martes, 8 de agosto de 2017

La descomposición de un régimen


Artículo de Manuel Vicente


Desde los dolorosos años (1994-96) en los que Manuel Chaves sufría el acoso de Javier Arenas (PP) y Luis Carlos Rejón (IU) en el Parlamento, no atravesaba el PSOE en Andalucía un momento de desequilibrio tan intenso como el que se ha iniciado tras la derrota de Susana Díaz frente a Pedro Sánchez. En aquella “legislatura de la pinza”, el entonces presidente de la Junta no contaba con más apoyo que el de su partido. Ahora, la presidenta no cuenta con más apoyo que el de... Ciudadanos.

El gabinete socialista ha llegado al verano después de que en las calles de Andalucía se hayan escuchado las protestas de los usuarios contra la fusión de los hospitales y contra los recortes en la sanidad; hayan sido escenario de movilizaciones contra el deterioro de las instalaciones educativas carentes del aire acondicionado del que no van a prescindir los consejeros de la Junta; sirvieran de altavoz contra la injusticia social en que se ha convertido el confiscatorio Impuesto de Sucesiones; acogieran a los profesores de conservatorio por unas oposiciones a las que acudían en desigualdad de condiciones, así como a las escuelas infantiles a las que han impuesto unas condiciones leoninas sin previo aviso; además de otros cientos de movilizaciones sectoriales. La destitución, a principios de junio, de los consejeros más expuestos a estas quejas ha sido prueba evidente de la erosión que todo esto ha causado en el Gobierno andaluz del PSOE.

El poco efecto que ha tenido dicha remodelación de gabinete parece señalar, sin embargo, que el deterioro tiene mucho más calado y que podríamos estar en los estertores de un régimen, el socialista, que el año que viene va a igualar en duración al de Franco.

En un solo mes, la nueva consejera de Educación se ha cruzado de brazos ante el error informático que ha dejado fuera a un centenar de opositores e interinos, se ha enrocado en dar títulos de ESO con dos asignaturas suspensas pese a los informes técnicos contrarios, ha mirado para arriba ante la sentencia del TSJA anulando la ampliación de horarios de los docentes y se ha puesto a silbar al conocer las investigaciones judiciales de enchufes descubiertos en la Delegación de Sevilla, así como las informaciones publicadas sobre los desmanes en la Agencia Pública de Educación.

¿Y qué decir de la nueva titular de Salud? Sólo el hecho de asumir el demoledor informe de la Cámara de Cuentas y justificar los millones de euros que se han abonado discrecionalmente a altos cargos de su departamento, debería provocar que su carrera política fuera recordada como la más efímera de la Historia reciente de Andalucía. En este régimen en descomposición es obvio que no ocurrirá. Antes que eso, el socialismo andaluz seguirá enrocado en su costumbre de insultar a todo aquel que se atreva a contradecirle, ya sea a las asociaciones contrarias a la injusticia social del Impuesto de Sucesiones, a la parlamentaria que duda de la sinceridad de la oficina anticorrupción o a los padres que reclaman una ley para que sus hijos sean atendidos a edad temprana, además de la 'guerra sin cuartel' que declara a denunciantes de prácticas irregulares y la cacería que mantiene contra un médico que ha sido capaz de organizar una multitudinaria protesta ciudadana.

En la sede del Palacio de San Telmo hay construida una trinchera que no sólo repele cualquier reclamación social o política sino que va a ser aprovechada también para hacer frente a las hordas socialistas enviadas desde la madrileña calle Ferraz. Una vez que los enemigos proceden de las propias filas, resulta curioso que al susanismo andaluz ya sólo lo sostenga Ciudadanos. Para los anales de la Historia de la política andaluza quedará la foto de Juan Marín acudiendo al antiguo seminario de Sevilla a rendir pleitesía a la presidenta sólo tres días después de ser derrotada en sus primarias y cuando los partidarios de Pedro Sánchez empezaban a 'afilar los cuchillos' para la batalla interna del socialismo al sur de Despeñaperros. Esa batalla no se ha librado en el congreso regional pero sí va a mostrar en los cónclaves provinciales cuánto supura la herida en el PSOE de Andalucía. En la próxima negociación de los Presupuestos de la Junta se podrá comprobar si Marín cumple con su voto parlamentario contra el ISD, o bien vuelve a su habitual filibusterismo y se pliega a los designios de su sosia.

Dado que ésta última es la hipótesis más plausible, habremos de resignarnos a que lamentablemente el régimen socialista andaluz perdurará al menos hasta marzo de 2019, con lo cual se consumará la desgracia democrática de que superará en tiempo al régimen de Franco, agravando aún más los perjuicios que su descomposición está provocando a una sociedad actualmente carente de un referente político en el que poder confiar puesto que, frente a ese régimen corrompido, no hay en este momento alternativa fiable.

Los 37 años de incapacidad para derrotar al PSOE han generado en la derecha andaluza, hoy representada en el PP, un complejo de inferioridad que le ha llevado a instalarse cómodamente en la “Consejería de la oposición”, máximo cargo que sus dirigentes aspiran alcanzar, hasta el punto de que pareciera que la cúpula popular nacional se ha resignado a hacer de derrotada en Andalucía. Muy del gusto de hacer política a golpe de encuestas, da la impresión de que sus oráculos sociológicos les han advertido de que jamás alcanzará la mayoría absoluta parlamentaria que haga posible la alternancia de gobierno, lo que, acompañado a su incapacidad de generarse afinidades políticas con otras formaciones, dibuja para el PP una cruda realidad de sempiterna oposición.

A pesar de todo, en el panorama político andaluz hay algo más que adeptos al régimen corrompido, acomplejados y radicales. No son muchos pero algo queda. Quizá a partir de ahí haya que empezar a construir la alternativa sin prisa pero sin pausa.




1 comentario:

  1. Muy buen articulo... ojala tu última frase sea en el futuro una realidad

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