domingo, 4 de septiembre de 2016

De gaviotas y elefantes


Artículo de Rafa G. García de Cosío


Esta semana he visto Infierno azul, película americana dirigida, aunque me enteré al final, por el catalán Jaume Collet-Serra. El argumento es simple, va de un tiburón. Pero me ha encantado, como todas esas películas de ciencia ficción que me hacen imaginar historias verosímiles en la vida real. Uno de los personajes del filme, aunque a usted no se lo revele el trailer, es una gaviota. Sí, una gaviota. Acompaña durante toda la película a la guapa protagonista refugiada encima de un islote. 

No voy a desvelarle nada importante ni a cargarme la película si le cuento que la gaviota, desde el minuto cero, se hace amiga del personaje encarnado por Blake Lively mientras pertenecen subidas a la roca. Juntas se ofrecen protección: por las heridas, una no puede volar, la otra no puede nadar. La gaviota alerta a la actriz de posibles rescates o ataques de las fauces del tiburón, y la actriz alimenta y cura a la gaviota. Hasta aquí, a usted, querido lector, podría parecerle todo esto irrelevante, una cursilería típica de las películas americanas.

Y sin embargo, yo en el cine me puse a reflexionar. No es la primera vez que un animal que en la vida real pasa olímpicamente de los seres humanos hace migas especiales con el gran depredador de la Tierra. Todo un símbolo del valor que los americanos dan a las relaciones improbables entre personas y bestias, entre dos géneros de seres vivos destinados a convivir quizá, pero no a compartir. Ya lo vimos en la película Náufrago, en la que nada menos que una ballena despierta al personaje de Tom Hanks en su balsa para pedir ayuda a un buque de mercancías.

Pero hay más. Qué me dicen de Terminator 2, cuando el perro del niño protagonista ladra y ladra para que su dueño sepa, desde la cabina de teléfono, que la madre que se encuentra en la cocina no es su madre, sino un molde con voz superpuesta por el maligno que los persigue sin descanso? Y aquel gato de Ghost que entra en contacto milagroso con el mundo de los muertos para saltar y arañarle la cara al asesino a sueldo del personaje de Patrick Swayze?

Estos ejemplos (seguro que hay muchos más, sin contar con los dibujos animados) me llevan a pensar que los americanos reflejan como pueden su cultura y tradiciones de Boy Scouts o Peace Corps en el primer producto exportador de América: el cine. Esa cultura en la cual hay cabida para los entendimientos y alianzas más raras. Un país que, con toda su polémica a cuestas, se esfuerza por demostrar su compromiso tanto con el extranjero (EEUU es el primer país del mundo en financiación de ayuda al desarrollo) como en el interior, pues, si exceptuamos a Donald Trump, si algo ha caracterizado a la política nacional estadounidense en las últimas siete décadas ha sido un consenso en los temas más importantes y relevantes del país, como la economía, la política internacional o el respeto absoluto por los valores y símbolos de la nación.


Nuestros elefantes

Luego he pensado en algo más flipante aún. Se han dado cuenta de que es impensable hacerse siquiera a la idea de una película española que resaltara la amistad entre una persona en apuros y un animal? La reflexión puede resultar nimia, pero es que no me viene ningún ejemplo a la cabeza! Llego a la conclusión, sin duda, de que la mentalidad española, tan cainita como es, no permite explorar siquiera una reconciliación entre dos partes claramente con muchos más puntos en común que una gaviota y una texana surfista.

Con el nuevo no es no de Pedro Sánchez esta semana a la investidura de Mariano Rajoy, queda claro que a España le queda mucho por hacer en aquello tan conocido (y fácil de entender) que los anglosajones llaman team work, y que los germanos llevan décadas aplicando en Alemania (gobiernos presididos por conservadores y apoyados por socialdemócratas) o Austria (gobiernos socialdemócratas apoyados por conservadores). En realidad, ya en la misma España tuvimos ejemplos de colaboración entre PSOE y PP para importantes instituciones, como el gobierno del País Vasco, nada menos (2009-20013). El pequeño matiz, claro está, es que en País Vasco fue el PP el que ofreció su apoyo al gobierno presidido por el socialista Patxi López, mientras que resulta raro  pensar en lo opuesto: que el PSOE ceda el poder al PP. Por qué? Cómo es eso, si las diferencias entre PP y PSOE, a tenor del pacto de investidura suscrito entre PP y C's, son tan escasas como la lluvia en Atacama?

Hace poco leí un interesante estudio publicado en la Proceedings of the National Academy of Sciences por Karen McComb y Graeme Shannon, de la Universidad británica de Sussex, según el cual los elefantes de África eran capaces de reaccionar de manera diferente ante la voz de seres humanos según la tribu a la que pertenecieran. Según estos científicos, que grabaron la frase ''Mirad allí, elefantes acercándose'' a dos tribus distintas y la reprodujeron ante 48 manadas diferentes de elefantes, los paquidermos eran capaces de establecer una clara distinción entre los masai, por un lado, y los kamba.

Los masai son conocidos en África como una tribu agresiva ante los elefantes porque consideran que estos mamíferos ponen en peligro sus asentamientos y, sobre todo, a sus ganados. Los kamba, sin embargo, raramente atacan a los elefantes. Por ello, las 48 manadas de elefantes investigadas se alteraron y formaron piñón en el 70% de los casos tras oír a los masai, mientras que solo el 25% de los elefantes reaccionaron ante las voces de los kamba.

Esta es la esencia de la política española! Ustedes le muestran grabaciones de audio a cualquier diputado del Congreso en Madrid y, da igual lo suave que sea lo que se diga, si es del PP, será anatematizado de inmediato. Rajoy lo resumió bien antes de fracasar en la votación del miércoles: ''Sr Iglesias, somos malos por razones genéticas, o es que lo hemos ido adquiriendo a lo largo de la vida?''

Nos falta esa cultura de adoración a los animales hasta el punto de poder representar nuestra capacidad de establecer vínculos y alianzas que siempre habíamos creído imposibles. No me refiero a un consenso de cheque en blanco, lo cual acabaría con la democracia, sino a que de una vez por todas se empiece a mirar por el presente y el futuro de un país, que no es una bandera, un sillón o un presupuesto, sino un conjunto de personas, una tribu. Aunque, ahora que lo pienso... Dije en el primer párrafo que el director de Infierno azul resulta ser un español. Habremos empezado a aprender?


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