sábado, 28 de mayo de 2016

Alberto, comunistas sois todos

Artículo de José Antonio Peña


En el principio era el Mercado…

Réplica a la entrada “Algunos somos comunistas” del blog de Alberto Garzón: http://agarzon.net/algunos-somos-comunistas/

Has de reconocer, Alberto, en honor a la verdad, que en Unidos Podemos no sois comunistas algunos; sois comunistas todos. Podemos es un partido político comunista que ha barrido, compactando su confluencia comunista, a buena parte de los partidos -o coaliciones de partidos- comunistas existentes en nuestro país, entre los que destaca IU, la vieja mercancía averiada comunista de siempre controlada por el PCE. El resultado es Unidos Podemos, una confluencia comunista, de partidos comunistas, en los que todos son comunistas. No, Alberto, el comunismo, en cualquiera de sus variantes y derivaciones, como la socialdemocracia -todas ellas sistemas de agresión institucionalizada y sistemática sobre el individuo y su propiedad-, no se ha puesto de moda ahora; desafortunadamente lleva de moda mucho tiempo, en algunos países incluso desde que Marx y Engels fletaron esa ideología criminógena que, a diferencia de lo tú indicas, opera en la práctica en el modo exacto en que predijeron ambos en 1848 en su fatídico Manifiesto Comunista.

Porque, Alberto, los resultados prácticos del comunismo no son ninguna desviación de la teoría, pues de la lectura de los textos comunistas se desprende fácilmente cuáles serán invariablemente esos resultados: destrucción de la libertad del individuo y de su propiedad, que comienza por la propiedad de su propio cuerpo. Si no, desde luego, debe ser muy delicada y sofisticada la teoría comunista, puesto que jamás nadie ha sabido practicarla correctamente en ninguno de los territorios que la han sufrido, tampoco en su versión eufemística 2.0 del socialismo del siglo XXI: Afganistán, Albania, Alemania Oriental, Angola, Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Benín, Bielorrusia, Birmania, Bulgaria, Camboya, Checoslovaquia, el Congo, Corea del Norte, China, Cuba, Estonia, Etiopía, Georgia, Granada, Guinea-Bissau, Hungría, Kazajistán, Kirguizistán, Laos, Letonia, Lituania, Moldavia, Mongolia, Mozambique, Nicaragua, Polonia, Rumanía, Rusia, Somalia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán, Vietnam, Yemen o Yugoslavia.

Faltan a la verdad Jodi Dean y quienes acusan de fracasado al Mercado (que alguien exponga por qué estado ha de escribirse en mayúscula y Mercado o Fuego, que son descubrimientos muy superiores, no: ¿existe acaso alguna razón lingüística?). Dinos, Alberto, ¿de qué Mercado habláis?; ¿dónde está el Mercado?, ¿no entendéis, de verdad, que no hay Mercado? El Mercado no ha fracasado: al Mercado no lo habéis dejado funcionar los comunistas, ni tampoco los socialdemócratas, a base de regulaciones y trabas infinitas. Por eso nos hemos revuelto siempre los que tú denominas “anti-comunistas”, igualmente “anti-socialdemócratas”.

Lo que sí hay, y mucho, es estado, pero tú ni lo mencionas porque el estado es vuestra arma de dominación, como enemigos eternos que sois de la libertad y del Mercado (vuestro proyecto maligno tiene como medio, y como fin, volatilizar la libertad y el Mercado). El comunismo y la socialdemocracia son la ciénaga ideológica donde se revuelca el estado mastodóntico que nos oprime, y los proveedores oficiales de argucias para tratar de justificar la opresión y el expolio estatistas. El “desempleo”, los “desahucios” y el “miedo a pasar hambre” los ha generado el hiperestado, no el Mercado, que, por el contrario, es el que está permitiendo que todavía haya empleos, que no haya más desahucios y que no haya más personas necesitadas. Así que, por supuesto que sois los comunistas y los socialdemócratas quienes, en connivencia con múltiples actores que parasitan vuestro amado estado (vuestra particular deidad), y otros como el Banco Central, habéis quitado las viviendas, el trabajo y el futuro a las familias. ¿Quién ha sido si no? ¿El Mercado? Insisto, ¿qué Mercado?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?

Mencionas a David Harvey y a Perry Anderson para llegar a la conclusión de que en la posguerra mundial el marxismo retrocedió y que además dejó de lado el análisis económico para centrarse en razones culturales. No fue así; lo que sucedió fue que el consenso socialdemócrata post-bélico, que llega hasta nuestros días, alcanzó tal magnitud e intensidad que eclipsó al comunismo por quasi-igualación, mientras que hoy, agotada la agenda socialdemócrata por pura inanición, el comunismo vuelve afilar la espada. Además, el marxismo no ha entendido nunca la economía, ni la puede entender, ni lo pretende. Es más: el cálculo económico socialista lleva décadas refutado por varios premios Nobel, sencillamente porque -muy sintéticamente- el órgano central rector no puede acumular toda la información necesaria para dirigir la economía (ni cualquier otra cosa). Por tanto, el comunismo no es sólo un error intelectual, es que, como afirma Huerta de Soto, es una imposibilidad teórica y práctica. Obviamente también lo es la socialdemocracia y el dirigismo en general.

Sí, “El Capital explica con sorprendente precisión por qué y cómo nos bajan los salarios, nos despiden, nos recortan la sanidad y la educación o nos obstaculizan la organización en sindicatos”. Pero no sólo lo explica, sino que es uno de los soportes ideológicos causantes de todo ello. Los recortes a los que aludes no son más que traspasos improvisados, engañosos y partidistas entre partidas presupuestarias, de un estado ahogado por una deuda que a fin de cuentas no para de crecer. Y los sindicatos son los que, en régimen de monopolio y coacción, pero obviamente a merced y capricho del todopoderoso estado (es el precio a pagar), mantienen en niveles bajos los salarios de muchos trabajadores, por ejemplo aumentando de manera artificial el salario en determinados sectores, lo que genera que el capital sea atraído a esos sectores para sustituir al propio trabajo (es más rentable), de modo que a los demás sectores no llega el capital requerido para dotar a los trabajadores de la tecnología necesaria para hacerlos más eficientes y para que, por tanto, puedan obtener mayores salarios. Por ésta, y otras razones, los sindicatos generan desempleo, y, por ende, emigración.

Coincido contigo, Alberto, en que el comunismo siempre ha sido “así, abierto y diverso” y “versátil”, que “no tiene por qué expresarse con los mismos ropajes o las mismas herramientas conceptuales de siempre”. En efecto, hubo y hay matices y betas diferenciadas en la URSS (más de 70 años de lo que tú eufemísticamente defines como “catecismo ortodoxo”), en China, en Laos, en Camboya (los Jemeres Rojos fueron particularmente innovadores…), en Mozambique, en Yugoslavia, en Vietnam, o en Cuba o Venezuela. Los matices, revisionismos y enjuagues intra-comunistas de Luxemburgo, Lenin, Gramsci, los revolucionarios latinoamericanos, y otros, son un espantapájaros que a muchos no nos engañan. Dilucidar si el leninismo es complementario o contrario en determinados aspectos al marxismo, puede resultar sugerente para vosotros en materia de teoría política o teoría del estado, pero es muy poco sugerente en términos intelectuales cuando nos estamos jugando la libertad y la propiedad, ya violados por la socialdemocracia… a la espera del remate de Unidos Podemos. Respecto al derecho a la existencia de Robespierre, lástima que en su momento nadie preguntara a los 10.000 guillotinados por orden suya en Francia. Fíjate, Alberto, qué referentes intelectuales sacáis a relucir: Robespierre, y nada menos que para considerarlo un precursor de la Declaración de los Derechos Humanos, derechos cuya “llama” según tú el socialismo fue el encargado de mantener viva entre 1794 (fin del Terror del propio Robespierre) y 1948 (cercano el fin del período estalinista). La Bill of Rights del Parlamento inglés de 1689, y otros documentos, sí pueden ser la antesala de una Declaración de Derechos Humanos, pero no El Manifiesto Comunista. La pérdida de los referentes es completa.

Dices que impugnas “el sistema capitalista”, inconsciente de que incluso el capitalismo actual, cortocircuitado por el estado, ha permitido generar la riqueza que luego el estado sólo puede distribuir y redistribuir malamente (y a su antojo). El Mercado permite asignar precios y es inherentemente solidario porque obliga a los agentes económicos a proveer a los demás bienes y servicios. Cuánto pueda o quiera enriquecerse (o arruinarse) cada cual, o cómo de desiguales sean los individuos, no puede determinarlo ni el estado ni el resto de la sociedad (por cierto, el medio ambiente se destruye porque esencialmente está en manos del estado). Pero es que además es el estado el que obstaculiza que la riqueza que, con dificultad genera el Mercado, alcance a todos. Si no, ¿por qué en España desde hace 40 años hay los mismos millones de pobres?, ¿no se ha redistribuido lo suficiente?, pues nada, que continúe la redistribución… (muchos ya conocemos la redistribución que trae Unidos Podemos…). Lamentas que las “garantías sociales” de la Constitución de 1978 no sean efectivas; también muchos sabemos cómo vosotros las haréis efectivas. Una vez más la culpa es de la socialdemocracia que impregna toda la Constitución, cuya artículo 128 establece, nada menos: “1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. 2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio, y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”. Por artículos como éstos es por lo que Unidos Podemos está aquí.

Así que, no, Alberto, el PP, el PSOE y C’s no agitan la bandera del anticomunismo, agitan la bandera de su prima hermana, la socialdemocracia, que es la que nos traído hasta esta ruinosa situación para que finalmente vosotros, que sois la versión original, pongáis la puntilla a la sociedad y cobréis el peaje, sobre todo a los más pobres, unas veces rehenes y otras esclavos, vuestros, y a quienes históricamente más habéis castigado. Y lo haréis nuevamente si podéis. Pensar que la mole comunista Unidos Podemos no va a hacer lo que vosotros mismos afirmáis que vais a hacer, es autoengañarse (a diferencia de engañar a otros, moralmente aceptable, pero propio de necios). Unidos Podemos y el comunismo están desbordando a los putrefactos partidos socialdemócratas y a la socialdemocracia. Los habéis adelantado y se han asustado, pero son ellos los que os han creado por acción y por omisión, madurando a una buena parte de la sociedad española para el comunismo, insuflándole hasta la náusea la demagogia de ricos frente a pobres, de redistribución, de envidia, de igualitarismos, de inmadurez, de supuestos derechos sociales y de rentas universales. De modo que “reaccionarios”, en tanto que refractarios al progreso, sois todos: Unidos Podemos, el PP, el PSOE y C’s, así no que no discutáis más por ello. No es Unidos Podemos quien, por ser comunista juega, en términos sistémicos, fuera de casa, de la gran casa socialdemócrata. Quien juega fuera de casa es el Partido Libertario (P-LIB).

Alberto, reconoce que lo peor está por venir. Unidos Podemos intentará cortocircuitar, desde dentro de las instituciones y también desde fuera (este otoño se avecina cálido…), la ya de por sí precaria libertad de Mercado existente en España. Intentará que cedan (más aún) las líneas de separación de poderes, en particular la independencia del poder judicial. Perseguirá a la prensa libre (sutilmente al principio, apelando a la necesidad de vigilar la responsabilidad de los medios privados). Igualmente procurará cercenar derechos y libertades, y poner bajo presión a una parte de la sociedad de la que hará depender a otra parte. Y todo ello lo va a hacer en cuanto pueda, contemporizando cuando haya que contemporizar y dando pasos atrás cuando haya que darlos, empleando diferentes caras visibles y a supuestos moderados, vistiéndose de socialdemocracia cuando convenga (que reconsidere la socialdemocracia por qué su disfraz gusta tanto al comunismo; mira que hemos visto a los comunistas vestidos de cosas, pero de libertarios aún no, por algo será). O, como recientemente, buscando el voto racista y xenófobo aludiendo a las semejanzas con el Frente Nacional de Le Pen, que por otro lado son muchísimas más de las que Unidos Podemos afirma. Tiene todo el sentido; de hecho, en enero de 1848, Engels, en el periódico de Marx La Nueva Gaceta Renana, se refería a vascos, bretones, escoceses de las tierra altas y serbios como basura racial a la que había que destruir porque al no ser aún sociedades capitalistas sería imposible conducirlas a la revolución socialista. Ello por no hablar del componente antisemita tan presente en discursos comunistas.

Alberto, sacas a pasear a Baudrillard (autor aprovechable para otras cuestiones) sólo para concluir que en el mundo hay ricos y pobres, trabajadores y rentistas, quienes trabajan para “ganarse el pan” y quienes “viven del trabajo ajeno”, pero no solamente no aclaras quién es el responsable de esa realidad, sino que tampoco aclaras si dicha realidad es o debería ser inmoral, ilegal, o ambas cosas, ni el porqué. No aclaras qué entiendes por rico ni por pobre, ni cómo de rico o de pobre se puede ser, según tú. No aclaras si hay que evitar que la gente se enriquezca o si por el contrario hay que dejar que se enriquezca para luego expoliarla fiscalmente.

Por eso, allá donde hay “explotación”, “opresión”, “miseria”, “carencias básicas” y “desahucios”, es porque hay poco Mercado, y los responsables son el comunismo y la socialdemocracia, y sobre todo el hiperestado que pace en ellas. Y allá donde haya “explotación” y “opresión”, habrá resistencia y contestación libertaria. A nosotros tampoco nos “importarán las etiquetas, ni tampoco la diversidad de los sujetos”. En síntesis, siempre que exista el comunismo como sistema existirá el capitalismo como “idea, movimiento y alternativa”. Por cierto, sólo empleas el concepto “libertad” en tu artículo una vez, concretamente en la antepenúltima línea.


(“El Herald Post”, mayo de 2016)

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