miércoles, 25 de noviembre de 2015

El ilusionista, en blanco!

Artículo de Eduardo Maestre

Una novia que tuve hace más de treinta años me contó en una ocasión que, habiendo asistido de pequeña y con sus padres a un espectáculo de magia en París, fue testigo de un hecho insólito. Por lo visto, el mago le pidió a una señora del público que le diera un objeto de valor; algo caro, insustituible. La señora en cuestión, tras resistirse con sonrisas tensas, le dio su collar, un collar de perlas auténticas; con mucho reparo, pero se lo dio. El ilusionista lo metió en un jarrón chino, hizo dos pases de magia y luego, con un golpe teatral, rompió el jarrón, comprobando el público asistente que allí no estaba el collar. Lo hizo desaparecer con gran arte!

Hasta aquí, este episodio de la niñez de aquella novia mía no habría pasado de un mágico recuerdo. De no ser porque luego ocurrió algo inaudito: el collar de la señora del público no aparecía! El mago sacó un pañuelo del
que teóricamente tenía que salir el collar de perlas, pero no conseguía volver a traerlo a este plano de la realidad. La señora empezó a ponerse nerviosa, aunque el público pensaba que eran las clásicas bromas de los magos. Pero no lo eran; sencillamente, el ilusionista se había quedado en blanco y era incapaz de recordar el desenlace del truco! El hombre comenzó a sudar visiblemente y a hacer gestos de angustia, e incluso a buscarse en todos los bolsillos ocultos de su atuendo de mago. Sin embargo, el collar no apareció.

La sala se cerró por orden del empresario, allí presente, con el público dentro; al cabo de un rato se personó la policía francesa, y al mago se lo llevaron esposado ante el estupor de los asistentes y el llanto de la señora! Al ilusionista, literalmente, se le había olvidado cómo finalizaba el truco, cómo regresar el objeto de valor solicitado al público. Nunca apareció el collar!

El pasado 20 de noviembre se cumplieron cuatro años completos desde las últimas elecciones generales. En estos cuatro años han ocurrido muchas cosas; algunas, terribles; otras, inquietantes; ocasionalmente, también han ocurrido sucesos felices. Lo terrible ha sido, en estos años, la cantidad de empresas pequeñas, medianas y grandes que han cerrado en España para siempre jamás, dejando en la calle, con una mano delante y otra detrás, a cientos de miles de trabajadores. Los empresarios que arriesgaron su capital, su tiempo y su nombre en los bancos, han sufrido el espanto que supone una quiebra; algunos, porque la gente, de repente, dejó de gastarse el dinero en artículos que habitualmente tenían buena salida; otros, porque no recibieron el pago de las constructoras, quebradas a su vez, y no les quedó otra que resistir un tiempo para sucumbir luego. 

Por descontado, no responsabilizo al Gobierno de Mariano Rajoy. No, al menos, en lo que respecta a esta vorágine de cierres, quiebras y quebrantos que comenzó poco antes de que el mayor imbécil que ha tenido ocasión de ver la luz en el planeta abandonara la Moncloa para (esperemos!) no volver jamás. La depresión fue algo que afectó a todo Occidente, pero que en un país como España, gobernado por un imbécil redomado como Zapatero, se multiplicó exponencialmente: primero, por el empecinamiento en negar que existiera una crisis, y luego, por no saber cómo atajarla.

Recuerdo perfectamente, cuando aún vivía en Sevilla a principios del 2012, recién investido Rajoy, cómo mi espíritu se descuadraba al pasear a Aquiles, mi perro, por las aceras de las inmediaciones de la Puerta de la Carne. Y la desazón la provocaba ver cómo las antiguas tiendas de aquel barrio, que yo había conocido abiertas de toda la vida, se habían ido cerrando una tras otra: Confecciones Mary, cerrada; Pastelería Las Rosas, con los escaparates tapiados; Muebles González e Hijos, cuyo dueño era un filósofo, cerrada para los restos… Todas cerradas para siempre jamás! En donde hubo alguna alegre puerta decorada, aparecía ahora una cortina de acero con ajados carteles de fiestas de fin de año y tristísimos folios con números de teléfono de pintores a domicilio que te ponían la pintura, el andamio y la brocha por tres perras gordas!

Todos los días la prima de riesgo sobrepasaba los 400 puntos; a veces, los 500! Y más de una vez se sostuvo sobre los 600 puntos, igualando casi la de Grecia y Portugal, ya rescatadas e hipotecadas hasta las cejas para muchos años! La presión arterial de España estuvo meses y meses al borde del ictus! Recuerdo perfectamente a Rubalcaba llamando poco menos que inconsciente a un Mariano Rajoy hipotenso por no solicitar el rescate a Europa. Desde todo el espectro socialista, y más allá (sus medios de comunicación) llovían anatemas contra un Presidente recién estrenado que parecía el epítome de la ataraxia.

Finalmente, no hizo falta rescatar a España; aunque sí a algunos de sus organismos bancarios, siendo Bankia la que se llevó el bocado del león. Las cajas de ahorro, cuyos directivos habían sido miles de políticos autonómicos –por cierto: hoy todos libres y sin cargos, y paseando tranquilamente por la calle-,0 cuyas delincuentes manos eran las responsables del derroche ultraterreno que vivimos en los tiempos de la locura hemorrágica, fueron también rescatadas, fundidas en entidades superiores, absorbidas, asimiladas, ascendidas al Cielo en cuerpo y alma por la Gracia del Altísimo!  …Del altísimo comité de los hombres de negro norteuropeos, que por aquellos días veían un español por los pasillos de Bruselas y se echaban la mano a la cartera a ver si se la habían robado.

Luego, tras superar la ola gigante que amenazó con hundir la macroeconomía española, y cuando parecía que se empezaba a abrir el cielo, surgió en el horizonte la vela del barco a la deriva independentista de Artur Mas, que hasta ese momento había sido poco más que un correctísimo vendedor de paños de Tarrasa. Pero como su desastre electoral en Cataluña fue de tal calibre, decidió emprender no una huida hacia delante, sino una locura con visos románticos, llevándose tras de sí todas las leyes constitucionales españolas y hasta europeas, y abanderando un movimiento independentista que hasta entonces había estado recluido en los bares de Esquerra Republicana como signo de la clásica bravuconería gafapasta, traducida siempre en espectáculos de mimos y alguna que otra falta de educación puntual.

Artur Mas les dio alas a los que hasta entonces habían sido poco más que profesores de institutos de Secundaria que se reunían para gritar mueras a Felipe V mientras pedían otra cañita y dos de bravas. Les dio alas, sí; pero también cientos de millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado español; fomentó el crecimiento exponencial de las asociaciones neofascistas conocidas como ANC y Ómnium Cultural (...cultural! Ya ve usté!); les dio autobuses y trenes, y billetes de 500 euros como para empapelar el Parque Güell; les inyectó dinero para organizar y acudir a las algaradas norcoreanas que formaban espectáculos acojonantes en forma de V o de bandera cuatribarrada, demostraciones totalitarias en las que participaron cientos de miles de norcoreanos/catalanes perfectamente comandados por Kim Yon Forcadell y desfilando con su paso de oca estelada por las calles de Barcelona. Les regaló urnas de cartón como microondas en los que cocer los sueños de Narnia, casi hechos realidad!

No ha sido Bárcenas el que ha dañado al Partido Popular; ni el desgaste que siempre conlleva el ejercicio del Poder. En el caso de Rajoy, me atrevo a afirmar que ha sido la ausencia de dicho ejercicio la que ha pulverizado las posibilidades de que los populares ganen de nuevo el próximo 20 de diciembre por mayoría absoluta. Porque -nadie se engañe!- Rajoy, en estos cuatro años de obsesión por recuperar el latido de la macroeconomía española (latido que ha recuperado: eso es innegable!), quizás por esa misma obsesión monomaníaca ha descuidado algo esencial en un pueblo como el español, y este descuido ha hecho desaparecer el Estado de tres territorios en los que debería haber sido fortalecido: Cataluña, el País Vasco y Navarra. Discútanmelo ustedes! Niéguenme que Mariano Rajoy se ha desvinculado -desvinculando también a su Gobierno, y por ende al Estado- de las zonas de España más proclives a confundir libertad de acción ciudadana con invitación a la independencia.

Por más que el delincuente común Artur Mas se ha saltado la Ley a la torera; por más que ha actuado con felonía; por más que los proetarras de Bildu han pisoteado las Leyes y vilipendiado a las Víctimas del Terrorismo, una y otra vez; por más que una adanista como la tal Uxúe Barkos (de dónde sacan estos nombres?), que es nada menos que la Presidente del Gobierno foral navarro, proclame que quiere ser anexionada, penetrada y elevada al séptimo cielo sabinoaranista por los amigos de la Parabellum; por más burradas que todos éstos han perpetrado, Rajoy, el hombre sin pulso, no ha reaccionado; no ha movido un párpado; no ha hecho nada. Pero nada! Joder! Es que ante todo lo que ha estado ocurriendo con los separatistas estos últimos tres años es muy difícil no hacer nada!

Sin embargo, esto es lo que estamos viendo a diario desde hace tres años: la desaparición del Estado, de sus Leyes y de las consecuencias penales que debería acarrear su aplicación a aquéllos que las están no ya incumpliendo, sino arrastrándolas por el abyecto barro del golpismo más explícito! Y con nuestro dinero! El de los Fondos de Liquidez del Estado!

Dejémonos de historias: el insufrible Zapatero abrió la caja de los truenos diciendo aquello de que "España es un concepto discutido y discutible" y dando el famoso cheque en blanco a los nacionalistas catalanes para llamar nación a una región española que nunca lo fue; porque Cataluña jamás fue nación; ni reino; ni nada que no estuviera adscrito a una entidad superior. Zapatero, el presidente más abyecto y deplorable que la Humanidad ha conocido y conocerá jamás (salvo que invistan en enero al incoloro, inodoro e insípido Pdro Snchz, que todo podría ocurrir! ...Dios nos asista!) dio los primeros martillazos sobre la superficie de cristal del Estado español, quebrándolo e hiriéndolo de muerte; pero quien realmente lo ha hecho desaparecer con su actitud negacionista, con su catalepsia política y su avestrucismo irresponsable es Mariano Rajoy.

El Estado ha desaparecido de, al menos, tres regiones españolas. Y el ilusionista que ha logrado semejante truco terrorífico no se acuerda, no cae, no acaba de recordar cómo volverlo a llevar allí donde estuvo desde hace quinientos años; el mago no sabe cómo regresarlo! El ilusionista se ha quedado en blanco, el collar está en el limbo y la señora se deshace en llanto. 


...Sólo falta la policía llevándose al mago a la cárcel! 




2 comentarios:

  1. Eduardo, una reflexión perfecta salvo por un pequeño(?) detalle. El impresentable Zp, además de tus suaves apelativos sobre su persona, solo se merece estar recluido de por vida ante la ruina que ha generado en España y los años y años que serán necesarios, si alguna vez se consigue, para recuperar parte del bienestar que este individuo nos destruyó. Y, por si era poco, enchufado en el Consejo de Estado, la guinda final,!!! acompañado por su sicaria!!!....De la Vega. El mundo al revés. En cualquier caso, enhorabuena por tu artículo, como todos los tuyos

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  2. D. Eduardo, muchas gracias por enésima vez por entregarnos otro de sus brillantísimos artículos. No sabe cómo disfruto leyéndolos. Y una vez más tengo que darle la razón, lo del Sr. Zapatero no tiene nombre, pero lo del Sr. Rajoy no sé ni cómo calificarlo. Con razón hay quien lo denomina "el estafermo", creo que no hay calificativo mejor para este señor. Un saludo afectuoso.

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