domingo, 22 de enero de 2017

Sra Díaz, cierre la puerta después de salir


Artículo de Rafa G. García de Cosío

El partido había dominado el panorama político de esta región sureña durante las últimas décadas. Sus resultados habían sido especialmente espectaculares allá en los años 80, cuando llegaron a alcanzar el 53,4% de los votos. Su presidente entonces era dueño y señor de esta región con un clima algo mejor y una gente también algo más graciosa que en el resto del país. Hasta que, con el tiempo, el desgaste llevó al partido a perder apoyos de manera acelerada. Ah, un momento. Que se creen que les estoy hablando de Andalucía? No señor, les hablo de Baden-Württemberg. 

Ya les hablé de esta milagrosa región alemana en mi primer post de este periódico, hace dos años. Un estado federal con condiciones climatológicas, recursos y orografía bastante parecidas a las andaluzas, con gente algo más animada que en el frío norte de Schleswig-Holstein y, lo más importante, con una maquinaria electoral, la CDU de Merkel, que había gobernado la región de 1950 a 2011, que se dice pronto. Claro está, con estos datos es fácil entender que, pese a las aparentes similitudes con la política andaluza, la economía de ambas comunidades no tiene absolutamente nada que ver la una con la otra. Algunos de los datos que aporté entonces y que repito ahora: Baden-Württemberg es la región que da cobijo a las sedes de multinacionales omnipresentes como Bosch, Lidl, Mercedes, Würth, Porsche, Bechtle y muchas otras. Ha tenido, en las últimas décadas y aún hoy con el gobierno de los verdes un paro inferior al 4%, con unos impuestos relativamente bajos y salarios equiparables a los de Baviera, es decir, de los más altos de toda Europa. Y, pese a esto, su último premier conservador, Stefan Mappus, perdió el poder en 2011. Con nada menos que el 39% de los votos!

Esta semana, los medios españoles informaban de dos cosas muy relevantes si tenemos en cuenta los movimientos y ambiciones de Susana Díaz. Por un lado, la presidente andaluza acusaba a la de Madrid de no subir suficientemente los impuestos, causando así competencia desleal, algo tan ridículo como si una escuela de idiomas con precios más altos que otra y profesores notablemente peores acusara a otra más profesional y barata de no subir sus precios. La segunda es una encuesta publicada en EsRadio, según la cual el PSOE volvería a ganar hoy las elecciones en Andalucía con un 28% de los votos, bajando junto con Ciudadanos, a costa de un pírrico ascenso del PP, como suelen ser los ascensos del pasivo PP en Andalucía. Teniendo en cuenta los propios guiños de la Sra Díaz de trasladarse a Madrid y ganar el liderazgo del PSOE, que virtualmente ya tiene si consideramos al PSOE como un partido con base electoral preeminentemente andaluza, la pregunta que hay que hacerse ahora es la siguiente: cómo es posible que Mappus fuera desalojado del poder en Baden-Württemberg con un 39% de los votos, tras gobiernos fuertes y populares de Lothar Späth, Erwin Teufel y Günther Oettinger durante tantas décadas, mientras que nada apunte al fin del régimen andaluz con unas expectativas de voto de los socialistas del 28%, un desempleo superando esa cifra y el descaro del enésimo relevo por un presidente andaluz que marcha a Madrid y coloca a su delfín en San Telmo?

El votante andaluz

Claramente, el tema solo es explicable con los deseos del votante. Suena tremendamente obvio, pero la cosa es más compleja. No creo, como aseguraría la inmensa mayoría de los lectores de este medio, que todo se deba a la 'paguita', al mamar de las prebendas de la Junta, ni siquiera a una clara incultura de los andaluces. Hasta cierto punto, acepto que estos argumentos son un tanto vagos. Cada vez, como residente en Baden-Württemberg, estoy más convencido de que esto se debe a una falta clara de experiencias del pueblo andaluz. Experiencias en general. Haber visto mundo, más allá de Disneyland o Londres. Y sé que me la juego, que van a criticarme y llamarme snob, para terminar su comentario diciendo -como siempre me dicen en Andalucía-, que allí abajo al menos se vive mejor. Bueno, sí, puede que haga solecito. Pero son lunes al solecito.

El andaluz medio es poco ambicioso. Tiene en su tierra, efectivamente, todos los medicamentos contra una típica depresión europea: buen clima, playas, esquí, tapas, arquitectura, arte, historia, bajos precios y sobre todo fútbol, buen fútbol. Encima, habla el segundo idioma más importante del mundo y, cada vez, entra más en contacto con turistas. Para qué salir afuera y ver lo que hay? Para qué informarse de cómo los alemanes ven y entienden el mundo? Para qué buscar un trabajo mejor, aunque sea temporalmente para ganar experiencia? En Andalucía, siempre vale lo cómodo conocido que lo interesantísimo por conocer. Y esto es un hecho, independientemente del nivel intelectual que atribuyamos a todo un pueblo.

Mappus se fue por fama de tonto, de alguien que hizo una estatalización estúpida, un mal negocio con una empresa eléctrica que nadie quería. Pero una región tan rica y desarrollada no se podía permitir errores así. No después de 60 años de éxitos y más éxitos con la CDU. Tras 40 años de terribles fracasos y penosas consecuencias, estaría bien que después de utilizar a sus gobernados como trampolín por enésima vez convocara elecciones y cerrara usted la puerta, Sra Díaz. Deje que la abran otros.

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