viernes, 18 de septiembre de 2015

Cataluña, vecina del bajo C

Artículo de Cornelia Cinna Minor


  • Historia de una sedición y del nivel político imperante.
  • Los separatistas invierten la realidad perversamente para su provecho judicial y evasivo-económico.
  • La independencia no se puede aceptar como premisa ni bajo hipótesis.
  • El cambio axiológico de despolitizar nuestra bandera y nuestra Constitución es una cuestión de Estado,  debe tipificarse en el Código Penal con medidas muy duras.

No he querido nunca tocar temas no andaluces, y menos el catalán, porque básicamente me produce un hartazgo extremo, vomitivo, inconmensurable e infinito, acompañado de una dispepsia tan fuerte que hasta la mirada y expresión muta a desencajada.



Aquí no se trata de izquierdas, centro o derechas, es de obediencia a nuestras leyes y respeto a nuestros principios constitucionales. Conceptos totalmente interiorizados en paises civilizados e impensable que se cuestionen. Son axiomas de nuestra convivencia nacional.



En el filo de la navaja



No puedo evitar ese desasosiego extremo, al ver cómo se saltan la LEY,  cómo se burlan de cada uno de los españoles no independentistas. Por lo cual,  nunca me he tomado a broma sus innumerables mentiras e insultos: los mantras de desprecio y odio, su demencial política lingüística antidemocrática, el adoctrinamiento educativo de los jóvenes, la soberbia política o la fantasía patética de invasión del ejército español sobre suelo catalán. Si con quince guardias civiles, se arregla todo.



Por otro lado, cuánta riqueza humana, económica, cultural y de oportunidades hemos aportado, creado y apoyado durante toda nuestra Historia a esa región española, en detrimento de otras regiones hermanas. Esto último no lo dicen. Son lo que son porque son españoles.



Por los dioses manes, cuántos distinguingos han hecho estos pusilánimes cortoplacistas y otros políticos indignos, sin altura, ineptos y oportunistas en estos casi cuarenta años, cuántos miles y miles de sinvergüenzas hay enchufados en sus instituciones, comiendo del pesebre independentista, y cuántos presuntos ladrones y evasores hay detrás del cuento nacionalista-separatista para taparse los unos a los otros y seguir mangando.



Sustancialmente, es la lucha por el poder de una élite millonaria, de esconder sus robos, de que no haya un estamento superior que los controle, con el apoyo incondicional del 47% de  aborregados-adoctrinados, cuando el censo es de 5.510.713 electores, y la no acción de quienes, institucionalmente, deberían de actuar y no lo hacen.



Pero si ellos mismos han confesado que el proceso independentista fáctico y golpista comenzará el 27S con un guión perfectamente estudiado y calculado, vía unas falsas elecciones autonómicas cuando ellos las llaman plebiscitarias ¿A qué demonios esperan las más altas figuras institucionales nacionales para solucionar este dislate? ¿Al 28S? ¿Cuando ganen los votos en contra del independentismo pero no, en número de escaños? ¿Y qué vamos a hacer con los más de la mitad que han votado opciones no independentistas? ¿Esos millones de personas que no están a favor del despropósito secesionista y han sido abandonados por el Gobierno español? Es justo, llegados a este punto, cuando empiezo a ponerme muy nerviosa de impotencia y de rabia.



Sedición y política de ESTADO



Miren, siempre lo he tenido claro: la solución pasa por aplicar la LEY: el artículo 155 de la Constitución con el Código Penal en ristre,- delito de sedición, cfr art. 544, 545, 546, 547 y 48-, de desobediencia, prevaricación, etc, con la inhabilitación de los cabecillas y al trullo, a la voz de ya. Que se hacen los mártires ¿Y qué? Sabemos que no son mayoría.



Los que quieran crear una Cataluña independiente de España, que se vayan de nuestra tierra con Mas de Mesías, El Mas-ías de la masía. Sí, ese 47 % -como dicen ellos, “pacíficamente” y con mucho “diálogo”, no “tumultuariamente”, q es la cita del CP- y que funden en un lugar lejano de la Tierra, de cuyo nombre no quisiera acordarme, su singularidad, hablen su lengua y demás con Mas.



Sí, eso es precisamente, lo que estoy diciendo, que se vayan, pero fuera de España, de la Península. Cuando se lo explique, lo van a tener tan claro como yo.



Una perspectiva pedagógica



Les pongo un ejemplo muy sencillo: en mi bloque había una vecina evangelista con muchos hijos, siendo su patente de corso para justificar cualquier hecho y circunstancia anormativa su numerosa prole, su mínima economía y religión, buscando un victimismo digno de manual manipulador para hacer lo que le daba la gana.



Desde el inicio de la comunidad y continuamente, exigía, por su “singularidad cultural, económica, maternal y prolífica” un trato de favor con excepciones que se hicieron reglas no escritas y cotidianas, asumiéndose por los “tolerantes”  y “buenistas” vecinos como naturales: impagos de las cuotas regulares y extra, celebraciones de diverso espectro en nuestro patio común y un largo etcétera. Ni que decir tiene que de los 16 vecinos del bloque, el 50%, su red clientelar, estaba entregada a la causa de la bondad beatífica, solidaridad y entrega, que más tarde tantos problemas nos traería.



Disfrutaban de otro patio de luz bastante grande, que aun siendo de nuestra comunidad, usaban ellos y su tribu exclusivamente, con mesa de pin-pon y barbacoa incluídas, permitiéndoseles convertir una ventana en puerta para el acceso al citado patio comunitario. Como pueden imaginarse, todos los gastos del mencionado patio de luz eran de la comunidad. Privatizar beneficios pero gastos públicos. ¿Les suena?



No se asombrarán si les digo que el utilitario del garaje fue sustituido por un monovolúmen de ocho plazas y cuatro bicicletas, que no me permitían entrar por el asiento del acompañante ni abrir la puerta trasera de mi coche. Además, hubo tantos desfalcos del 3 % en las cuentas comunitarias como veces los vecinos del bajo C fueron presidentes de la comunidad, con el falso propósito de devolverlo a plazos.



Sobra añadir que los niños cantores crecieron en la falsa idea de que el magnífico patio era suyo -tenían ese sentimiento nacionalista sacrosanto, siempre materialista y superior- y que los noventa centrímetros de mi garaje, también.



Hechos consumados



Un verano aprovechó la matriarca secesionista la ausencia de los vecinos para poner un toldo -por el calor que sufrían los niños, dijo-, sustituyéndolo posteriormente por una claraboya -seguridad por los ladrones, apuntó-. En nuestra comunidad, a fin de no crear mal ambiente, el buenismo incomprensible del 50% de los vecinos, evitar broncas y denuncias del otro 50% -los abstencionistas y no separatistas-, se le permitió a la vecina del bajo C que hiciera, improcedentemente, lo que le diera la gana con nuestro patio, el patio de todos, y la invasión existencial y acústica de todo espacio común que pudiera abarcar.



Pero más tarde, obviamente, los demás vecinos del bajo A , B y D quisieron hacerse con los tres patios de luz respectivos, no entendiendo qué demonios de singularidad y la carajotada esa del hecho diferencial era la maternidad de seis maleducados, ya adolescentes, cuando el vasco del bajo A era minusválido, el gallego del bajo B tenía dos perros y la familia andaluza del D tenía a un niño con problemas.



Cuál fue mi sorpresa cuando un día al volver de vacaciones, ví una nueva puerta exterior y paralela al portalón de entrada de nuestro bloque.  Inmediatamente le pregunté a la independentista del bajo C qué era eso. Con  la desfachatez, prepotencia y desvergüenza de los que se creen impunes, me espetó que estaba haciendo una salida propia en la fachada de toda nuestra comunidad y que la habían votado los ocho miembros de su familia “ por su derecho a decidir”. Con toda la calma del mundo, sin mover una ceja y bajo el más absoluto convencimiento de que me amparaba la LEY y las normas de la comunidad, puse una denuncia ipso facto.



1º. Tal hecho era ilegal.  La LEY está para respetarla, cumplirla y ejecutarla. Y bajo ningún concepto hay que llegar al punto segundo que abajo describo. Lo peor no es que los independentistas no acaten la LEY española y a los hechos me remito, sino que no haya nadie que les obligue con la LEY en la mano. Por supuesto, los irracionales y dictadores somos los que no les dejamos hacer su santa voluntad. Un bucle de demagogia infinito que está haciendo temblar nuestros pilares nacionales.



2º. Si se decidiera, ante un lejano y más que improbable amago hipotético de locura vecinal, cambiar las normas de la comunidad -pero imposible las del Ayuntamiento-, no va a votar sólo la familia Trapp del bajo C, como quieren hacer los independentistas, sino cada piso del total de la comunidad de vecinos. O sea, los 46, 4 millones de españoles, que para eso es España. Nuestra España, la de todos los españolitos desde Ceuta, Lanzarote, Mallorca hasta San Sebastián, Barcelona y Bilbao.



La solución al problema planteado de la vecina del bajo C fue evidente: o acataban las normas y las leyes vía judicial y policial o las aceptan por las buenas, habida cuenta de que las normas NO se iban a cambiar a su conveniencia y menos, por las consecuencias aterradoras que podrían conllevar.



Se mudaron, finalmente -cosa que no van a hacer los ultranacionalistas-. Lo contrario hubiera supuesto la desigualdad, la injusticia, el caos más absoluto, impagos de las cuotas de nuestro pequeño mini Estado y dejar puertas abiertas a otras casuísticas de impredecible final, dando a unos el patio y a otros no, azoteas a los okupas o qué sabe Dios, bajadas del valor del inmueble, etc... por no hablar de una confrontación ad infinitum de todos contra todos. Un carajal insoportable.



Cualquier tercera vía era un despropósito tal que cada vecino habría puesto ventanas, puertas y escaleras para su independencia, impagos y comodidad. En definitiva, el desmadre de la comunidad y del Estado de Derecho. De análogo modo, los culpables e irresponsables-responsables de la decisiva situación de nuestra región catalana son los políticos de todos los bandos, de ayer y hoy; pero más, las altas instituciones de España, sin justificación ni excepción posible, que para eso están y las mantenemos exclusivamente, con ese objeto y fin.


Su juego: o pacto fiscal o independencia



Pues ni pacto fiscal ni independencia. Así de claro. Si los independentistas piensan que Cataluña es suya, se equivocan. Es suelo, carreteras e instituciones españolas. No tienen derecho a decidir sobre lo nuestro, de todos: nuestra soberanía. Nunca ha habido una colonización, que es conditio sine que non para hablar de la etiqueta “derecho a decidir”. Cataluña es nuestra, de todos los españoles que hemos estudiado nuestra Historia y oído relatos sobre nuestros vecinos,  tatarabuelos, bisabuelos emigrar, morir en guerras, trabajar y luchar.



Para sentimientos, hechos diferenciales, señas identitarias, derechos,  Historia y realidades, nosotros, los millones y millones de españoles. De igual modo que Andalucía nunca será de los andaluces, ni Murcia de los murcianos, etc. Me dan arcadas de tener que decir obviedades e implícitos por la demagogia educativa, partidista y propagandística, que han permitido los castrati de uno y otro partido en aras de apoyos y juegos políticos en el tablero nacional.



Si se diera el caso altamente improbable de que haya, en un futuro lejano, que votar la independencia de Cataluña,  lo convocaría el mismísimo Gobierno de España exclusivamente, y con la participación de toda España, como si mi vecina quisiera abrir su  propia puerta en nuestra comunidad y creara por sí misma su “comunidad”, tendríamos que votarlo todos los vecinos y salir por mayoría absoluta.



 O sea, ya saben el resultado: no-va-a-haber- independencia. No sé qué parte del NO no entienden.  Con lo que realmente lo único que buscan, fácticamente, es tensar la cuerda para un pacto fiscal como los navarros y los vascos. El viejo truco de pide diez que te darán cinco, cuando nunca jamás se debió haber permitido la fiscalidad vasca.



La clave de los comicios autonómicos, que ellos llaman plebiscitarios, estará en los abstencionistas porque como no vayan a votar, la llave la van a tener posiblemente los podemitas. Horror. No obstante, ya están reculando maquiavélicamente, al decir que ahora no cuentan los votos, sino los escaños -y se autodenominan “demócratas”-. Hasta en eso son sinvergüenzas e improcedentes. Si es el caso, en  la próxima disolución de las Cortes sería cuando intentarán dar el hipotético golpe de Estado.



La Política es acción



Señores, que se aplique la Constitución, el Código Penal artículo 548 y la suspensión de la Autonomía catalana. Si no obedecen la LEY después de los años de condena, y como medida futurible in extremis, que se vayan, forzados, fuera de la península ibérica por seguridad nacional y legítima defensa, i.e, reincluir la figura de la expatriación, no volitiva, en el Código Penal por alta traición. Vamos, copiar y pegar del Código Militar.



No estamos hablando de nacionalistas en un marco institucional. No, estamos hablando de ultranacioanlistas, radicales, provocadores, amenazantes, golpistas, victimistas, intransigentes y paranoicos fuera del Estado de Derecho, amenazando y cruzando líneas rojas, además de abusar de nuestra santa paciencia. Se les ha permitido llegar al final del metro y la consecuencia lógica es, precisamente, una situación límite y abismal.  Eso es inadmisible democráticamente desde la propia Constitución española y la legislación vigente.


Coda: en algún momento de nuestra Historia de España habrá que poner en su sitio a estos impresentables con la LEY por bandera, además de la española. La de todos.



http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Cornelia%20Cinna

5 comentarios:

  1. "Catalunya és nostra",le dijo Pujol a Prenafeta en los años 80. Ya se ve lo que ha hecho Madrid desde entonces. Ahora toca arreglarlo. PSOE-PP, que espabilen, porque ya están tardando. Ah, y nada de blindajes en Educación, eh? En Cataluña queremos hablar español como todos los demás porque queremos ser libres e iguales ante los demás.

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  3. En España hay mucha gente que piensa así, lo que pasa es que en España no hay democracia, ya que siempre se gobierna pensando en las minorías chillonas y no en la mayoría silenciosa. Además tenemos a estos políticos cobardicas, a los cuales les das un grito al lado y salen corriendo despavoridos. Un gran artículo.

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