”.

Recientemente se presentó la “Campaña de Excolarización 2016-2017”, como refleja la imagen que encabeza este artículo publicada por el digital “Córdoba Hoy”.

El prefijo latino “ex” significa “fuera o más allá”; también interviene, sin significación precisa, en la formación de algunos derivados, como parece haberse pretendido en este caso sin demasiado éxito. Además, unido a un sustantivo, significa “que alguien o algo fue y ha dejado de serlo”. Si “escolarización” es la acción y efecto de escolarizar (“proporcionar escuela a la población infantil para que reciba la enseñanza obligatoria”), el vocablo “excolarización”, caso de existir, estimularía a pensar en una invitación de los poderes públicos a las familias para huir del sistema.


Cierto es que el mejor escribano echa un borrón; incluso, al más preclaro lingüista se le escapa un error ortográfico o dos gramaticales, pero, como en la vida, también en la administración debe aplicarse el refrán “cuatro ojos ven más que dos” y, aunque la responsabilidad habrá recaído en el funcionario de turno, no menos cierto es que las formas en un acto público, por simple respeto a quien se dirige, han de estar a la altura del fondo. Así, entre otras cosas, se evitaría semejante apología de la incultura. 


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