domingo, 31 de julio de 2016

Hay musulmanes valientes


Artículo de Rafa G. García de Cosío


Reconozco que me siento plenamente identificado con la mujer de 43 años que, citada de manera anónima este viernes por el diario francés Le Monde, se apoyaba contra un muro cercano a la catedral de Nuestra Señora de París, donde se homenajeaba al cura degollado Jacques Hamel, confesando que era una terrible persona porque achacaba -sin quererlo- toda la culpa de los actos terroristas a los musulmanes.

''No puedo evitar pensar que todo lo que ocurre es culpa de los musulmanes. No puedo evitar irritarme cuando veo a una mujer con velo por la calle, ni asustarme cuando veo a un árabe con barba espesa. Y eso que no hay que generalizar, sé que es estúpido, sé que eso es lo que ellos quieren: dividirnos''.

En efecto, hasta cierto punto coincido con esta católica desesperada en sospechar cada vez más y de manera involuntaria de cualquier musulmán. No porque cualquiera de ellos me parezca, ni mucho menos, propenso a ponerse un día a fusilar al personal. Pero sí por una aparente falta de reacción masiva ante los atentados islamistas y, sobre todo, por una manera de entender el mundo que choca frontalmente con los valores de occidente -empezando por el trato a las mujeres- y que sí podría llevar, en casos aislados, a una pataleta fuerte en forma de radicalización eventualmente mortífera.

Sin embargo, la realidad es algo mucho más compleja. Sí hay, aunque los medios no hablen mucho de ella, una cierta movilización de musulmanes en Europa contra el fanatismo islamista. En el mismo número del izquierdista Le Monde de este pasado viernes, el universitario y presentador de televisión Abderrahim Hadifi escribió el artículo Musulmans, changeons de logiciel! (Musulmanes, cambiemos de lógica), un valiente texto impensable en un periódico progresista español en el que Hadifi invitaba a los musulmanes a adaptarse a la nueva situación de alarma en Europa, arguyendo que ya no vale con tan solo decir que el islam es una religión de paz o que los terroristas no son musulmanes de verdad.

Les exige más, como por ejemplo que se abstengan de rezar en la calle para evitar las sospechas en tiempos de cólera. Traería paz a la sociedad y sería un gesto simbólico de compromiso con los temps de troubles. Así mismo, les pide que reconsideren su manera de vestir, asegurando que el uso del velo integral es una manera de rechazar la convivencia y excluirse de la sociedad que ''se ha convertido en la suya''. Finaliza pidiendo que se deje de dar crédito a los radicales que enajenan a la juventud, metiéndolos en una burbuja identitaria mortífera; y que más bien se organicen charlas con el resto de la sociedad sin anteponer a todo debate su identidad religiosa.

El presentador Hadifi cita incluso al sabio cordobés Averroes (1126-1198) con su frase de que ''La verdad no se contradice jamás, es testimonio de ella misma'', para justificar que la sociedad francesa y su secularización son un producto de una historia larga de emancipación de hombres y mujeres. Para legitimar su 'presencia', Abderrahim Hadifi exige a los musulmanes que tomen el tren de la historia con una locomotora que marche en la misma dirección que lleva la sociedad en la que se asientan.

Y ahora no me digan ustedes que no es esta una opinión arriesgada digna de alabar. Arriesgada por el peligro que este hombre puede estar corriendo ahora mismo en su país, pero loable por lo necesaria que es en nuestros medios de comunicación! Este clima de opiniones valientes es el que necesita una juventud desorientada en un continente que a veces parece ir navegando sin rumbo.


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