viernes, 8 de mayo de 2015

El Pueblo




La culpa de todo lo que acontece en Andalucía no la tienen sólo los socialistas, ni Albert Rivera sino el ovejuno pueblo andaluz que va por el mundo orgulloso de ser el culo de Europa.  Franco, que contaba con el apoyo de una gran parte de los españoles, murió en la cama porque demostró que era más listo que todos sus enemigos juntos. Los catalanes se aprovecharon de la dictadura e hicieron
negocios tales como construir el Valle de los Caídos. Los andaluces, en cambio, sufrieron el escarnio de la emigración a otras tierras con menos estropicios meridionales. Para agradecer aquella época los sureños siguen abrazados a los planes quinquenales y al subdesarrollo que ha traído la autonomía. Claro, algo ha cambiado la cosa gracias a la lluvia de millones de Europa para que los alemanes puedan tostarse tranquilamente en nuestras playas.  Dicho de otra manera;  los andaluces terminan siempre amando a sus maltratadores.

Fidel Castro no habría llegado sin la inmensa estupidez del pueblo cubano. Igualmente la pérfida autonomía andaluza no habría arribado a estas orillas sin la voluntaria colaboración del populacho que creyó, en realidad se lo cree todo, que a más cercanía del poder menos corrupción y más desarrollo.  A ningún andaluz le han puesto nunca una pistola en el pecho para votar lo que vota. A lo sumo algunas amenazas para que no olvide quien le regala el PER. El resultado es una autonomía en la que siguen mandando los mismos que hace sesenta años. Fíjense en los apellidos de los señoritos del pasado y comparen con los  de los cargos socialistas de ahora pero antes, por supuesto, les aconsejo una buena silla cuando se caigan del susto.

A los andaluces habría que pedirles un mínimo de inteligencia antes de opinar sobre cualquier cosa, casi siempre equivocadamente. También podrían leer algo de vez en cuando aunque sea el catálogo de IKEA.  Juro que no les va a hacer ningún daño.

Bendito sean los pueblos que luchan. Bienaventurados aquellos que no se dan por vencidos. Alabado los que aman la victoria ante todas las cosas.  Venerables los  ciudadanos sabios que conocen que el destino no hace nunca visitas a domicilio. Loas perpetuas a los gentilicios que cuentan con el apoyo del altísimo. Ese Dios que siempre bendice a los valientes soldados que con tristeza, amor y terror abren la puerta de la batalla para encontrarse con un adversario temeroso. En Andalucía, no hacen falta contrincantes con los que batirse porque el diablo habita en el interior de cada uno de nosotros para conducirnos a la más humillante de las derrotas. Y es que nos bastamos y sobramos para malograrlo todo. Con toda seguridad, el patán de Blas Infante sonríe desde lo más profundo del averno.



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7 comentarios:

  1. Das con la tecla una vez más, Sergio. Muy pocos, periodistas, políticos y hombres públicos se atreven a publicar con valentía los verdaderos males de este país que tan clara y valientemente mencionas en tu artículo. Somos los andaluces los artífices de nuestras propias desgracias. El senequismo, el "vivan las caenas", el conformismo, el analfabetismo generalizado, en definitiva, la idiosincracia de los andaluces son, alimentados por nuestros "gobernantes" (?) para su propio beneficio, el origen de todos nuestros males que, desgraciadamente, no hemos, ni somos ni posiblemente podremos en un futuro inmediato desterrar de nuestras vidas ni de las de nuestros hijos y nietos. Gracias por tu permanente soplo de aire fresco.

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    1. Gracias Francisco y perdone que no le haya contestado antes pero, ya sabe, la vida a veces es complicada y casi no tengo tiempo para ver las reacciones de aquello que escribo. Es lo de siempre, hay autocensura y mucho miedo. Un abrazo.

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  2. Perdón, Sergio. Me comí el apellido de tu padre.

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  3. Como siempre, das en el clavo. Y me recuerdas que no estoy solo al criticar, principalmente, al pueblo, y no los políticos. Como haré este domingo. Saludos.

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    1. Liberales y criticones cabemos en un taxi. Ya te digo. Un abrazo.

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  4. El pueblo andaluz es un pueblo enfermo, y su enfermedad es el borreguismo agudo, más fiero que el borreguismo que aqueja al conjunto del pueblo español.

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    1. El pueblo andaluz, o parte de su conjunto, está enfermo pero algunos tratamos de poner nuestro granito de arena para salvarlo en este inmenso mar de corrupción cuyas olas no dejan ver a dos palmos. Un abrazo.

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