jueves, 23 de marzo de 2017

Agresiones en urgencias, la urgente necesidad de actuar




Artículo de Federico Relimpio

El tema de urgencias me ocupó hace poco; no insisto hoy sobre la chorradología con que nos ameniza la guardia. Hoy vamos a algo mucho más grave.

Las agresiones. Sí, las agresiones a sanitarios. Desde el celador al médico. Todos los trabajadores sanitarios sin distinción. Lo saqué en twitter hace muy poco: lo de las agresiones va para arriba que espanta. Y, en el mapa de riesgos, dos puntos negros: Primaria, pero sobre todo Urgencias (y mucho peor, si se dan los dos supuestos, Urgencias de Primaria).

Que sí, que estamos nerviosos. Que sí, que llevan dándonos pares y nones unos días por unos síntomas, y nadie se aclara. Lo que ustedes digan, oigan. Pero ni una voz, ni una amenaza. Ni un manotazo, ni un empujón. Y mucho menos, otros actos, palabras mayores.

Esto es, tolerancia cero. Como en otros ámbitos.

Podría ponerme intelectual-organizativo, y empezar a hablar de la necesidad de fortalecer Atención Primaria para desmasificar las urgencias hospitalarias. Ya lo hice, vieja canción. También podría ponerme intelectual-cursi, y empezar a decir que la gente de urgencias precisa de mejorar la gestión de sus competencias en cuanto a inteligencia emocional en situaciones de estrés. Que nos apuntemos a un curso, por cierto. Que nos lo dan gente que no tienen ni idea de lo que es el estrés ni lo que son las urgencias, por cierto. Me parece un insulto a la inteligencia. A la emocional y a la otra, a la de siempre.

Así que vamos al pan, pan.

Entiendo que las urgencias del Sistema Público son un bien refinado del Estado del Bienestar donde, al menos aquí, a nadie se le pregunta por el tipo de cobertura sanitaria. Se le atiende y punto.

Entiendo, por ello, que se trata de un dispositivo de especial sensibilidad para la protección de los más desfavorecidos, ya que los más pudientes recursos tienen para irse a otra parte.

Es progresista y de Justicia Social, por tanto, asegurar que las urgencias hospitalarias y de Atención Primaria sean un lugar de trabajo seguro y tranquilo.

Es progresista y de Justicia Social tomar cuantas medidas sean necesarias para disuadir a cualquier individuo que se vea tentado a dejarse llevar por la adrenalina del momento para imponer su razón o razones, o su motivo o motivos, su prioridad o prioridades. No, oiga. Recapacite.

Creo progresista y de Justicia Social exigir a todas las autoridades con competencia en la materia tomar – ya – cuantas medidas sean necesarias para que el SILENCIO reine en el área de urgenciasdel hospital o de Atención Primaria.

Creo progresista y de Justicia Social exigir a todas las autoridades con competencia en la materia tomar cuantas medidas sean necesarias para restringir la libérrima – y caótica – circulación de individuos por el área de urgencias del hospital o de Atención Primaria. Es paso necesario, aunque no suficiente, para erradicarlas interrupciones del trabajo del personal sanitario.

Creo progresista y de Justicia Social – y hablo solo en bien del paciente – exigir que la normativa de la organización interna debe exponerse con simpleza y claridad a la entrada del centro, explicarse con prudencia firme ante la evidencia del no cumplimiento, y tomar todas las medidas para exigirse ante la negativa a actuar conforme a dicha normativa.

Y que dicha normativa debe venir convenientemente amparada por la autoridad local y general, por ser de interés común su conocimiento y su cumplimiento. Que, de este modo, las autoridades emplearán todos los medios a su disposición para el público conocimiento del mejor modo de comportarse en el área de urgencias, a fin de que los problemas de Salud de todos puedan ser atendidos, evitando todo altercado o agresión.

No ignoro que la creciente agresividad contra el personal sanitario solo puede cambiarse modificando las condiciones de fondo que nos han llevado a esta situación. Ello es complejo, indudablemente, y precisa de un análisis mucho más pormenorizado. Caso de hallarse una solución o soluciones, estas pueden ser difíciles de tomar, y los resultados observables solo a largo plazo.

Mientras tanto, hay cosas que pueden y deben hacerse, por el bien del ciudadano, como acabo de reiterar. El endurecimiento de las penas por agresión es una solución, aunque no es la deseable. Es mejor el mapeo del riesgo de agresión, y dotarnos de una serie de medidas preventivas, como las que propongo para urgencias, específicamente.

Un compromiso con el Sistema Sanitario y con la gente, para los que trabajo en exclusiva. Mi versión, novelada (clic aquí, referencia abajo).

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