domingo, 11 de octubre de 2015

El último tren a Bo


Artículo de Rafa González


Cuando esta semana saltó la noticia del supuesto robo de cobre en las vías del AVE de Cataluña, con datos como que el valor del metal robado anualmente asciende a 16 millones de euros (la mitad de ellos en Cataluña), en algún bar de España alguien se debió preguntar si no somos un país del tercer mundo. Pensamiento ante el cual su interlocutor se habría ofendido, arguyendo que esto ocurre hasta en las naciones más avanzadas.
 
Sin embargo, cuando días más tarde salió a la luz que se trataba de un simple sabotaje, ya que el cobre robado se reducía a 20 cm y además se había cortado la fibra óptica, algunos malpensados como el autor que esto escribe caímos con algo de grima en la cuenta de que este sabotaje podía no tratarse de una simple travesura, ya que sucedía precisamente en la misma semana y en la misma comunidad autónoma donde un partido antieuropeísta, comunista y, en general, antisistema, la CUP, ha hecho el primer llamamiento serio de un partido a desobedecer las leyes y romper definitivamente con España para comenzar a construir la tan ansiada República catalana. En resumen: dando rienda suelta a mi imaginación, el sabotaje de las vías de alta velocidad en tierras catalanas me llevó a temer que nos hubiéramos convertido indiscutiblemente en un país del tercer mundo y que hubiéramos adoptado definitivamente el rumbo de Sierra Leona.

Sierra Leona? Se preguntarán ustedes... Sí. Este país de África Occidental, como muchos otros del continente negro, fue en tiempos coloniales mucho más rico de lo que es ahora. Según relatan Daron Acemoglu y James A. Robinson en el genial libro Why nations fail (por qué fracasan las naciones), en 1896 Sierra Leona se había convertido en una colonia británica, en régimen de protectorado, aunque aún entonces el país no pasaba de ser una amalgama de muchos reinos tribales. Los británicos, que habían fundado la capital, Freetown, decidieron que la estrategia para acceder al interior tenía que consistir en dos puntos. Por un lado, el pacto y el consenso con los reyezuelos de la selva, concediendo a los líderes tribales el título de paramount chief; así, en el rico distrito minero de Kono, por ejemplo, el rey guerrero Suluku se convirtió en el jefe de la nueva autonomía de Sandor. Por otro lado, los británicos estaban convencidos de que, para controlar mejor el protectorado, era necesaria una infraestructura de ferrocarril.

Los colonizadores creyeron que este proceder les daría carta blanca en sus dominios. Sin embargo, cuando los europeos avisaron al personal sus intenciones de introducir el famoso hut tax (impuesto a la choza, consistente en cinco chelines por casa), la población indígena se levantó en armas y dio origen a lo que ha pasado a la historia como la Rebelión del Impuesto a las Chozas. Así que la guerra civil, que había comenzado en el norte, duró más de lo esperado, especialmente en la provincia sureña de Mendeland, dominada por la casta del pueblo mende. El conflicto influyó en el recorrido del ferrocarril que había empezado a construirse en 1896, y el trazado, que se había esperado que recorriera el nordeste, se desvió al sudeste, pasando por Waterloo y Rotifunk (infestada de rebeldes) hasta llegar a la ciudad de Bo. Si antes los británicos imaginaban que el tren les ayudaría a vertebrar su protectorado, ahora simplemente tenían prisa por encontrar un medio rápido para movilizar a unas tropas con más trabajo que el fontanero del Titanic.

EL PODER POR ENCIMA DEL BIENESTAR DE LOS CIUDADANOS

Pero no sería hasta 1967, seis años después de la independencia de Sierra Leona, cuando el país certificaría su descenso definitivo al subdesarrollo. El Partido del Congreso Popular de Siaka Stevens, apoyado mayoritariamente por tribus del norte, ganó por poca ventaja las elecciones a los hermanos Margai, del Partido Popular de Sierra Leona, que fue votado sobre todo en las ricas regiones exportadoras del sur, justo en las provincias por donde pasaba el tren que décadas antes sirvió para actividaes militares y ahora era un medio de desarrollo económico y todo un símbolo de la pujanza económica de la nueva nación africana. El nuevo presidente Stevens comprendió en seguida la importancia de esta infraestructura en el desarrollo, la prosperidad y la libertad de la población, y el muy listillo decidió no solo suprimir todas las conexiones, sino también sabotear los trazados, vender los hierros de las vías y decretar al estilo de L'etat c'est moi que cerraran todas las estaciones de tren del país. El dictador se acabó asegurando la poltrona para los próximos 20 años.


Aunque el sabotaje de las vías de Cataluña pueda servir de metáfora a ese llamamiento antisistema a romper puentes con España (qué es el AVE si no una manera de vertebrar España y Europa?), en realidad somos muchos los que pensamos que el tren español fue saboteado mucho antes, concretamente en 1978. Y no solo por los nacionalistas catalanes. Fue saboteado, en general, por todos los políticos que entonces dieron el famoso café para todos, esperando que la partición del territorio en comunidades autónomas (troceamiento con antecedentes solo en la breve y conflictiva España cantonal y en la medieval España de la Reconquista) a las puertas del surgimiento del Internet acercaría la administración a los ciudadanos y sellaría el buen rollito entre los compatriotas. Nada de eso, en realidad, ha sucedido. 

Lo que ha sucedido, en realidad, es todo lo contrario. Y lo peor es que las consecuencias no han sido solo económicas (déficits y deudas incontroladas) o sociales (que te puedan hacer un análisis de sangre solo en un hospital de la comunidad autónoma en la que estás empadronado), sino que, lo estamos viendo ahora mismo, los agravios comparativos entre regiones y la manía de echar balones fuera a otra administración son el pan nuestro de cada día. Se han imaginado ustedes alguna vez una España republicana y centralista, al estilo de Francia, con socialistas también como los franceses que en vez de creer en hechos diferenciales aprueben la fusión de departamentos (como hizo el primer ministro Manuel Valls)? Se han imaginado ustedes un país donde, a falta de duplicidades, el ciudadano tiene muy claro quién es el responsable de cada desaguisado? Un servidor lo sufre a diario con amigos andaluces socialistas: cuando la economía va mal, es culpa del Gobierno nacional del PP. Cuando va bien, es gracias a la Junta. Utilizaré la fórmula mágica de Antonio Burgos: tekieyarcarajo?

 UN ESTADO AUTONÓMICO BLINDADO

Cuando Luis del Pino comenta que los gobernantes españoles se disponen a 'blindar' el estado autonómico, uno se pregunta si no lo está ya desde hace tiempo. Y muy especialmente desde la fiebre de los nuevos estatutos de autonomía fomentados en tiempos de Zapatero. Se acuerdan de la famosa reforma de las administraciones públicas anunciada por Rajoy en 2013? Qué ha sido de ella? Cuánto ha contribuído a rebajar el déficit, la deuda, el despilfarro? Ahora que nuestra deuda roza el 100% del PIB, sería bueno recordar que esa reforma chocó frontalmente, con resultado de muerte, contra el muro de las autonomías. Cojan El País del día 12 de agosto de 2013 y lean con estupor cómo la reforma propuesta por el Gobierno del PP se basa en 'propuestas y recomendaciones', y cómo la Junta rechazó muchas de estas propuestas por 'atacar' hasta 40 artículos del estatuto que garantiza el supuesto autogobierno. Incluso con medidas tan lógicas como la de integrar el servicio autonómico de meteorología en la Agencia Estatal de Meteorología; o la de integrar y racionalizar observatorios regionales. Todo, según la Junta, era un ataque a los andaluces. 

Pero, en realidad, todas estas agencias, todos estos entes, todos estos observatorios, o, en palabras de Azorín, ''todo esto, qué nos importará a nosotros, los que ante el panorama de Castilla, de Levante o de Andalucía hemos meditado el presente trágico de España? Una disparidad profunda existe entre la política y la realidad''. Cien años después seguimos exactamente igual, pero en caída libre por culpa de ese tren que pudimos coger pero que fue saboteado en 1978. El que se ofende cuando oye que España es, en 2015, un país subdesarrollado, debería quizá leer la descripción que Carlos Nino dio de Argentina en su libro Un país al margen de la ley: ''A pesar de la gentileza con que se lo clasifica como 'país en vías de desarrollo', Argentina es uno de los pocos países del mundo en pronunciadas vías de subdesarrollo, es decir, es un caso notable de reversión fulminante y rápida de un desarrollo social y económico considerable que ya se había alcanzado''. Les suena?



http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Rafa%20G.%20Garc%C3%ADa%20de%20Cos%C3%ADo

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