martes, 4 de julio de 2017

La hora de la verdad


Artículo de Luis Marín Sicilia


“Conviene recordar que la Constitución que ha hecho posible este periodo de convivencia y progreso ha sido la única en nuestra historia respaldada por referéndum de los ciudadanos”

“No habrá choque de trenes, porque de un lado está la Ley y de otro la traición y la sedición”


Podemos y sus confluencias reclaman el derecho de autodeterminación. Omniun Cultural advierte al Gobierno catalán que no dé un paso atrás en la secesión. Barcelona abre la puerta al referéndum secesionista. Un pleno del Ayuntamiento de Jaén tensionado por una moción contra la independencia. Aznar, Guerra y García Margallo, entre otros, piden a Rajoy que actúe ante el desafío. Los obispos catalanes divididos ante el reto separatista. El Vaticano advierte que debe someterse la cuestión al conjunto de los españoles. El New York Times pide a España lo que EEUU no acepta para sí: un referéndum secesionista. Un centenar de intelectuales y miembros notables de la sociedad civil catalana advierte a la Generalitat que debe cumplir la ley...

Así, todos los días, un torrente de posicionamiento ante el mayor intento de golpe de Estado de la época moderna, financiado y promovido por las propias instituciones que deben respetar el orden constitucional. El caldo de cultivo se ha ido generando y desarrollando a lo largo de los últimos cuarenta años, en el mayor caso de traición a los compromisos asumidos por parte de una banda de ladrones y revolucionarios que, tras educar a las nuevas generaciones en el odio al resto del país, pretenden protegerse bajo el manto de un nuevo estado.

Que los más radicales vayan resultando los procedentes de la izquierda y los conversos de la inmigración solo hace que confirmar el oportunismo y la obsesión por agradar de los conversos. Ya ocurrió con destacados pistoleros de ETA, cuyos apellidos castellanos confirmaban a los "maketos" en su fe abertzale, de la misma forma que los "charnegos" hacen méritos para ser admitidos en el paraíso del oasis catalán, cada vez más cutre y desértico. El episodio xenófobo del alcalde socialista de Blanes, Miguel Lupiañez, nacido en La Alpujarra granadina, por muchas disculpas que proclame, pone de manifiesto la enorme carga de sentido superior que se ha inoculado en las mentes adoctrinadas, típico de todo los fascismos.

La ostentación que hizo el tal Rufián durante la investidura de Rajoy retrata a este tipo de personajes. Sus palabras desde la tribuna del Congreso fueron claras: "Soy charnego y soy independentista. He aquí su derrota y he aquí nuestra victoria". Expresaban el mismo complejo de superioridad del que el alcalde Lupiañez hacía gala cuando se homologaba con los daneses (¡que más quisiera!) y nos hacía magrebíes al resto de los españoles.

La sabiduría popular suele ser contundente a la hora de valorar a estos sujetos. El reportaje del digital El Español realizado en Bobadilla, pueblo jiennense del que es oriundo Rufián, es clarividente a la hora de la valoración de sus paisanos. Diego, hermano de su abuelo Juan, dice que "su abuelo lloraría si supiera que quiere irse de España". Un vecino cree que "el independentismo es un negocio" y su tío Francisco López comenta que "dice tonterías, pero como come de eso ha de decirlas y se gana la vida así; hace bien". Lupiañez, como tantos conmilitones, abandonó los estudios y se metió a político, lo mismo que Rufián encontró en esa actividad lo que no conseguía profesionalmente como Diplomado en Relaciones Laborales. Otro vecino de su pueblo sentencia con rotundidad la verdad sobre el separatismo catalán y, sin cortarse un pelo, dice que "quieren irse después de habérselo llevado todo".

Hoy martes parece que los separatistas seguirán con su estrategia teatral, explicando la "oculta" Ley del Referéndum a los diputados secesionistas y, por la tarde, harán un acto público en el Teatro Nacional de Cataluña explicando los pasos a seguir. Mucho espectáculo y ningún acto concreto. Dicen que harán, pero no hacen. ¿Cuándo van a firmar el decreto o aprobar la ley? ¿Quién o quiénes lo harán? ¿Dónde están los valientes que desafían al Estado? ¿Por qué no dejan de marear la perdiz y se ponen a gobernar el interés ciudadano?

En el acto conmemorativo de los cuarenta años de democracia parlamentaria el Rey ha sido claro en la sede de la soberanía nacional: "Ningún camino debe llevar a dividir a los españoles". Conviene recordar que la Constitución que ha hecho posible este periodo de convivencia y progreso ha sido la única en nuestra historia respaldada por referéndum de los ciudadanos. Las demás (1812, 1834, 1837, 1845, 1869, 1876 y 1931) fueron otorgadas o aprobadas sin ser ratificadas en consulta popular. Y fue precisamente en Cataluña donde obtuvo uno de los mayores respaldos, con un 90,46 % de votos a favor y un 4,61 % de votos en contra. ¿Quiénes son los separatistas para saltarse la norma suprema que a todos nos obliga?

Cuando algunos partidos y líderes políticos hablan tan alegremente de la reforma de la Constitución deben ponerse antes de acuerdo sobre qué se pretende reformar y si ello cuenta con una mayoría política y social suficiente para llevarlo a cabo. Y el primero que debiera aclararse es el nuevo PSOE de Pedro Sánchez con su definición de España como un Estado plurinacional como Bolivia, según su vicesecretaria general Adriana Lastra. ¡Bolivia, un país de diez millones de habitantes con 36 naciones y 189 golpes de Estado! Buen ejemplo para convivir en paz...

Uno de los mayores riesgos del momento actual es que podemos dejar a España en manos de ineptos. Por ello el socialismo de Sánchez debe emprender lo antes posible la senda de un partido de gobierno, comprometido con las esencias constitucionales que con tanto ahínco colaboraron sus antecesores a construir, olvidar mimetizarse con un Podemos que, por ese camino, le ganará la partida y dar menos bandazos en temas esenciales para la estabilidad institucional, como son el techo de gasto, los acuerdos y tratados de la Unión Europea y las políticas reales. Y por supuesto, dejar claro que solo hay una nación política que es España. Empeñarse en construir frentes y cordones sanitarios para "desalojar" al PP es abandonar la centralidad política que es la que merece la confianza del electorado. Y cuando lleguen las elecciones procurar ganarlas, que así es como se cambian gobiernos.

En el desafío catalán actual llama la atención el protagonismo de las opciones de izquierda, lo que rompe la propia esencia del principio solidario que teóricamente inspira a estas formaciones. Pero tal circunstancia no es nueva: el comunismo siempre ha aprovechado la oportunidad de cualquier inestabilidad para llevar a cabo la revolución. Por ello los podemitas del SAT enarbolan esteladas catalanas en el Ayuntamiento de Jaén y reclaman el derecho de autodeterminación. Ya desde Lenin se decía, según las "Notas críticas sobre la cuestión nacional", que "al defender el derecho de autodeterminación, queda clara su subordinación a la vía revolucionaria... pero la lucha por esa autodeterminación es una frase vacua si no se subordina a la lucha de clases".

Por todo ello, en Cataluña está llegando la hora de la verdad. No habrá choque de trenes, porque de un lado está la Ley y de otro la traición y la sedición. El Estado es bastante más fuerte de lo que algunos piensan, y todos los españoles han tenido tiempo para entender lo que está pasando con quienes se creen tan superiores que pueden orillar las obligaciones que a todos nos incumben.

Para que nadie se equivoque, no estaría de más que, al menos PP, PSOE y C's, comparecieran conjuntamente para expresar su voluntad política incontestable de responder al desafío. De palabra, frente a la palabra. De obra, frente a la acción insurgente.



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