sábado, 21 de octubre de 2017

Realidad de una Andalucía irreal



Artículo de Manuel Vicente


Si hubiera en el Parlamento andaluz un buen político, o un buen asesor que hiciera algo más que llevar la cartera o pelotear a su jefe, probablemente a esta hora estaría consultando en el diario de sesiones el debate del año pasado sobre los Presupuestos de la Junta de Andalucía. Quien esto suscribe no es, ni quiere ser, buen político ni buen asesor; tan sólo es un humilde gacetillero interesado por la actividad política y preocupado por el progresivo deterioro de la calidad de vida de sus conciudadanos andaluces, además de nostálgico que hace 40 años se ilusionó con participar en la construcción de una Andalucía mejor.
 
Cualquiera que tenga ese mismo interés, preocupación o nostalgia tiene a su alcance hacer el fácil ejercicio, aunque no sea en el diario de sesiones, de comparar los argumentos expuestos por la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, en sus comparecencias ante los medios de comunicación del año pasado y del actual para defender la política económica que el Gobierno andaluz plasma a través de los Presupuestos. Pues bien, en la referencia informativa emitida por la propia Junta de Andalucía el pasado día 12 de octubre se presume de que “ha sido la primera administración autonómica en presentar sus presupuestos para el próximo año, fruto de la estabilidad política de la comunidad que se traduce en generación de riqueza y creación de empleo. Montero ha señalado como objetivo principal que "la recuperación económica llegue a las familias en forma de mayor renta disponible y mejores servicios públicos".

Tan convencida de lo que dice debe estar la consejera de Hacienda, que el año pasado ya dijo exactamente lo mismo aunque con la ayuda de quien entonces ejercía de portavoz del Gobierno andaluz, hoy consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, quien el 28 de octubre de 2016 acuñó el argumento "Andalucía es un factor de estabilidad para este país, somos el primer Gobierno de España en presentar sus cuentas”, a lo que Montero apostillaba que el presupuesto “tiene como prioridades el impulso de la actividad económica y el empleo, dotar de mayor capacidad económica a la clase media y trabajadora y crecer más, mejor y en igualdad. Asimismo, con el fin de trasladar la recuperación a las familias, se aplica una nueva rebaja impositiva en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones y se mantiene la prioridad para los servicios públicos con incrementos en las partidas de salud, educación e igualdad”.

A estas alturas, el avezado lector habrá llegado a la conclusión de que desde el otoño pasado hasta aquí la evolución de Andalucía ha sido tan extraordinaria que es impecable desde un punto de vista político que el Gobierno autonómico mantenga su sólida actuación en pro del bienestar de sus administrados. Ahora bien, ¿corresponde esta conclusión a la realidad de nuestra región?

Supina desfachatez hay que tener para volver a hablar desde el régimen socialista de generación de riqueza y creación de empleo cuando en las últimas semanas hemos conocido sendos estudios que colocan a Andalucía como la segunda Comunidad con más pobres de España y que demuestran que el desarrollo de nuestra economía no se ha aproximado ni una décima a la media europea, a pesar de los miles de millones de euros que han llegado desde instancias comunitarias.

Obviemos el descaro que se precisa para atribuirse el mérito de relajar mínimamente la presión fiscal a través de una reforma, más efectista que efectiva, del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, y centrémonos en el colmo del cinismo del que hacen gala los gerifaltes del régimen socialista al presumir de defensa de los servicios públicos y del Estado del Bienestar. De tanto atender a su maquinaria de propaganda y de tanto vivir en su Andalucía irreal, ni la presidenta de la Junta ni la consejera de Hacienda ni ningún otro miembro del Gobierno andaluz han visto a los miles de andaluces que en los últimos meses han protestado en las calles contra el deterioro del sistema sanitario y los recortes que han aplicado en nuestros hospitales, centros de salud, etc. La Andalucía real que se movilizó el 15-O en Granada, como en tantas otras ciudades anteriormente, representa para ellos poco más que un ligero escollo en el afán de perpetuación del régimen, por lo que, para minimizar su impacto, movilizan sus habituales recursos: reparto de dinero entre los adeptos, manipulación de datos estadísticos y aceleración de la maquinaria propagandística con despliegue de fotos y declaraciones grandilocuentes sobre la “Andalucía pionera”. Ni se inmutarán ante el desastroso inicio de curso escolar que ha llevado a que en el mes de octubre haya alumnos de Secundaria que apenas han dado clases de Matemáticas o Física. Parecía imposible empeorar la nefasta gestión que hizo Adelaida de la Calle en la Consejería de Educación cuando aparece la negligente sindicalista Sonia Gaya -¿qué favores debían pagar a UGT?- para hacernos añorar a la exrectora, aunque quizá el problema no sea de personas sino de sistema, más bien, de agotamiento de sistema. Y del consiguiente agotamiento de ánimo en el que está cayendo una sociedad cuyo peor lastre es la bipolarización propiciada por un régimen perverso.




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