lunes, 9 de octubre de 2017

El abismo



Artículo de Enric Cabecerans



El mes de septiembre de 2017 se recordará, en España, como el momento en que el Gobierno de Cataluña, sustentado en una mayoría exigua de 72 diputados (representa el 36% del censo electoral), lanzó el mayor desafío posible contra el conjunto de los ciudadanos españoles. Saltándose la legalidad vigente y las normas éticas y de procedimiento en las que se basa la democracia, promovió un referéndum con la intención de declarar la independencia unilateral de Cataluña, en caso de que el resultado fuera afirmativo.

Como era de esperar, el referéndum fue suspendido por el Tribunal Constitucional; y el Gobierno de España advirtió, reiteradamente, a las autoridades catalanas para que no lo llevaran a cabo. Sin embargo, a pesar de todas las advertencias, la votación tuvo lugar el día 1 de octubre. La jornada que se vivió ese domingo será recordada como uno de los mayores esperpentos que jamás se haya visto en nuestro país. Los pro independentistas se movilizaron como nunca, a sabiendas de que existía una prohibición expresa de los tribunales. Mientras el despliegue policial, que pretendía evitar la votación, fue desproporcionado y no consiguió su fin. En definitiva, el pretendido referéndum se realizó sin ninguna garantía, y sin la posibilidad de obtener datos veraces sobre la opinión de la sociedad catalana.

Según la Generalitat, acudieron 2.262.424 personas a las urnas, el 42,6% del censo (no sabemos dónde lo obtuvieron, si era oficial, ni quién figuraba en él) y el SÍ a la independencia fue del 89,3%. Cabe suponer que solo los independentistas fueron a votar, y de ello se deduce lo más terrible: la fractura social de la sociedad catalana.

Los políticos independentistas repiten, una y otra vez, que este proceso viene de abajo a arriba y que no está dirigido por las élites, que es un proceso que se ha ido generando por el desencanto que los ciudadanos catalanes sienten hacia un país que les trata mal. Desde mi experiencia me dispongo a examinar la evolución de la sociedad catalana, así como la forma de proceder de los distintos Gobiernos autonómicos desde los años 80 hasta la actualidad.

Tras la muerte de Franco, el Gobierno de Adolfo Suárez restablece provisionalmente la Generalitat de Cataluña y nombra Presidente de la Generalitat a Josep Tarradellas, hasta entonces, en el exilio. En 1978 se aprueba la Constitución española, y al año siguiente, el Estatuto por el que Cataluña accede a su autogobierno y se constituye en comunidad autónoma dentro de España. En 1980 se realizan las primeras elecciones al Parlament que darán lugar al primer Gobierno de CiU, con el apoyo de ERC y los centristas. El partido de Jordi Pujol, no dejará el poder hasta 2003.

La población, en ese preciso momento, era plural y diversa, como refleja la composición del arco parlamentario.


1980
1984
1988
CiU
43
72
69
PSC
33
41
42
PSUC
25
6

UCD
18


ERC
14
5
6
PSA
2


AP

11
6
IC


9
CDS


3


Los flujos migratorios de los años 50, 60 y 70 convirtieron a Cataluña en tierra de acogida y oportunidades para inmigrantes, que llegaban procedentes del resto de España, sobre todo, de Andalucía y Extremadura (el 60% de la población actual de Cataluña tiene sus orígenes en otras regiones de España). Si en 1930 vivían en suelo catalán unos 70.000 andaluces, en los años 70 esa cifra superaba los 840.000. Ello se refleja en las elecciones de 1980, donde el Partido Socialista Andaluz (PSA) obtiene 2 escaños. Esta afluencia masiva generó rechazo en parte de la población de origen, que los etiquetó como “xarnegos” y los agrupo en “guetos” en torno a las zonas industriales, como el cinturón de Barcelona (“aquí termina Cataluña”, podía leerse en la entrada de algunos barrios).

A partir del primer Gobierno de Jordi Pujol, se procede a recuperar la lengua y la cultura catalana que habían sido postergadas durante la dictadura. De este modo, en 1982 la Generalitat impulsa la primera campaña de sensibilización para promocionar el uso del catalán, y en 1983 se aprueba la primera Ley de normalización lingüística, con el objetivo de recuperar el catalán en los usos oficiales y, sobre todo, en el sistema educativo y en los medios de comunicación. Ese mismo año, se pone en funcionamiento la televisión catalana y la primera cadena de radio.

La confianza, que la mayor parte de los votantes catalanes demostraron hacia CiU, tenía mucho que ver con el deseo de la población por recuperar algo que les había sido arrebatado por la dictadura de Franco: sus tradiciones, su cultura y su lengua. Pero, sobre todo, la confianza depositada tenía que ver con la sensatez de sus propuestas. Por citar un ejemplo ilustrativo, Ramón Trias Fargas, en una sesión en el Congreso de los Diputados del 24 de mayo de 1978, proponía la enseñanza en la lengua materna, bien sea catalán o castellano, y la enseñanza obligatoria de ambas lenguas para todos los que viven en Cataluña. Es obligado recordar esta cita textual: «Creo que es justo decir que el derecho a la lengua materna es un derecho del hombre, un requisito pedagógico de la máxima importancia. Cambiar de lengua en la niñez dificulta extraordinariamente la capacidad del niño. Nosotros nunca vamos a obligar a ningún niño de ambiente familiar castellano a estudiar en catalán».

La idea de integrar a la población inmigrante e igualar, de hecho, a todos los ciudadanos en derechos y oportunidades es muy positiva. Del mismo modo, parece del todo razonable recuperar la pluralidad cultural que un gran número de ciudadanos reclamaban como propias. Además, los sucesivos cambios políticos, sociales y estructurales que se habían desarrollado en España (el PSOE llega al poder en 1982; integración en la Unión Europea en 1986…), hacían concebir grandes esperanzas sobre el futuro de una de las regiones con más proyección de nuestro país. La transformación de España culminó en 1992, con la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona.

De todo lo dicho conviene subrayar el esfuerzo del Gobierno autonómico para normalizar la lengua catalana y regularizar su uso, especialmente en las escuelas y los medios de comunicación. Sin embargo, una de las consecuencias de esta política será el desplazamiento de unos 14.000 profesores fuera de Cataluña en la década de los 80. El espacio educativo e integrador se convertirá, en pocos años, en un elemento que pretende influir en la población más joven, con la intención de adoctrinar en favor de las tesis nacionalistas.

Estas políticas tendrán respuestas desde parte de la sociedad civil que ve conculcados sus derechos como castellanohablantes. De este modo se crean asociaciones que reivindican la educación en castellano, especialmente en la década de los 90, la Asociación por la Tolerancia, Foro Babel, CADECA… son algunas de ellas. Ya en 1981, 2300 intelectuales y profesionales firmaron un manifiesto mostrando su preocupación por la situación cultural y lingüística de Cataluña y criticando la intención de convertir al catalán en la única lengua oficial de Cataluña.

En 1996 el PP llega al Gobierno de España con el apoyo de CiU, y en 1998, el Parlament aprueba una nueva ley de política lingüística con la que se propone blindar la inmersión en catalán, por cierto, sin ningún recurso por parte de Aznar, que, por aquel entonces, todavía hablaba catalán en la intimidad. La inmersión que se proclamaba como vía para lograr la cohesión de la sociedad, la integración de los recién llegados y la mejor convivencia entre todos los ciudadanos, se fue convirtiendo en un elemento distorsionador que pretendía adoctrinar en favor de las tesis nacionalistas y conseguir una sociedad de pensamiento único.

Para que una organización política, como CiU, se mantenga 23 años en lo más alto, se necesitan un mensaje ilusionante y una buena gestión, si esta última no es eficaz, se utilizan otros métodos menos decorosos, como los que en la actualidad, utiliza el PSOE andaluz: creación de una red clientelar que garantiza apoyos regulares en las elecciones; subvenciones constantes para sindicatos, asociaciones impulsadas por personas afines y medios de comunicación; y mordidas en las obras y servicios públicos.

La burguesía catalana, decide instrumentalizar la lengua e introducir el hecho diferencial como herramienta política para conseguir sus propósitos en Madrid y construir un sentimiento de país. El discurso nacionalista de CiU acabó siendo asumido por otras formaciones que bebían de otras fuentes ideológicas, como el PSC-PSOE, el partido que desplazará a los convergentes del poder en 2003. Mientras empeoran los resultados electorales de CiU, como consecuencia del cambio de liderazgo, el carismático ex alcalde de Barcelona, Pascual Maragall, llega a la Generalitat con el apoyo de ERC e IC. Curiosamente el PSC había obtenido mejores resultados en 1999, pero los pactos del Majestic mantuvieron a Jordi Pujol como Presidente de Cataluña.

Con la llegada al poder del PSC se desvanece la última esperanza de los castellanohablantes catalanes. Si esperaban que las políticas identitarias cesasen, con el tripartito ocurre todo lo contrario: se incrementa la presión catalanista y se empiezan a imponer multas a los comercios que no rotulan en catalán. Incluso el término despectivo para excluir del discurso a los que se oponen a al pensamiento único nacionalista y no aceptan que se destierre el castellano de la vida pública, se desplaza de “xarnego” a “fatxa”.

En 2004, J.L. Rodríguez Zapatero que, en campaña electoral había prometido aprobar el Estatuto de autonomía que saliera del Parlament, gana las elecciones generales y se proclama nuevo Presidente de España. Sin embargo, su promesa se encontró con una ambiciosa propuesta catalanista, que sería el principal foco de las reivindicaciones nacionalistas, a pesar de la indiferencia de la mayor parte de la población (sólo lo refrendó el 48,85%).

A pesar de la reedición del tripartito en 2006, el PSC empieza a perder apoyos de forma constante, dado que sus bases castellanohablantes no perdonan la traición y, elección tras elección, pierden votos y escaños


1992
1995
1999
2003
2006
CiU
70
60
56
46
48
PSC
40
34
52
42
37
ERC
11
13
12
23
21
IU
7
11
3
9
12
PP
7
17
12
15
14
Cs




3

El sector antinacionalista, y más crítico con el catalanismo, se une a Ciudadanos, partido de nueva creación, que en esas elecciones consigue tres diputados en el Parlament. Por otro lado, en 2007 nace UPyD, con ideas similares a las de Cs, pero con proyección nacional, que señala, insistentemente, las carencias y las contradicciones del sistema político español, su corrupción generalizada y la falta de cohesión de país. La población española busca alternativas al bipartidismo.

Vuelve la derecha, tras la nefasta gestión de la última crisis económica, por parte del Gobierno socialista, en 2010 a Cataluña y en 2011 a España. Sin embargo, empiezan a hacerse públicos los casos de corrupción que salpican a todas las formaciones políticas que han ostentado el poder, creando un profundo malestar en la ciudadanía. Como consecuencia aparece el movimiento 15M. En España, su secuela será Podemos y en Cataluña las Candidaturas de Unidad Popular (CUP) y CSQP, cercanos a Pablo Iglesias.

Es a partir del 2010, con la sentencia del Tribunal Constitucional que recorta 14 artículos del Estatuto, cuando el discurso de las formaciones nacionalistas se radicaliza. ERC empieza a incluir en su discurso el “España nos roba”, aumenta la presión en los temas relacionados con la lengua y se traslada otra forma de entender el catalanismo para enfrentarse, con más fuerza, a las posiciones de los constitucionalistas. En palabras de Oriol Junqueras, “Catalán no es quien vive y trabaja en Cataluña, sino quien tiene voluntad de serlo”.

En 2015, año clave y de mucha tensión política, los cambios se suceden y las crisis internas y externas provocan la mayor fractura social que haya conocido una comunidad autónoma desde el inicio de la democracia. Las posiciones soberanistas crecen en el entorno de Convergencia y la coalición CiU, se disuelve. Unió democrática de Cataluña acaba siendo un partido irrelevante, mientras que amplios sectores de Convergencia democrática de Cataluña apuestan por la independencia y llegan a un pacto con ERC para concurrir juntos a unas elecciones proclamadas plebiscitarias. Los casos de corrupción que afectan a toda la familia del molt honorable Jordi Pujol hacen que CDC desaparezca y se constituya, en 2016, un nuevo partido, el PDCAT.

CDC y ERC se agrupan bajo un mismo paraguas (Junts pel Si), mientras que las CUP se presentan en solitario, pero entre ambas formaciones, el independentismo obtienen el mejor resultado de su historia, el 49% de los votos emitidos. Sin embargo, lo más trascendente es el incremento, tanto en votos como en escaños, de Ciudadanos que obtiene el mejor resultado de su corta existencia.


2010
2012
2015
CiU
62
50

PSC
28
20
16
ERC
10
21

IU
10
13

PP
18
19
11
Cs
3
9
25
SI
4


CUP

3
10
JxSI


62
CSQP


11

Estos dos últimos años, el Gobierno de Cataluña ha estado en manos de Junts pel Si con el apoyo de las CUP, y podemos decir que su único objetivo ha sido buscar el modo de conseguir la independencia. Desde el Gobierno, con la ayuda inestimable de los 72 diputados que le dan apoyo, y con la colaboración de entidades subvencionadas como la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) y Omnium Cultural, han conseguido enfrentar a la sociedad, han perseguido y señalado a los que no piensan como ellos y han defendido posiciones totalitarias, aunque luego pretendan mostrarse como víctimas de un sistema opresor, o como demócratas que solo quieren votar.

Visto en perspectiva, se ha llegado al escenario actual, en gran medida, por la gestión de dos competencias que tienen las comunidades autónomas y que han conseguido atraer a gran parte de la población hacia las tesis nacionalistas: la educación, cuyas gestión ha sido usada por la Generalitat para adoctrinar a los niños en las escuelas públicas, cultivando la animadversión contra un gobierno “opresor” y atribuyendo todo lo favorable a los catalanes, a nosotros, que somos los buenos; y los medios de comunicación que se han utilizado para repetir hasta la saciedad el pensamiento único que se quiere implementar, somos una nación, somos diferentes, el que no está con nosotros está contra nosotros.

Otro de los factores que contribuye a generar tensión es el discurso político que lanza mensajes incendiarios, como estas palabras de la ex líder de la ANC y actual presidenta del Parlamento catalán. Desde las propias instituciones, hay personas que enfrentan a unos ciudadanos contra otros, disponiendo quiénes son buenos catalanes y quiénes no. Dirigentes que enarbolan un discurso sectario y excluyente, que busca culpables en el resto de España para justificar su mala gestión, o incluso, para evitar sentarse delante de un juez. No es cierto que todo este proceso haya nacido de abajo a arriba, este camino está dirigido por personas vinculadas a un determinado modo de pensar. Si estas personas mantienen su actitud pueden llevar a toda nuestra sociedad a una crisis sin precedentes. Seguir por esta senda nos conduce al abismo.



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