sábado, 12 de noviembre de 2016

Susana Díaz quiere dar lecciones a Trump



Artículo de Manu Ramos


Así, tal cual. Ahora la superioridad moral mundial está enervada por el triunfo de Donald Trump en la elección presidencial. La presidenta de la Junta ha pronunciado unas declaraciones en un tono pretendidamente serio respecto al carácter de nuevo líder de EEUU. También ha expuesto exigencias respecto a las bases militares en el territorio de la comunidad andaluza. Los partidillos se han entretenido más en las acusaciones entre ellos: -que si eres un populista -pues tu más -no, tu. Quiero obviar ese debate infantil pues todos mienten, todo el tiempo.
Prefiero centrarme en las declaraciones de Susana Díaz respecto a lo que ella considera que “representa” la “victoria de Trump”. 
Además, se ha parado en exigir más puestos de trabajo para las bases militares de Morón y Rota. Dijo que exigirá “lo mismo” que a Obama. No puedo dejar de pararme en la parte de la noticia de La Vanguardia donde se refiere a las declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el cual ha pedido que Trump “haga mucho de lo que ha criticado a sus oponentes e incumpla lo prometido durante la campaña electoral”. No he visto la declaración por vídeo pero seguro que después de espetar semejante tontería vendría una risita estúpida.
Comentar las ocurrencias de los jefes del Estado de partidos en el que vivimos siempre es un dolor, pero cuando la comparación es con la única democracia que existe en el mundo, donde los mayores problemas políticos están tan lejos del agujero en el que nos encontramos me resulta descacharrante. Me recuerda a la anécdota del que, sumido en un pozo sin poder salir, le dice al que está fuera y a salvo “si me ayudas a salir te perdono la vida”.
A este respecto, percibo en la sociedad un progresivo hastío ante la suficiencia moral que se arroga la bondad y la justicia bajo su manto ideológico, descalificando de forma categórica y propagandística a lo que ella considera que son sus enemigos. El hecho de que la victoria de Trump suponga para ella, me refiero a Susana Díaz, una amenaza para la convivencia y que apele a la fortaleza de la Unión Europea sólo muestra la contumaz insistencia en intentar dar vida a una moribunda “Unión Soviética Europea”. Ya se va el Reino Unido y el año y medio que viene presagia malos momentos para la UE ¿tiene la culpa Trump?
Vean ustedes la diferencia de la dignidad que supone el cargo de presidente de los EEUU, elegido directamente por toda la nación (nada de listas) encima teniendo en contra a su propio partido, al poder establecido, a los medios de comunicación... etc. Aún así, esta asesina política que se ha forjado la carrera a base de eliminar de forma artera a sus colegas de partido, a encaramarse en el mayor órgano estatal clientelar de España, sin control ninguno, y dando lecciones de moralidad y convivencia a una institución que le supera en moralidad y dignidad política en distancias sólo mesurables en años luz.
Una presidenta que tiene en su cortijo un índice de paro y de corrupción (íntimamente ligados estos índices) que se atreve a ponerse digna pidiendo y exigiendo. También tendrá Trump la culpa del paro en Andalucía. El ridículo que hace es tolerado y fomentado además por la indecencia de los mamones del cortijo, que la rodean en el “parlamento” de la Junta y le bailan el agua en el enésimo plató de “Sálvame” que son los supuestos debates parlamentarios. Ningún elemento elegido por el pueblo, ningún representante tenemos. Al menos tenemos que estar tranquilos de que no, no nos representan.
Y sin embargo, y a pesar de las correcciones técnicas que yo haría en el sistema electoral estadounidense, Trump sí representa a EEUU. Representa al gobierno, no a los americanos, ojo. Ellos saben muy bien qué es el pueblo y qué es gobierno, qué es la nación y qué es el estado. Ha elegido a su presidente, pero ellos eligen muchas cosas: congresista, senador, fiscal del distrito, sheriff... En España no elegimos NADA. Sólo señalamos al partido que queremos que tome todas las decisiones y cuando estos mismos despliegan su máquina de robar sin control, que para eso esto es un Estado de partidos, no podemos eliminar al partido entero y se quedan como lapas en las rocas. Incrustados.
Trump ahora tiene el contrapeso del congreso que, aunque tiene mayoría republicana, las mayorías para realizar las leyes son puntuales y ya se ha visto que allí los partidos no son órganos de listas sino agrupaciones electorales, formadas por facciones no siempre bien avenidas. Sobre todo porque eligen de forma uninominal, un candidato. Y si alguien falla por lo que sea, se quita a ese candidato.
¿Se imaginan que pudiéramos elegir a nuestro presidente del gobierno directamente? ¿creen que saldría Mariano Rajoy? ¿Susana Díaz tendría alguna ocasión de ser la mejor valorada entre todas las mujeres capaces de Andalucía?
Hasta que no tengamos representantes, deberíamos hacer como los propios EEUU hicieron con la metrópoli inglesa en 1773, dejar de pagar impuestos: “no taxation without representation”. Veríamos cómo se le quedaba la cara a todos los mamones del Estado de partidos si visulmbran siquiera la posibilidad de que les cortaran el grifo de dinero público que derrochan cada día, cada hora.
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