domingo, 1 de octubre de 2017

Lagrimitas de elefante



Artículo de Rafa G. García de Cosío


El domingo pasado, cuando el escrutinio de las elecciones alemanas aún no se había cerrado, la cadena 2ZDF emitía un programa de debate en directo con algunos candidatos políticos conocidos, entre ellos una mujer gordita llamada Angela Merkel. Los primeros instantes pensé que se trataba de una redifusión: seguro que a esa hora las televisiones estaban faltas de material, o esperaban su llegada, mejor dicho, y tenían que rellenar hueco. Pero no. El moderador dio la bienvenida a los candidatos de los seis partidos que habían conseguido representación parlamentaria esa noche (menos los comunistas de Die Linke, que habían enviado a Katja Kipping), y yo no daba crédito.

No daba crédito porque, como español acostumbrado al periodismo de alcachofa y hoynotoca, jamás había presenciado un debate de los candidatos de unas elecciones cuando éstas acababan de salir del horno. En mi país España, se dio la circunstancia en 2016 de que el candidato del PP a presidente del Gobierno decidió ausentarse del debate previo a las elecciones, con lo que ya pueden imaginarse la emoción con la que contemplé la noticia de que ahí estaban una canciller que había perdido ocho puntos y un candidato del segundo partido que se había dejado cinco por el camino, ambos escudriñados por otros políticos por lo general más jóvenes y por supuesto envalentonados ante la alegría de haber entrado en el Parlamento (FDP y AfD) o haber subido algo sus apoyos. Cuánto hacía que no veía tanta tensión e improvisación en un debate!

En esta Elefantenrunde o 'ronda de elefantes', como se ha denominado al formato del programa entre la ciudadanía, hubo un rifirrafe clave entre el jefe de los liberales y aprendiz de Albert Ribera, Christian Lindner, y el portavoz del AfD (su candidato, Alexander Gauland, estaba en el programa de Anne Will en la primera cadena) Jörg Meuthen. Cuando este último criticaba la avalancha de insultos y descalificaciones de 'racista' a su partido recordando que la AfD apoya la llegada de inmigrantes cualificados a Alemania (lean el programa), Christian Lindner, que veía cómo tiraban de su merienda para quitársela, lo interrumpió diciendo que la Ley de Extranjería de la que Meuthen hablaba en ese momento ya estaba en los ideales de la FDP desde los años 80, cuando ''la AfD no era ni una lagrimita en las ocurrencias de Bernd Lucke [creador del AfD]'', en palabras de Lindner. Inexplicablemente, Meuthen desaprovechó una ocasión de oro -los moderadores no se encontraban amonestando a ninguno de los dos- para preguntarle a Lindner por qué esa Ley no se había aprobado durante los 16 años de Gobierno de Kohl con el FDP o los cuatro de Merkel con los liberales entre 2009 y 2013.

Muchos no pueden esperar a que el AfD entre en el Parlamento y muestre su verdadera cara. Les prometo que estoy deseando equivocarme; que quiero ver con mis propios ojos lo que nos han intentado inculcar desde hace años: que en el AfD hay más radicales que salvadores, más cantamañanas que tecnócratas. Hasta entonces, hay dos partidos liberales en Alemania, y ambos luchan por sacudirse los ataques recíprocos.




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