miércoles, 19 de octubre de 2016

Pablo tronante y Pedro tunante


Artículo de Luis Marín Sicilia


“La apelación a la malquerencia, al desprecio por los demás y a la construcción de trincheras en vez de puentes… define a este tronante líder de un radicalismo [Pablo Iglesias II] que se equivoca de tiempo y de sociedad”

“En sus aproximadamente dos años de líder socialista [a Pdr Snchz] no se le ha conocido ni una sola aportación programática o doctrinal al momento socio-político español, habiendo ocupado su mandato en abducir a la militancia”

“Pablo Iglesias se sirvió de los fantasmagóricos 'círculos' para conseguir poder, y Pedro Sánchez recurre al manido término de 'la militancia' para que no le apeen de su poltrona”


Reducido a la realidad insuficiente de su fragmentado grupo parlamentario, el ínclito Iglesias se ha tirado al monte de la verborrea del odio y la confrontación, haciendo sonar estruendosamente toda suerte de advertencias y amenazas, más o menos veladas, sobre su actitud ante un previsible gobierno de Mariano Rajoy ante el que hay que poner a funcionar lo que él llama "la máquina de combate", moviendo la calle porque la oposición habrá que llevarla, dice, fuera del Parlamento.

Como un atolondrado alborotador alienta la posible huelga general, poniéndose a la cabeza de la misma para arremeter contra todo aquello que impide su ascenso a lo único que le interesa: el poder sin límites, seguramente para conducirse con la misma desvergüenza con que lo hace su asesorado Maduro en la Venezuela arruinada, gracias a los "sabios" consejos de estos nuevos genios de la política.

La apelación a la malquerencia, al desprecio por los demás y a la construcción de trincheras en vez de puentes, adobado todo ello con una palabrería sin freno, una verborrea charlatana y una fijación sobre un "enemigo" al que hay que destruir, define a este tronante líder de un radicalismo que se equivoca de tiempo y de sociedad, por muchas pretensiones de grandeza con que el parlanchín intente disfrazar las cuestiones nimias que plantea en sus discursos simples y demagógicos.

Mientras este prepara sus baterías para la lucha que pretende, otro espécimen de un peculiar momento de la actualidad política, el tal Sánchez, ha mantenido su fidelidad a la buena vida en momentos cruciales para la formación a la que pertenece y de cuya secretaria general se vio moralmente obligado a dimitir cuando perdió una votación en el comité federal de su partido, que es el órgano máximo entre congresos.

Cual taimado y astuto tunante, Sánchez se fue de viaje, como ya hizo mientras se planteaba la posibilidad de que Rajoy formara gobierno y reafirmaba su "no es no" en una reunión que calificó como prescindible, con el objetivo de mover desde la distancia a unas bases partidarias a las que previamente fue inoculando, desde su proclamación como líder partidario, el virus populista de la democracia directa.

En sus aproximadamente dos años de líder socialista no se le ha conocido ni una sola aportación programática o doctrinal al momento socio-político español, habiendo ocupado su mandato en abducir a la militancia, cuyas agrupaciones ha visitado sin más objetivo que ganarse adeptos para garantizarse la permanencia en el poder, lo que le permitiría seguir haciendo vida de tunante.

Curiosamente, este personaje, cuando empezó a hacer lo que le daba la gana en la estructura partidaria incorporando a personas ajenas al partido, como Irene Lozano, en puestos de privilegio de las listas electorales, proclamó a los cuatro vientos que el PSOE no es exclusivo de los militantes. Ahora, en su huida hacia adelante pretende, cual bribón picaruelo, que sea la militancia la que se pronuncie en cuestiones que corresponden a los órganos del partido. Pablo Iglesias se sirvió de los fantasmagóricos "círculos" para conseguir poder, y Pedro Sánchez recurre al manido término de "la militancia" para que no le apeen de su poltrona.

La obsesión de Pedro Sánchez para mimetizarse con Pablo Iglesias, buscando en coordenadas populistas la razón de su experiencia política, ha sido letal para el socialismo español al que ha llevado al precipicio ideológico y a la irrelevancia social con un respaldo decreciente a sus mensajes erróneos e incomprensibles. Nadie entiende, por ejemplo, como puede suscribir el socialismo navarro, junto con Podemos, un manifiesto sobre su malestar por el exceso de guardias civiles en Alsasua y no condenar expresamente la agresión sufrida por dos guardias civiles y sus parejas en la misma localidad. Igual que resulta inexplicable que se mantenga en Badalona a una corporación antisistema que practica el desacato, por tal de no entenderse con el PP.


Si la palabra populismo empieza por "P", hay quien no ve casual que Pedro y Pablo también se escriban con la misma consonante. Son las dos caras de la misma moneda y, de no haber reaccionado el PSOE cuando estábamos al borde del precipicio, estos dos personajes nos hubieran llevado a un Gobierno con un mascarón de proa llamado Pedro y con un jefe de máquinas, llamado Pablo, que hubiera tenido en sus manos el BOE, el CNI, la Agencia Tributaria, RTVE, los ministerios de Interior, Economía, Defensa y Exteriores, así como los institutos y agencias que definen la alta política. ¿Alguien duda qué hubiera ocurrido con España y su régimen político bajo la batuta de estos personajes y el apoyo depredador de los independentistas conseguido gracias al intermediario Iceta?

Se avecina una legislatura complicada pero, sin duda, será lo suficientemente clarificadora para dos cuestiones. Por una parte, para que PP y PSOE se refunden y regeneren, reafirmando sus respectivos papeles como pilares básicos de la estabilidad del sistema, cuyo papel equilibrador debe asumirlo Ciudadanos. De otra parte, para conocer las verdaderas intenciones de los populistas y la orfandad de ideas propulsoras del progreso por parte de estos grupos.

En el fondo, el tronante y el tunante son solo dos populistas ambiciosos que dicen una cosa y hacen otra. Basta recordar la atención a los desfavorecidos y el límite a las ganancias propias proclamadas por los podemitas y la realidad de sus conductas y enchufismos. Y no digamos de por dónde se pasó Sánchez los límites de su capacidad negociadora impuestos por el órgano federal de su partido, para entender el trasfondo moral y la credibilidad de ambos personajes.


1 comentario:

  1. Buena puesta en claro de ambos elementos. Gracias por el continuo aporte.

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