lunes, 26 de septiembre de 2016

Salvar al PSOE, retirar a Sánchez

Artículo de Luis Marín Sicilia

Muy pocos dudan a estas alturas de que todo el mareo de la perdiz que Sánchez se trae entre manos no tiene otro objetivo que salvar su puesto orgánico en el partido”

Nos hemos acercando a un precipicio de alto riesgo porque hay un señor que se ha empeñado en dialogar con todos menos con quien, de forma creciente, ha ganado las elecciones”

“Creo que los que en dicho partido tienen responsabilidades de gobierno y experiencia me parece que le van a decir a Sánchez que "hasta aquí hemos llegado”



Después de las elecciones en el País Vasco y Galicia me atrevo a pronosticar que el socialismo español va decidir por fin qué hacer con Sánchez, si dejarlo que aglutine a 44 partidos en un gobierno de desguace o imponer unas condiciones, por el bien del país, a cambio de permitir a los populares formar gobierno. Y me da la impresión que el PSOE no está dispuesto a seguir la deriva destructora a que lo lleva su actual Secretario general.

Los histéricos gritos de un tal Iceta, en plena jornada de reflexión, rogando a su "salvador" Sánchez que "¡por Dios Pedro, líbranos de Rajoy y del PP, líbranos de ellos!" solo van a servir para que el PSOE, por fin, se tome en serio su papel en Cataluña, donde lo peor es que actualmente el socialismo catalán prefiere gobernar con los separatistas, antes que permitir un gobierno popular. El histórico PSOE, su fundador Pablo Iglesias el auténtico, y los políticos socialistas de la Transición que lograron la modernización de la España postfranquista, seguro que están revolviéndose de náusea ante tales conjeturas.

Muy pocos dudan a estas alturas de que todo el mareo de la perdiz que Sánchez se trae entre manos no tiene otro objetivo que salvar su puesto orgánico en el partido. Se trata de amagar con consultas populistas y anticipos congresuales para mantener su culo pegado a la silla de Secretario general del PSOE. Resucitar, con tal de obtener tal finalidad, una política de confrontación y anatema al partido más apoyado por los españoles, es profundamente frustrante, nos retrotrae a lo peor de nuestra historia y expulsa al socialismo español de la centralidad y moderación que ha sido seña de identidad de su ideología socialdemócrata.

Es por ello que apuesto porque el PSOE no va a dudar entre salvar al propio partido antes que a su Secretario general. Las pequeñas trampas de este, convocando a una comisión permanente de amiguetes en vez de a los órganos competentes, tiene un corto recorrido. Tan corto como que el próximo sábado día 1, el Comité Federal, órgano máximo entre congresos y competente para fijar las líneas políticas, intuyo que va a prescindir de Pedro Sánchez y va a acometer una refundación tranquila, a través de una gestora, que devuelva al partido sus esencias socialdemócratas y nacionales, acabando con las veleidades con el soberanismo que tanto daño le están haciendo y alejándose de demagogias populistas tan ajenas a un partido tan experimentando en el gobierno.

Al potencial socio de Sánchez, el Iglesias podemita, seguro que le va a sentar muy mal el que espero sea el final de la era sanchista, empeñados ambos en resucitar una política de confrontación ajena a un país moderno, como sin duda lo es España. Y es que las inquietudes ciudadanas no van por ese camino, muy al contrario, muestran su preocupación con tal deriva preguntándose ¿cuándo vamos a despojarnos, lanzándolas al zurrón del olvido, de nuestras cuentas pendientes? ¿Es que disfrutamos despellejándonos unos a otros? ¿Es que somos incapaces de enterrar la pesada carga de la confrontación entre españoles? ¿Por qué ponemos nuestro futuro y el de nuestros hijos, de vez en cuando, en manos de los bandos irredentos?

Nos hemos acercando a un precipicio de alto riesgo porque hay un señor que se ha empeñado en dialogar con todos menos con quien, de forma creciente, ha ganado las elecciones. Ese empeño en prescindir de Rajoy tiene poco recorrido, porque, si bien es cierto que a muchos no le gusta el líder popular, ¿a cuántos le gustan los demás que tienen bastante menos apoyos? Si el PSOE, el partido que más responsabilidades de gobierno ha tenido desde la Transición, no hace entrar en razón a Pedro Sánchez, mala cosa para el país. Y creo que los que en dicho partido tienen responsabilidades de gobierno y experiencia me parece que le van a decir a Sánchez que "hasta aquí hemos llegado".

Y es que ese partido centenario tiene claro que si esta situación no se soluciona con altura de miras, algún día puede que nos sorprendamos de lo mucho que nos estamos acercando al desastre, por haber dejado en manos inexpertas, cuando no holgazanas, la gestión de los intereses colectivos. Y nos recriminaremos el habernos abandonado en los brazos de la mediocridad, que es el caldo de cultivo de la demagogia y la antesala de la pérdida de la libertad y de la democracia.

Nos lamentaremos de habernos dejado guiar por las emociones, alanceados por impostores de la política que jugueteaban, como adolescentes insumisos, al escarceo y la tentativa superficial, a la consigna primaria, a la proclama ofensiva, a los celos de todos los colores y a la ostentación vanidosa de lo que no se es ni se tiene. A cultivar todo ello es a lo que está entregado Pablo Iglesias, que aspira a ser vicepresidente de un gobierno de Sánchez, mientras éste se sumerge en lo más tenebroso y negativo del populismo rancio.

Con esos mimbres decía "Pedro Nono" que quería gobernar, apoyados en la sombra por separatistas de todos los credos y colores. La solución va a estar en ese Comité Federal del PSOE que se presenta movidito y presiento que, si antes Sánchez no dimite, máxime después del enorme fracaso electoral de ayer, el partido socialista va a abordar una etapa nueva, sin prisas pero sin pausas, haciendo una política de Estado y refundándose desde sus cimientos y haciendo honor a su condición de partido español por los cuatro costados.

A partir de ahí, la sociedad española respirará tranquila porque, al igual que en la fértil época de la Transición, las opciones más representativas abordarán las enormes reformas que demanda la situación actual así como la puesta a punto de la norma básica de nuestra convivencia, que no permitirán que sea violada impunemente. Espero que esto sea más que un buen deseo por mi parte, una auténtica realidad.



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