martes, 29 de septiembre de 2015

La ley, nada más y nada menos


Artículo de Luis Marín Sicilia


Escribo en domingo, 27 de septiembre, mientras los catalanes eligen sus representantes en el Parlamento autonómico. Y lo hago recordando que, hace unos días, él estaba allí, mirando a la plebe inclinado sobre el balcón del Ayuntamiento de Barcelona, mientras sus compañeros de ilegalidad colgaban una bandera separatista en una fiesta que era, debiera ser, de todos los ciudadanos. Con ese rictus risueño de satisfacción, con la misma sonrisa cínica de la final de la Copa del Rey, acreditando, una vez más, su falta de educación, su cinismo y su desvergüenza.

Ese personaje insufrible, ridículo y traidor ha batido todos los récords: quien jura en falso es un perjuro; quien incumple sus compromisos institucionales es un traidor; quien ofende a la verdad es un mentiroso; quien halaga a la plebe para instrumentalizarla en su beneficio es un demagogo; quien falsea o corrompe la realidad es un falsario. Todo eso y mucho más ha resultado ser el mequetrefe, que se cree un mesías, llamado Artur Mas, ese que repudiaba hace poco el atraso social, político y económico que provocaría el separatismo, y que hoy, fracasado como gobernante, ha hundido su mediocridad en ensoñaciones soberanistas.


“Este personaje, y el entorno subvencionado que le apoya, es un alumno aventajado de Goebbels”

Su único fruto perceptible es la ruptura. Ha roto la convivencia ciudadana, ha fracturado a la sociedad catalana, ha roto su propio partido, ha enfrentado y ofendido al conjunto de los españoles, incluso a los muchos catalanes que no comulgan con su esquizofrenia. Ha roto la Constitución que juró servir y a la que debe su cargo. Y con sus recortes sociales y su mala gestión ha perjudicado la adecuada gestión de la Sanidad y demás servicios públicos. Con las monjas Forcades y Caram y con la televisiva Karmele Marchante, haría un buen papel en la tele basura, cuyo nivel se degradaría aun más con su sola presencia.

Este personaje, y el entorno subvencionado que le apoya, es un alumno aventajado de Goebbels, el ministro de Propaganda de la Alemania nazi. Para manipular al pueblo ha puesto en marcha los once principios que aquel estableció para adoctrinar en la xenofobia y la insolidaridad, empezando por la simplificación y el enemigo único y siguiendo con el método de contagio, la transposición de los errores, la desfiguración de la realidad, la vulgarización populista, la orquestación de la mentira, la renovación del mensaje, los globos sondas o las informaciones fragmentarias, el silencio sobre lo negativo, la transfusión de prejuicios mitológico-nacionalistas, y el empeño de ser único portavoz de la verdad. Si alguien tiene duda sobre la xenofobia nazista puesta en marcha en Cataluña, que lea a Goebbels sin demora y contraste su programa con lo acontecido en aquella comunidad.

Ignoro cual será el resultado electoral, pero no me ofrece duda de que, cualquiera que sea, a partir del día 28, en España se aplicará la ley si no queremos convertirnos en un estado fallido. Desde la lectura negativa para los sediciosos hay que dejar claro la contundencia del derecho internacional, cuyo derecho no se aplica a terceros países, por lo que quedarían fuera de la ONU, OTAN, FMI, OMC, OIT, OMS, UE y un largo etcétera. En consecuencia, en los territorios escindidos deja de aplicarse todo el sistema de libre circulación de personas y mercancías, las subvenciones, la financiación de sus políticas, la liquidez del Banco Central Europeo y el estatuto de ciudadanía que solo conservan los de los Estados miembros.

Y desde la lectura positiva, es decir, de lo que hay que aplicar, debe quedar muy claro que la ley se cumple y la Constitución se respeta, sancionando los actos contrarios a la una y a la otra.

Y no hay que tener miedo a las reformas que se propongan y que se hagan con arreglo a las previsiones constitucionales. Una minoría, por muy amplia que sea, no puede poner en un brete a la convivencia pacífica de la ciudadanía.

Pero, desde el concepto del cumplimiento de la ley, hay que ir más allá, para remover las razones que nos han llevado a este incumplimiento generalizado de la norma. Y ello entronca con la crisis política motivada por el descrédito de las instituciones y de las personas que las encarnan. Superar todo ello, no solo el secesionismo oportunista e insolidario, implica abordar un proceso real de regeneración democrática, en el que juega un papel fundamental que los políticos saquen las manos de la Justicia, que la Administración se despoje de todos los logreros  y enchufados que la asolan, que los partidos se gobiernen democráticamente, con participación ciudadana, y que el Estado ejerza, sin complejos, el control inspector necesario sobre las competencias transferidas a las comunidades, para que no se produzcan sectarismos y desigualdades en los derechos de todos los ciudadanos.

“Las maniobras políticas de toda índole han llevado la causa de los ERES a Andalucía, a la vista de que allí, el fiscal-consejero ha conseguido colocar a su amiga”

En lo tocante a la independencia judicial, la situación en Andalucía se muestra particularmente escandalosa. Resulta llamativa la renuncia de Viera a su escaño de diputado, justo unos días antes de que el Congreso aprobara el suplicatorio para su procesamiento por los ERES. A cualquier observador imparcial no se le escapa que, tanto Viera como antes Chaves y Griñán, escapan de la instrucción del Supremo a raíz de que el juez instructor, Alberto J. Barreiro, hiciera suyas las conclusiones de la juez Alaya. Separada ésta de la causa, con un toma y daca escandaloso por parte de los órganos superiores del poder judicial y del tribunal autonómico, en cuyo nombramiento tiene mucho que ver el partido investigado, la vergüenza popular alcanza a quienes, lejos de facilitar la aplicación neutral de la Justicia, la emponzoñan y mediatizan.


Las maniobras políticas de toda índole han llevado la causa de los ERES a Andalucía, a la vista de que allí, el fiscal-consejero ha conseguido colocar a su amiga, la juez Bolaños, al frente del juzgado competente, mientras el Tribunal Supremo hacía suyos los planteamientos de la juez Alaya. Si esta farsa judicial resulta triunfante, los ciudadanos no solo se escandalizarán con que la ley no se haya aplicado, hasta ahora, en Cataluña. Se escandalizarán también por la forma burda con que se orilla su aplicación en Andalucía. Porque en todas partes y en todas las facetas de la vida, si queremos un Estado de derecho, como establece nuestra Constitución, hay que aplicar la ley. Nada más y nada menos.



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1 comentario:

  1. .....ese rictus risueño de satisfacción, con la misma sonrisa cínica de la final de la Copa del Rey, acreditando, una vez más, su falta de educación, su cinismo y su desvergüenza.......a mi también se me ha quedado gravada esa imagen repugnante

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