sábado, 20 de mayo de 2017

Teoría de la destrucción de un partido


Artículo de Manuel Ramos


Entropía en la política: todo tiende a fragmentarse


Mañana se avanzará otro paso en el camino de la fragmentación del voto del partido o, dicho de otro modo, el voto estará más partido. Ninguna de las supuestas elecciones que estamos presenciando últimamente en el panorama mundial y ahora nacional van a acabar con los problemas de disenso que existe en la sociedad. No es que la gente ahora opine muy distinto una de otra. Es que ahora se ve más. Internet es un medio que presenta las opiniones con mucha más facilidad que los medios tradicionales.

Esta influencia del canal de comunicación por excelencia hoy día está condicionando a la venta de la política de forma radical. Los grupúsculos de opinión en los que se mezclan edades, sexos, gustos, educación, cultura… hacen que no sea fácil para el vendedor de política saber cómo llegar a su votante. Es cierto que aún hay una parte de la población que no usa internet de forma intensiva y que ha heredado comportamientos modelados por los medios tradicionales, pero la tendencia a la fragmentación del mensaje es clara. 

El mensaje del PSOE se ha partido, pero no por culpa de internet. El medio sólo ha servido para mover las confrontaciones que ya existían previamente. Y es que un partido no puede ni gobernar un país ni, a la larga, gobernarse a sí mismo. A no ser que estemos hablando de un partido totalitario que obligue a la población con el ejército. Cuando hay confrontación de ideas, el partido de masas tiende a romperse. Es normal. Lo extraordinario es que haya habido tantos años de binomio PP/PSOE en el Congreso. 


Tercera ley de Newton: acción/reacción

No obstante, a esa tendencia a la fragmentación le corresponde otra tendencia a la unión, propia de cualquier organización de masas que quiera seguir viva. La Ley de Hierro, ya comentada aquí, obliga a cualquier estructura grande a tener un grupo pequeño que controle férreamente la organización. Si no, al garete la organización. El PSOE vive ese dilema de forma clara en la elección de su secretario general. Pedro Sánchez es el factor externo, disgregador, entrópico. Susana Díaz es el factor interno, unionista, corporativo. Para el partido está claro que es mejor que gane Díaz y es lo que pasará muy probablemente. Hay tantos factores que benefician a la candidata del aparato que si sacara más votos Sánchez incluso hay fuerzas propias de la organización que, o bien liquidarían al intruso, o bien lo asimilarían. 

El régimen de partidos estatales se resiste a la tendencia a la fragmentación, pero esta tendencia es más grande que el régimen. La transición es el tótem que ha aglutinado a todos los herederos de Franco en torno a un relato amigable del chanchullo que hicieron el 1978. Ese relato ha ido dejando de ser creído, poco a poco, y eso ha quebrado los cimientos del edificio político. Pero aún se resiste y el miedo al futuro, el pánico a que muchos pierdan situaciones de vida cómodas, el horror a que se sepa de las mentiras que se han contado, todo ello lucha contra esa tendencia a desconfiar del régimen. Al igual que es muy difícil que Pedro Sánchez gane, es muy difícil que este régimen cambie. Los cambios que vienen por la fragmentación natural son muy lentos pero siempre ocurren, como la roca que se convierte en arena. 


Pareto y la generación cultural

Dicho cambio ya se va produciendo en la propia generación cultural que ha seguido a la de la transición. Según Wilfredo Pareto, en su teoría sobre la circulación de las élites, establece que una generación cultural la conforman dos generaciones etarias de 15 años. De este modo podemos decir que 30 años después de 1978, a la generación cultural de aquellos que hicieron aquella constitución para mentirse a sí mismos le ha seguido otra generación que no necesita mentirse por aquél motivo. Unos por traidores a Franco y otros por traidores a la lucha contra Franco. 

Los hijos de esos traidores no necesitan la transición, por eso los hijos de los votantes del PSOE ya no tienen la necesidad de votar PSOE, votan a Podemos. Sigue siendo la misma mentira en realidad: pensar que hay democracia en España. No obstante, la pasión de votar partidos no necesita del consenso del 78. Tampoco tiene un consenso claro ahora, pero al menos desconfía de lo anterior. 

Por supuesto esta desconfianza está siendo aprovechada por los oportunistas que se erigen como portavoces del descontento y “verdaderos demócratas”, no como el PP/PSOE. El régimen es el mismo, se siguen votando listas de forma proporcional y no hay separación de poderes. Así que a la tendencia natural a la desconfianza (provocada por la corrupción, mentira, robo, estafa y ruina durante mucho tiempo) se quieren encaramar arribistas que, manteniendo todo como está, se erigen como estandartes del cambio. 

Habrá alguien que les compre el producto, no digo que no. Pero lo normal será que se continúen los clientelismos habituales y el régimen se mantenga aun si no se produce un verdadero cataclismo. El cambio verdadero, al que la mayoría tiene mucho miedo, no lo traerán estos apóstoles de la revolución televisada en La Sexta. El verdadero cambio está en la sociedad civil, independiente de la política, y que de verdad sepa qué es controlar a sus representantes. Pero podemos contemplar a la roca convertirse en arena o podemos ayudar a que se resquebraje. Ahí dejo la metáfora. 


3 comentarios:

  1. La única sociedad civil independiente de la política es la de los moros en alguno barrios, y ni eso llega a ser independiente.
    Y usar Pareto con la metáfora de la roca luego es como mojar secando. Ahí dejo la metafora

    ResponderEliminar
  2. Es verdad que la sociedad civil esta trayendo el cambio. Los moros implantando sus leyes en Europa, por ejemplo. Sigamos elogiando a la sociedad civil creyéndonos que es universal (pensando claramente en la anglosajona, porque la vista no nos da para más)

    ResponderEliminar
  3. He usado Pareto para definir qué es una generación cultural: 30 años. Le recomiendo leer su libro sobre la circulación de las élites. También le recomiendo leer a Gramsci para poder entender la diferencia entre sociedad civil y sociedad estatal. Una cosa es la sociedad productiva, la que no dependen del dinero del Estado sino de las empresas, la cultura, las tradiciones, incluso el ocio. Otra cosa es la sociedad política, que es la que -en teoría- temporalmente se instala en el Estado y toma decisiones que afectan a lo público.

    Mientras los que no somos sociedad política no tomemos conciencia de que somos más y no estamos dispuestos a que nos roben, confundir el propio concepto de sociedad civil (por ejemplo, diciendo que son 'moros', cosa que no he entendido) no ayudará a que nos defendamos de este régimen de corrupción.

    Yo no puedo tener un mal concepto de la sociedad civil aún porque no se ha expresado en libertad, nunca ha habido elecciones representativas en España. Cuando las haya entonces podremos ver de verdad qué quiere la sociedad civil. No puedo juzgar a una persona encadenada por los pies su habilidad para correr. Primero que se libere de las cadenas, que entrene, y luego veremos si corre mucho o poco.

    No puedo evitar usar comparaciones y metáforas. Discúlpenme.

    ResponderEliminar