lunes, 27 de julio de 2015

Merkel y las minifaldas


Angela Merkel es ese tipo de persona que te dice a la cara lo que no quieres oír. La criatura que hace ver la realidad aunque no nos guste. Yo siempre me la imagino diciéndole a una oronda amiga; “quítate esa minifalda que pareces una vaca suiza”. Y la conocida, por supuesto, no tiene más remedio que quitarse esa prenda con la que está protagonizando el más espantoso de los ridículos.

Las observaciones de Frau Merkel serían muy necesarias en la república bananera de Andalucía. Ella comentaría que en la tierra de la eterna chalaura las mujeres que valen se meten a empresarias y las que no, como todos sabemos, se hacen socialistas o sindicalistas. También apuntaría que la taifa del sur va de fracaso en fracaso por culpa de esa manía tan andaluza de votar a la misma pandilla de delincuentes. Incluso le diría claramente a Susana Von Díaz que lejos de la taifa del sur, la única opción laboral para la andaluza sería usar su rostro en anuncios de comida para yeguas.

A Cataluña, al menos a la nacionalista que quiere convertir esa tierra en la nueva Paletonia, le dejaría claro que esa región es simplemente eso; un territorio más de la Unión Europea con la misma importancia en el contexto internacional que Córcega. Una especie de cantón que de pertenecer a Francia, Dios no lo permita nunca, el catalán ya habría desaparecido casi por completo como ha ocurrido en lo que los del derecho a decidir llaman Cataluña norte. A su vez y aprovechando que el mediterráneo baña las costas catalanas, la germánica le diría al mamarracho de Artur Mas que en diplomacia jamás se le puede escribir una carta al Presidente de la República Francesa en inglés y, mucho menos a toda una Canciller de Alemania. Solo así Merkel conseguiría hacerle ver al esperpento del presidente de la Generalitat- Diputaciones catalanas en español- que la vieja máxima de Platón de que los sabios hablan porque tienen algo que decir y los tontos, faltaría más, porque tienen que decir algo, se cumple, y de una manera eficiente, en todos los nacionalistas catalanes.

A García Ferreras y a sus compañeros de la Secta Noticias les contaría lo mal que se vive bajo un régimen socialista. Esas narraciones de los años de Merkel en la Alemania comunista no servirían para que el marido de Anita Pastor viera la luz pero al menos, digo yo, podría ser un buen punto de partida para que el periodista aceptase el consejo de entrar en una clínica psiquiátrica donde curarse la melancolía tras haber fallado en todos sus vaticinios en el tema de Grecia.

Merkel también podría decir cuatro cosas a esos dos políticos asturianos que se niegan a hablar en masculino. Esos dos botarates de menor cuantía que en su toma de investidura hablaban de “nosotras” con el objetivo de, no cabe un tonto más, luchar contra el lenguaje sexista. Empero, la líder del CDU callaría porque siempre ha tenido cierto cariño por los payasos del circo. En cualquier caso, es evidente que imaginar a los de “Somos Corvera” diciendo en el supermercado; “Deme una polla que tengo hambre” o, aconsejando a su hijo ver la película” La Zorra” que protagonizó Antonio Banderas hace ya algunos años, solo puede llevarnos a la carcajada generalizada. Y que no me venga nadie con el cuento de que los dos bobos solo apuestan por suprimir el masculino en los comunicados públicos porque, como entenderá el lector inteligente, se empieza por ahí y se termina obligándonos a los hombres a llevar faldas de vuelo.

Todos deberíamos adoptar a una Merkel para que nos dijera la verdad a la carita si, en la medida de lo posible, queremos conocer nuestras limitaciones. Y es que no todos podemos jugar en la selección nacional de fútbol o cantar en el Teatro Nacional. Como tampoco es posible, como bien le recordó nuestra heroína a una niña palestina, que Europa acoja a todos los parias de la tierra.

Por todo ello, considero indispensable para evitar frustraciones mayores que la teutónica apadrine a los españoles que viven en la más absoluta de las inopias. Solo así millones de criaturas entenderían, y de una vez por todas, las causas de sus fracasos. Estoy convencido de que tan buenos serían los resultados que en un lustro media España terminaría cantando aquello de; “Deutschland über alles”. Y ahora les abandono porque acabo de ver a una rubia en minifalda que, de estar aquí mi amiga alemana coincidiría conmigo en la necesidad de no dejarla pasar.






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