domingo, 22 de marzo de 2015

Malditos bastardos... de la Junta


''El amor es tan poco problemático como un coche: lo único problemático es el volante, los pasajeros y la carretera''. 

Echando mano del axioma de Kafka, en la Andalucía que hoy vuelve a votar podría establecerse que nada hay tan poco problemático como el bienestar, y que lo único problemático es la Junta, sus enchufados y 40 ladrones.

Con el título de este artículo no se pretende comparar literalmente la magnífica película de Quentin Tarantino con la situación actual de Andalucía. Resulta francamente difícil de imaginar a un PP degollando cortezas cerebrales de sus enemigos, si ni siquiera ha sabido controlar el pulso para moverse 
en sus cómodas butacas marrones de la Oposición en el parlamento regional durante los
últimos 32 años. Tampoco es nada fácil hacerse a la idea de un teatro combustible repleto de gerifaltes del PSOE, pues aún no se conoce en esta tierra socialista alguno que haya pisado un teatro, más allá de la ansiada foto. Pero, sobre todo, un servidor rechaza cualquier tipo de comparación literal porque, la película, aunque buena, es violenta; y aquí somos gente pacífica.

Eso sí, desde que descubrí la película hace dos años, no he podido evitar jugar con la imaginación varias veces y soñar qué habría sido de Andalucía si, en los 80, alguien con preparación y visión de futuro hubiera sabido poner fin al naciente cortijo chavista cuando aún estábamos a tiempo; si alguien con lecturas y viajes hubiera apostado de verdad por crear la California de Europa, o, más realista, la Baviera del sur, cuyo Neuschwanstein de referencia hubiera sido la Alhambra o el castillo de Sancti Petri; si, en fin, se hubiera respetado por igual, desde los inicios de la transición, la arquitectura de estas dos joyas -como tantas otras- y la transparencia en las arcas públicas.

He tenido la oportunidad de estudiar y trabajar en Alemania, con lo que mis viajes desde España a tierras germanas y viceversa han sido muy frecuentes en los últimos años. Y siempre he sentido la misma experiencia: al golpe de aire frío que me azotaba al descender por las escalerillas del avión en el aeropuerto de Frankfurt (una ciudad no excesivamente grande, del tamaño de Sevilla) le acompañaba un golpe filosófico, industrial, moral, didáctico casi... Venía de una tierra que no me quería, y cuya mentalidad nunca he podido comprender ni mucho menos compartir, y aterrizaba en un país que hace algo más de 70 años estaba en estado K.O. y ahora volvía a liderar la economía, la ciencia, las ideas, la prensa, el comercio, la filosofía, en parte las letras; al menos de Europa y, probablemente, en todo Occidente.


Repito: 70 años; tan solo el doble de lo que llevan gobernando los bastardos (1. adj. Que degenera de su origen o naturaleza.) de la Junta. Sí: los socialistas degeneraron hace tiempo su origen y naturaleza; hasta haberse convertido en el propio mal que, dicen, su ideología decimonónica prometió combatir.

Como digo, Frankfurt no es más grande que Sevilla. Pero su aeropuerto sí es más grande, y sus empleados van en bicicleta y patines. Aviones de Korean Air, Iberia, Ethiad, American Airlines, Air France conectan con vuelos directos ciudades de los cinco continentes con la capital financiera de Alemania (que no es siquiera capital del estado federal de Hessen, título que ostenta la humilde ciudad de Wiesbaden). Su terminal alberga una estación de trenes de alta velocidad que llegan a las principales ciudades de Alemania, Suiza y Francia. En sus kioskos abundan publicaciones orgásmicas como Die Zeit (periódico semanal político, económico, filosófico, literario, de viajes, formato sábana), Süddeutsche Zeitung (diario formato sábana editado en Munich), Frankfurter Allgemeine Zeitung (segundo diario más importante, editado en Frankfurt), Der Spiegel (revista de referencia), Handelsblatt (diario económico), Focus (revista de investigación), Stern (investigación y sucesos), Neon (revista cultural para adolescentes), Lettre (revista literaria y cultural carísima), Psychologie Heute (revista psicológica), Geo Epoche (excelente revista monotemática), Zeit Wissen (revista científica y cultural), Titanic (revista satírica), etc. En las baldas de las publicaciones francesas, Le point, L'express, Le nouvel Observateur, Le Canard Enchainé y otras publicaciones parecidas. En el apartado publicaciones inglesas/americanas, Time, The Economist, Newsweek. Entre las publicaciones españolas, el Hola y Vogue. El País Semanal lo venden como suplemento que es, y no es precisamente un periódico que en el extranjero llegue todos los días.

Para subir al metro, al tranvía o a los mismísimos trenes de alta velocidad no hay tornos, se accede directamente. Uno se arriesga, si no paga, a que el revisor lo pille. Y, en caso de ser trincado, el revisor alemán suele dividir sus reacciones en dos: la prusiana, que no perdona y hace pagar duramente al Schwarzfahrer (viajero que se cuela, literalmente 'viajero negro'), y la renana, más indulgente y extendida (pese a la opinión imperante), eso sí, siempre que el viajero demuestre de verdad que es una persona honesta y no tenía ni idea de tarifas. En cualquier caso, todos los carteles de estaciones, taquillas y vagones están en alemán, inglés, francés e italiano. Para curarse en salud y justificar, si toca, la reacción prusiana, que es la que vigila la organización y el orden impoluto en esta gran nación. 

Un orden que no es, para nada, agresivo o impuesto. Fue construido, como la educación. Y es que en las ruinas de la II Guerra Mundial, alguien se alzó entre los escombros de una catedral de varios siglos y gritó, llegando a todas las esquinas del país, desde Kiel hasta Bad Tölz: ''Meine Damen und Herren, wir müssen von null anfangen. Und diesmal sollten wir keinen Mist bauen''*. 

Desde entonces, los alemanes no han dejado nunca de dar los buenos días. Es sorprendente. El español sale de la panadería contento porque ha dicho danke y le han correspondido con un bitte, más alto y alegre que el propio gracias. Todo se debe a que el teutón trabaja con gusto. Claro, así cualquiera: curra a sabiendas de que está construyendo, y no de que le están robando. A sabiendas de que el país avanza, y no retrocede. De que, cuando un ministro es sospechoso de haber metido la mano en la caja, es fulminado por toda la prensa en general. Y por qué no decirlo, a sabiendas de que el artículo 21 de su constitución prohíbe los partidos políticos que ponen en riesgo la existencia de ''la libertad, la democracia o la República Federal Alemana''. Si querías cordura y sentido común, los germanos te dan dos Tassen.

¿Sería posible una España así, y no digamos una Andalucía a la teutona? Desde mi personalidad de pesimista redomado, tengo que decir que no. Algunos me dirán: ''bueno tío, es que el clima influye y...'' Negativo! Existe una Alemania con el buen rollo y el clima de Andalucía: Australia! Pero en la tierra de los marsupiales, donde disfrutan de un 6% de paro, a poco que un ministro comete una gansada que en nuestra comunidad ya vemos como parte del paisaje, es atacado día sí y día también por el líder de la oposición, casi siempre con la agudeza y el ímpetu de un Paul Keating, un John Howard, una Julia Gillard, un Kevin Rudd. Todos con sus defectos y errores... pero con la tranquilidad de haber querido siempre ganar, y de haber llevado a su partido a la victoria para intentar hacerlo mejor que su adversario y que Australia siga siendo llamado el lucky country, o país con suerte.

¿Sería posible una prensa como la alemana? Difícil, en un país con más escritores que lectores y con su escasa prensa de papel en pérdidas.
¿Sería posible un aeropuerto como el de Frankfurt para Sevilla? Para tenerlo, primero sería necesario un movimiento y una prosperidad como en la ciudad que da nombre a las salchichas. En 2011, el estado de Baviera desembolsaba 40 millones de euros, junto con la ciudad de Núremberg, para sanear el déficit de su aeropuerto. En Andalucía, el déficit por ahora no se encuentra en el aeropuerto, sino en la red de infrastructuras en general (véase peaje de Jerez), así como en su sanidad, en su educación, en los sueldos de sus funcionarios... déficit al que no se pone fin porque es más importante destinar 5.000 millones de euros a la administración paralela.

En definitiva, en mis sueños imagino siempre una Andalucía respetada en el resto de España, una Andalucía que no fuese abierta solo de corazón o a los turistas, porque eso es fácil decirlo e incluso hacerlo. Sueño, aunque ya sin esperanzas, con una Andalucía que fuera la meca de la investigación en toda Europa, del fervor por la cultura, con una revista literaria en cada provincia, con publicaciones de pintura, cine, historia, arquitectura, con periódicos relevantes e influyentes; una Andalucía con vuelos directos a Bangkok; una población que hablara, como mínimo, tres idiomas; un valle del Guadalquivir que fuera un Guadalquivir Valley con start-ups desde Sevilla hasta Córdoba; con una Mercedes Alaya en cada pueblo; sin televisiones públicas, y, de haberlas, que compitieran celosamente contra la BBC. Una Andalucía, en resumen, abierta de mente, flexible, autocrítica, con ganas de competir y de triunfar. 
Lamentablemente, aún no ha salido ningún andaluz de nuestros escombros para gritar a los cuatro vientos: *''Señoras y señores, tenemos que empezar de cero. Y esta vez no la podemos cagar''.




1 comentario:

  1. Inconmensurable, Rafa. Me jode opinar en este caso por ser familia, pero los andaluces (y también los españoles) deben abrir de una vez los ojos y saber lo que se puede conseguir con trabajo, organización, honradez, sacrificio y muchas otras cosas y lo comparen con lo que aquí hemos tenido y todavía tenemos, o sea, comparación entre la NOCHE y el DÍA, HONRADEZ y GOLFERÏO de los gobernantes, RECONSTRUCCIÓN de un pais tras una terrible guerra y DESTRUCCIÓN de otro mediante el latrocinio, el nepotismo y la corrupción. ENHORABUENA, Rafa

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