domingo, 22 de mayo de 2016

Una tribu llamada España


Artículo de Walter Binder Castro


Déjenme que les cuente una fábula sobre una tribu indígena que vivía en una zona donde nunca llovía, pero por donde inexplicablemente transitaba un río caudaloso. Dicho río, al ser el que dotaba de vida a la comunidad, era considerado sagrado. De hecho ese bien sagrado que era el agua era usado también como medio de intercambio, el cual se producía volviendo arrojar al río una cantidad de agua que era establecida en el pueblo, como agradecimiento por el bien o servicio que habían consumido. Siendo ya en las antiguas escrituras donde surgieron las costumbres que establecían la forma de repartir el agua entre los habitantes de la tribu.


Al comienzo, siglos y siglos atrás, los primeros pobladores, hicieron tres canales por donde desviaban el agua del gran río. Uno era el canal del trabajo, otro el canal de la ganancia y otro el de las tierras. De esta forma fijaron las tres posibilidades que tenía la gente de la tribu para acceder a dicho bien preciado. Los trabajadores, irían a tomar el agua que le correspondiese al canal del trabajo, los dueños de los talleres y comercios al de la ganancia y los que tuviesen prestando una tierra o choza debería tomar agua del canal de la tierra (los tres tipos de acceso a la renta).

Claro que con este sistema, legítimamente, había habitantes de la tribu que por “fortuna social” como dice Rawls en su teoría de la justicia, podían acceder a dos o incluso a los tres canales. De esta forma, cuando unos pocos empezaron a acumular grandes reservas de agua, tenían poder suficiente en el poblado para poder imponer los precios de intercambio de agua.

Un ejemplo fue, el del dueño de uno de los talleres de caza, el cual competía por hacer los mejores utensilios de caza con los dueños de otros talleres. Al parecer había descubierto, que con los tendones de los animales de la zona, la cuerda del arco era más potente y resistente. Sus arcos eran relativamente un poco más caros, pero mejores en calidad, por lo que poco a poco cada vez más gente iba a comprar sus arcos, de este modo, otros talleres fueron cerrando al no poder competir y el taller de los arcos con cuerdas hechas con tendones se fue quedando sólo en el mercado, apenas sin competencia. Además, en un momento de disputa con otro poblado, decidió agasajar al “gran hombre”, el jefe de la tribu, para que los soldados llevasen sus arcos y no se decidiese ese contrato en una competición de tiro, como venía siendo habitual. Más adelante al estar apenas sin competidores, decidió subir los precios de forma desorbitada y pactó dichos precios con los tres dueños de talleres de arcos que quedaban. Haciendo que en su canal fluyera más agua, ya que los compradores de arcos y cuerdas, que los necesitaban para cazar, tenían que pagar más por ellos.

Ante esta situación, que no solo se dio en los talleres de arcos, también en otros sectores, muchos miembros de la tribu empezaron a protestar, porque entendían que se habían violado las sagradas costumbres, siendo el acceso al agua injusto. Por ello, en asamblea, para evitar que se secase el canal de los trabajadores a costa del de las ganancias y hubiese un problema en el pueblo, el gran hombre, líder del poblado, designó a un extranjero que no sabía el idioma ni las costumbres del pueblo, para que estableciera unas costumbres extranjeras, de forma que la distribución primaria no pudiese ser falseada y permitiese un acceso al agua más libre, general, que hiciesen que los precios del intercambio fuesen más bajos, fomentando la competencia y sancionando las prácticas que fuesen en contra del sagrado uso del agua del río. Además se decidió volver a la tradición de celebrar el ritual de ofrecimiento al gran hombre delante de todo el poblado, para ver cuáles de los bienes de los presentados es el mejor, y siendo el veredicto final establecido por este extranjero.

A raíz de dicha propuesta, las cosas empezaron a mejorar en el pueblo, sin embargo, una rara enfermedad llegó al pueblo, y con ella muchos miembros de la tribu empezaron a perecer. El chamán no tenía suficiente capacidad para atender a tanta gente de la tribu enferma y entonces decidió enseñar a los jóvenes normas de higiene y a los que quisieran, a ser chamanes para curar a la gente.

Claro que para ello necesitaba medios, algunos miembros de la tribu se organizaron para dar esos medios al chamán y algunos jóvenes pudieron convertirse en ayudantes gracias a la organización de un grupo de miembros del poblado, sin embargo no era suficiente para todos, por lo que el gran hombre propuso lo siguiente, tomaría parte del agua de cada miembro de la tribu en el momento que fuesen a recoger su agua correspondiente. De esta manera, ofrecería dicha agua para pagar la educación de los jóvenes que quisieran ser chamanes así como pagar los ritos de curación de los enfermos. Por otro lado, también decidió dar una pequeña cantidad de agua a los ancianos y enfermos que no pudiesen acercarse al río. De forma que el azar “natural” como también dice Rawls, fuese corregido.

La moraleja de la fábula es, que si quieres tener un mercado que funcione de la mejor manera posible, fomentando la competencia, lo cual beneficia en última instancia a los consumidores y permite una mayor entrada de empresas y de posibilidades de creación de riqueza, debes tener un tribunal de la competencia independiente.

¿Qué pasa en la tribu llamada “España”?

Pues si España fuese una tribu como esta y tuviese que dar mi opinión, diría que la más importante de las distribuciones de la renta, la primaria, es decir, la distribución de la renta que ocurre sin la intervención del Estado, la que se da en el mercado, estaría bastante comprometida. A diferencia del poblado de la fábula, cuyo guardián de la competencia no habla ni piensa en el mismo idioma que los miembros del pueblo, en España eso es bastante distinto. El tribunal de la competencia en España nunca ha gozado de independencia, y menos a partir de su última reforma durante la legislatura del “liberal” gobierno del popular Mariano Rajoy.

Ver El País, La Voz de Galicia y Expansión. (Vestager no quiso señalar países concretos, pero la situación descrita rima con algunas de las críticas que ha recibido la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), el organismo creado en 2013 que engloba las funciones de las antiguas Comisión Nacional de Energía, de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones y de la Comisión Nacional de la Competencia, entre otros.). En donde el gran hombre, entiéndase como Estado, establece como controlador del mercado a entidades poco o nada independientes.

Dicha opacidad y olor a nausea en la regulación de ciertos mercados estratégicos en España, se transforma en por ejemplo, aparte de una de las facturas de luz más caras de Europa, desde luego en la más difícil de entender y desgranar. No es raro que en tertulias sobre la cuestión energética se den cita 7 expertos y aun así no saquen nada en claro. El señor Daniel Lacalle, comenta que gran parte de este sobre coste en la factura de la luz, se encuentra en las primas a las renovables, curioso es que tanto PSOE como PP, hayan tenido y tengan asesores y consejeros en Abengoa, quizá la empresa, más beneficiada con dicha política.

Desgraciadamente, a las eléctricas se le pueden sumar las empresas de telecomunicaciones, gasolineras, medios de comunicación, de los cuales sería interesante comentar que Atresmedia y Mediaset controlan más del 80% de la publicidad que se emite por televisión. Por no entrar en más intrigas políticas y palaciegas. Como la compra autorizada por parte la CNC, que es dependiente directamente de la vicepresidencia de gobierno, es decir, no independiente, de las quebradas “La sexta” y “Cuatro” por parte de Atresmedia y Mediaset, pese acrecentar la situación de duopolio (ya ni oligopolio) de dichas empresas en el sector de la televisión. Prensa, mejor no hablar. Todo estos hechos no solo tienen consecuencias económicas, sino que también afectan a nuestra salud democrática.

Otro caso curioso es el del corte inglés, el cual se adjudicó misteriosamente 9 contratos públicos a la semana durante el pasado año. ¿El corte inglés? ¿Contrato público? Por si no lo saben, el corte inglés es el mayor contratista del Estado en cuestiones informáticas. Y es que no tienen programadores, pero si influencias (la palabra mágica en la tribu española, ¿se acuerdan del idioma del controlador?) y la capacidad económica para presentarse a los contratos estatales, para luego supuestamente subcontratarlos a un precio menor, llevándose así la diferencia by the face. Por otro lado, el ser la empresa con mayor inversión en publicidad en los raquíticos medios de comunicación, hace que difícilmente tenga mala prensa, al menos en España.

Y por supuesto la guinda del pastel, la banca, no porque yo tenga nada en contra de la banca, pero si es cierto, que tanto la CNC (Comisión Nacional de la Competencia) así como el Banco de España y la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) son, por decirlo de forma suave, poco independientes, algo bastante manifiesto en las cajas de ahorros, en el rescate bancario o en las cláusulas suelo.

¿Qué significa esto en clave de tribu? Pues que si los sectores clave de la economía de la tribu están amañados para que los miembros de la tribu tengan injustamente que pagar más por unos bienes y servicios, se genera una economía cuyo fin, no es el de dar mejores servicios y competir en precios y calidad, algo que beneficia al bien común, sino el de acercarse (untar) más al que pone las normas, ya sea en el palco del Bernabéu o en el del Camp Nou.

Lo curioso de esto, es que en la tribu que es España, este hecho pasa bastante desapercibido y en la última campaña, (perdonen mi desinformación en caso contrario), no he escuchado a ningún candidato de los partidos principales hablar sobre esta cuestión, la que repito, creo que es clave para tener un sistema más justo, eficiente, libre y mejor de cara al empleo y a una mejor y justa distribución de la renta en España.

Pero aquí no acaba todo, si ya siente pena por el poblador medio de la tribu Española, ahora falta la segunda parte. Y es que el gran hombre también quiere su parte, pero no solo para sus pensiones, hospitales y escuelas. Y es que el sector público representa más del 40 % del PIB, algo que no es de extrañar, cuando el gran hombre tiene 17 primos menores cada uno con su legislación y normas propias, además habría que añadir, que cada uno de ellos tiene su propio tribunal de la competencia. Por eso tenemos un mercado único en Europa (el cual se quiere desde el año que sea único en el mercado digital y no en España, donde el gobierno en 2015, aprobó la ley de mercado único, que consiste en pagar impuestos para crear una administración para que administre a las otras 17. En mi opinión, han elegido mal el nombre de esa ley, que debería ser “ley de “coordinación” del mercado de las taifas” y podrían hacer otras respecto a sanidad, educación y justicia, disculpen la ironía. Supongo que no hay que especificar todo lo que ello implica: duplicidades innecesarias, mala gestión, ineficiencia y evidentemente un mayor gasto, en una tribu endeudada al 100% del PIB y con más del 20 % de su población activa en paro.

Repito, que no cargo en contra de la labor del Estado como posibilitador de autonomía del individuo mediante la aportación de sanidad, educación, seguridad e infraestructuras, que ayudan a mi entender a generar riqueza y lo más importante, a tener una mejor sociedad. Pienso sin embargo que ello puede hacerse sin necesidad de una estructura mastodóntica que vive de los presupuestos del Estado, es decir, de los impuestos, en clave tribu, de su agua. Hecho que por desgracia en Andalucía sabemos muy bien, pero por otro lado tampoco es el único lugar de España donde la Administración utiliza los recursos para hacer dependientes a la ciudadanía y no autónomos, en donde en vez de contratar personas capaces, independientes (oposiciones) y preparadas, se nutre de su grupo para crear una administración paralela inútil, infectando de endogamia las instituciones y las administraciones. Todo ello sin nombrar al nacionalismo, que daría para otra fábula.

Esa es la situación de la tribu Española, en donde el autónomo, paga las comisiones bancarias, luz e Internet con los precios más altos de Europa, tiene el acceso menos independiente a la información de Europa y además paga todos los meses casi 300 euros de tasa de autónomos (facture o no, por eso nunca se enferma un autónomo) más IVA e IRPF. Ni que decir tiene, que gran parte de las empresas españolas generadoras de riqueza, son al fin y al cabo PYMES y autónomos.

Si usted se encuentra llorando compadeciendo al miembro de la tribu española, como cuando ve un drama en el que se compadece del protagonista al que le sucede todo tipo de desgracias. Todavía tengo más malas noticias para usted. Y es que a nuestro protagonista machacado por su tribu, solo le quedan tres opciones viendo el panorama político venidero y ninguna esperanzadora:


1. El todo sigue igual. Y es que como he comentado antes, pocos partidos principales han reparado en la reforma necesaria del tribunal de la competencia, para que sea uno, no 17, e independiente. Podríamos decir lo mismo de los tribunales de justicia. Pero salvo que Ciudadanos haga, lo que no está haciendo en Andalucía en el gobierno, con el PP o con el PSOE o con los dos (al fin y al cabo, son estos dos partidos los beneficiados de este capitalismo de influencias, expuesto en el Bernabéu todos los sábados y copiado por los Pujol en el Camp Nou, (3%)) esto no tiene visos de cambiar.

2. La alternativa del “cambio”. La alternativa del cambio, en realidad no es una “alternativa”, es simplemente dar al “gran hombre” más parte del pastel y a sus 17 primos, convirtiendo quizá a alguno también en “gran hombre”. No cambiando los vicios del Estado y disminuyendo, o no, los del capitalismo de influencias.

3. Y tercera, y más dura que es la de emigrar o resignarse. Porque desgraciadamente el debate político en España nunca se ha centrado en los puntos comentados, salvo los quijotes de UPYD, sino sobre si gran hombre (Estado) debe tomar más agua de un grupo o de otro, es decir, un debate pobre sobre la distribución secundaria, pero en ningún momento reflexionando sobre el estado de la distribución primaria, basada en un sistema productivo de bajo coste y estacionario (construcción y turismo) y controlado por árbitros comprados que merman dicha distribución por su mala estructuración favoreciendo a unos a costa de otros. Por otro lado, los impuestos abusivos del Estado, que el gran hombre y su cohorte justifica por la necesidad del cumplimiento del déficit o por salvaguardar al Estado de Bienestar, el cual se está mermando a costa de mantener su superestructura, la cual no recortan a costa de recortar el del bienestar general, ya sea reduciendo el gasto social o subiendo los impuestos o como se viene haciendo, los dos a la vez. Lo peor de todo, es la resignación de pensar, que pese a que se diera la existencia de un gobierno nacional que esté comprometido con realizar estas metas, en realidad tendría las manos atadas, porque esta tribu que es España es: “el Estado miembro de la Unión Europea con mayor porcentaje de descentralización del gasto en manos de entes territoriales (54,8 % 2008), siendo la proporción del gasto que asumen las CC.AA 10 superiores a los Länder alemanes y 20 de los austriacos” (En: El gasto público. Requerimientos y prioridades. Alfonso Utrilla de la Hoz. Universidad Complutense de Madrid. Publicado para más inri en: Temas actuales de economía, del Instituto de Análisis Económico y Empresarial de Andalucía). Es decir, que aquí mandan más los primos que el gran hombre y son 17. Los cuales también suelen estar de acuerdo siempre en una cosa, querer tener una mayor parte del pastel, justificando ese deseo ya sea por el nacionalismo o por el clientelismo, perdónenme el pleonasmo.



2 comentarios:

  1. Cuanto más leo sus artículos más me gustan. Buen trabajo y gracias!

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  2. Gracias a usted por su comentario, por el cumplido y su agradecimiento. Le veo el domingo que viene.

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